THE OBJECTIVE
Tecnología

La tecnología militar encuentra una fuente de inspiración en terroristas y narcotraficantes

Quizá sea el momento de aprender de los malos, porque medios tienen pocos, pero ingenio mucho

La tecnología militar encuentra una fuente de inspiración en terroristas y narcotraficantes

El narcosubmarino del programa replicator del ejército de los EEUU. | US Navy

Las guerras, o se ganan, o se aprende de ellas. Y si el resultado no es el esperado, hay que analizar lo que no funcionó y lo que sí lo hizo en manos del enemigo. El Pentágono ha tomado nota de dos soluciones: una cazada a Hamás y la otra a los narcos colombianos. Técnicos e ingenieros ya trabajan para aplicar ambas en sus arsenales, pero con el toque especial que suele añadir la tecnología militar.

En 2022, Amazon Prime estrenó la miniserie Marea Negra. En ella, el actor Alex González encarnaba el papel de la vida real de Agustín Álvarez, un exboxeador gallego metido a narcotraficante. Partió de Colombia en octubre de 2019 con un cargamento de 3.000 kilos de cocaína, y al final, al igual que el resto de la tripulación, fue arrestado por la Guardia Civil semanas después en Galicia.

Una de las claves de la embarcación, llamada «Che», era que permanecía sumergida casi en su totalidad. No era exactamente un submarino, sino que aquella nave, construida en un astillero clandestino, apenas asomaba unos centímetros sobre el agua. Fabricada en fibra de vidrio, sin apenas metales y con un perfil tan bajo, se tornaba casi indetectable.

Una idea genial suele ser la mezcla de dos grandes ideas, y a lo de los narcosubmarinos, o al menos semisumergibles, se ha añadido una tecnología reciente en la que los militares son muy buenos: los drones, y de manera más precisa, los drones náuticos.

El ejército estadounidense ha tomado nota y ha incluido el programa de desarrollo de algo parecido dentro de la iniciativa Replicator, a la que han sido concedidos mil millones de dólares de fondos para dronificar su arsenal. La idea es usar este narcosubmarino militarizado justo como lo hacía Alex González en la miniserie, pero sin piloto alguno, y esto es para transportar cargas.

Las operaciones navales están limitadas en cuanto a su duración conforme a sus suministros y combustible. Si lo segundo requiere de una cierta infraestructura algo más compleja, lo de proveer de munición, víveres o recambios a navíos en misiones con drones semisumergidos es algo que está empezando a entrar en los planes.

De manera habitual, este tipo de maniobra suele hacerse a través de barcos logísticos que avanzan en paralelo al buque que recibe lo enviado. A veces, las menos, se utilizan helicópteros que estiban la carga y la llevan de uno a otro. Las más, un marinero dispara con un rifle especializado un cable guía que cae al barco abarloado, y con dicho cable se tira de maromas, cables más resistentes o mangueras de combustible. Gracias a todo este aparataje, el cargamento cambia de destino.

El problema es que, en ocasiones, los navíos se encuentran en zonas de conflicto. Este tipo de procedimiento, ajeno a las operaciones en marcha, pero fundamentales para poder ejecutarlas, es difícil de llevar a cabo; se ha de salir del escenario de combate o interrumpir la planificación.

La idea es remitir cargas desde buques logísticos con los semisumergibles autopilotados o manejados a distancia. Es la razón por la que se trabaja en una embarcación semisumergible, autónoma y de bajo perfil, que pueda configurarse para transportar armas, munición, suministros y equipamiento para los Marines embarcados.

Un militar socarrón

La Marina ya dispone de un prototipo funcional, y el General Simón Doran, responsable del proyecto, no oculta el origen de la idea. «A decir verdad, se trata de un narco-barco. Robamos la idea a unos amigos del sur», declaró el militar no sin cierta ironía. «Tiene diecisiete metros de eslora y es completamente autónomo. Puede recorrer cientos o miles de kilómetros y transportar prácticamente todo lo que se quiera meter en ellos».

Y todo lo que se quiera incluye el envío de misiles. Los barcos de guerra modernos suelen estar equipados con lanzadores tipo VLS, cohetes que despegan desde el interior de los navíos a través de tubos de lanzamiento vertical. Una vez agotados, se quedan inoperativos en este sentido, aunque estén en medio de un conflicto o tengan provisiones y combustible suficiente para aguantar semanas. Un dron náutico y autónomo podría llegar de manera sigilosa, de noche, con material de repuesto y sin poner en peligro a tripulaciones.

El otro invento a aplicar tiene un origen mucho más siniestro. El pasado 7 de octubre de 2023, las fuerzas del grupo Hamas penetraron en suelo israelí volando con parapentes y atacaron un festival de música. Los participantes pensaron que aquello formaba parte del espectáculo y no que se trataba de un ataque terrorista de funestas consecuencias.

Muchos intentos fallidos

Desde la Segunda Guerra Mundial, los paracaidistas de diversos ejércitos se han entrenado para saltar desde aviones y tomar objetivos críticos. Sin embargo, una vez en tierra, al carecer de camiones y vehículos de combate, tienden a limitarse a caminar como medio de transporte. Han probado con motos, pequeños vehículos o hasta bicicletas eléctricas, pero todos tienen alguna ventaja y muchos inconvenientes.

Las Fuerzas Armadas llevan años investigando alrededor de sistemas de vuelo unipersonal, pero todos han fallado o han carecido de la eficiencia requerida. Uno de los primeros ejemplos fue la plataforma Hiller Model 1031-A-1, desarrollada a finales de los años 50. Se trataba de una especie de bandeja voladora que se elevaba por sí misma, rodeada de una barandilla, y que otorgaba una posición elevada a los soldados.

Un soldado estadounidense encaramado sobre una plataforma Hiller Model 1031-A-1 en funcionamiento.

Luego llegaron el Williams X-Jet, que usaba un turborreactor para hacer volar a un solo soldado a velocidades de hasta 100 km/h y a una altitud de 3.000 metros. O el Aerocycle HZ-1 de Lackner, que consistía en subir a un soldado de pie, de forma bastante precaria, sobre un conjunto giratorio de rotores. El Hiller YROE-1 Rotorcycle, del que se construyeron doce para el cuerpo de Marines, parecía un helicóptero desmontado.

Tony Stark se va a la guerra

La más reciente es esa suerte de traje de Ironman que permite volar a personas y que, basado en pequeños reactores, ha estado experimentando el ejército británico con espectaculares ejemplos. Este jetpack de Gravity Industries puede volar a velocidades de hasta 120 km/h y 4.000 metros de altitud. Llamativo es, pero no queda tan claro que sea útil debido al peso y las dificultades de movimiento que lastran a sus operadores durante el periodo de uso.

El sistema que parece que sí va a acabar siendo usado son los parapentes motorizados, o paramotores, y un reflejo de ello ocurrió el pasado 8 de mayo de este 2024. Siete comandos adscritos a Camp Lejeune, en Carolina del Norte, aparecieron volando en aeronaves de este tipo durante una demostración en la Semana de las Fuerzas Especiales, en Tampa, Florida.

Los parapentes propulsados son unas de las aeronaves más sencillas que existen. Inventados en 1964 por la paracaidista canadiense Domina Jalbert, consisten en un sistema de parapente con un motor acoplado de gasolina o diésel. La pega principal en su uso militar es el ruido de sus motores, aunque cada vez hay más de propulsión eléctrica, lo que conduce a otro tipo de problemas. Suelen tener poca autonomía y sus baterías añaden peso al conjunto.

Lejos de desanimarse, el Ejército americano ha publicado un pliego de condiciones para recibir propuestas sobre un Sistema de Movilidad Aérea de Personal (Personnel Air Mobility System, PAMS). Entre las condiciones requeridas está que dispongan de una autonomía de hasta 300 kilómetros, una capacidad de carga en el momento del despegue de hasta 200 kilos y que puedan volar sobre los 6.500 metros.

Ya no es solo un entretenimiento


Los parapentes motorizados son populares en la comunidad deportiva, pero, aunque algunos ejércitos han experimentado con ellos, nunca han visto una adopción militar generalizada. En 2018, el ejército británico probó un dron parapente motorizado, pero el concepto no convenció a los responsables.

Los paramotores son relativamente seguros y fáciles de usar, y sus usuarios pueden ser entrenados en muy poco tiempo. Además, los parapentes son ligeros, baratos y pueden volar por debajo del radar y a poca altura del suelo. Estas características los convierten en una plataforma de infiltración que merece ser estudiada. Los de Hamás ya lo hicieron y les funcionó.

Si en las guerras, o se ganan, o se aprende, quizá sea el momento de aprender de los malos, porque medios tienen pocos, pero ingenio mucho. Desgraciadamente.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D