Fox, el micromisil sevillano que sueña con ser el Hellfire europeo
Aertec ha desarrollado un proyectil que se puede lanzar desde drones y que apenas tiene competencia
Pensado, diseñado, desarrollado y fabricado en España. Esta era la premisa de su fabricante, Aertec, y ya está en su fase final de pruebas. El micromisil Fox fabricado en las instalaciones de la compañía en Sevilla es el primer proyectil aéreo Made in Spain, y en un futuro quiere acabar siendo un competidor del reconocido Hellfire.
Las cosas grandes siempre empiezan por algo pequeño. La frase popularizada por el cine podría ser escrita y colgada en la entrada de la empresa malagueña Aertec. Su división de defensa ha desarrollado con fondos propios y la ayuda del Ministerio de Defensa un producto que apenas tiene competencia en el mercado militar: un misil de bolsillo.
La primera bomba voladora de fabricación plenamente española tiene nombre en inglés, Fox, lo que muestra a las claras su espíritu internacional, con miras a un mercado exterior donde hay muy pocos productos similares. Ha habido otras, pero nunca antes con el 100 % de su proceso hecho de forma local y sin participación alguna de suministradores, ingeniería o soluciones de terceros.
«Es un proyecto humilde, pero con la ambición de crecer e ir a más», afirma el malagueño Pedro Becerra, responsable de la división de defensa de Aertec. «Creemos que en un periodo razonable de cinco años podemos hacer crecer en tamaño y prestaciones en una proporción de 2, 3 y puede que hasta 5x. El Fox puede aportar un proyecto base, que unido a capacidades de otras empresas, puede generar un proyecto común que lleve a un Hellfire europeo y español».
El Fox mide 900 mm y pesa unos 3 kilos, un tamaño casi de bolsillo si se compara con este tipo de armamento. Un Hellfire mide metro y medio, y su peso ronda los 45 kilos. «Bueno, no somos tan ambiciosos, sabemos quienes somos y donde estamos» —sonríe—. «Nuestra competición está en otro nivel, otros mercados, y otras utilidades, aunque con el tiempo sí que podría crecer y acercarse en prestaciones y resultados». En principio, el cliente preferencial no es otro que el ejército español, aunque no descartan la implementación en otras plataformas si la idea tiene éxito.
La utilización de proyectiles de mayor potencia —y coste operativo— suele estar destinada a combatir vehículos blindados muy determinados, previstos dentro de una planificación previa. Becerra explica que «el Fox está destinado a ser lanzado, de momento, desde el dron Tarsis que también fabrica Aertec. No es tanto un arma dentro de una operación compleja, sino una manera de eliminar amenazas ocasionales».
Cuando se lanza un Hellfire o similar, se remite una carga explosiva de alto poder detonante contra carros de combate, vehículos blindados, sistemas de defensa o radares. El papel del Fox se asemeja vagamente a la función de arrojar una granada a un vehículo o una amenaza de tipo pequeño, sin blindaje, que puede aparecer de forma inesperada. Un buen ejemplo podría ser un grupo de insurgentes apostados para una emboscada.
Los drones de vigilancia se dedican a observar, pero los armados suelen ser más grandes, llevan armamento pesado y costoso, y no siempre es el ideal para eliminar amenazas de este tipo. El Fox pretende abrirse camino a modo de una granada o un lanzacohetes disparado desde el hombro de un soldado.
Precisamente una de las referencias en este tipo de armamento es la zaragozana Instalaza. A ella han recurrido los de Aertec para equipar al Fox con la cabeza de guerra, la espoleta y el sistema de propulsión —el llamado motor cohete—. Las soluciones salieron del muy probado lanzacohetes C-90, del que muchos informes destacan su probada eficiencia en Ucrania.
Nuevas posibilidades, nuevas reglas
La doctrina de uso del Fox se encuentra en proceso de definición, porque añade nuevas posibilidades, y el ejército español, destinatario de este proyecto, nunca ha tenido una herramienta así. Con un alcance de cuatro kilómetros, se usará con toda seguridad contra blancos de oportunidad, no planificados, y como complemento de misiones de observación. No es un arma anticarro, pero sí podrá con vehículos dotados de cierto grado de protección, centros de mando, objetivos VIP o baterías antiaéreas.
En principio, este tipo de arma no tiene mucha utilidad en misiones navales, pero a pesar de estar pensado como misil aire-tierra sí se podría convertir con facilidad en un tierra-tierra, sobre todo cuando crezca de tamaño. Su sistema de navegación inercial, y guiado por láser semiactivo le confiere una gran precisión, todo ello con tecnología española.
Aertec no solo fabrica el dron Tarsis, del que el ejército posee tres unidades, sino que también trabajan para Airbus Defense. Desarrollan, entre otras líneas de negocio, la aviónica de los drones Sirtap, que acaban de entrar en producción.
El pájaro que lleva al zorro
El Tarsis-W, el destinado a equipar el Fox, puede levantarse del suelo con hasta treinta kilos de carga. La cifra invita a pensar que podría llevar hasta cuatro micromisiles bajo sus alas si sumamos lo sistemas de lanzamiento, y sistemas de control asociados. Este UAS posee dos versiones con una planta tecnológica común, ambos en el entorno de los cien kilos. Aertec trabaja en tercer miembro de la familia muy distinto, con miras a 2026.
Etiquetado como Clase I para la OTAN (hasta 150 kilos), está diseñado para la vigilancia, observación y ahora con integración para armamento ligero. Puede permanecer en el aire hasta doce horas, posee control de vuelo autónomo, comunicaciones por satélite, y subir hasta 5000 metros altitud. Sus operadores pueden recibir señal de video desde hasta 150 km.
Se despliega desde bases aéreas, y necesita una pista de despegue, aunque trabajan para eliminar esta necesidad. Sus operadores necesitan una base en tierra, se puede desplegar en menos de 30 minutos, y su principal competencia viene de Estados Unidos e Israel. También los hay chinos, pero no gozan de mucha popularidad entre los ejércitos occidentales.
Autonomía estratégica
Uno de los ejes sobre los que rota el proyecto es el desarrollo de sistemas bajo costo, con capacidad de producción masiva en un corto periodo de tiempo si fuera necesario. Pero lo que realmente enorgullece al plan es que todos sus componentes, tecnología, ingeniería, desarrollo y producción son enteramente nacionales.
Al recurrir a la industria española, «se gana en autonomía estratégica, no se depende de terceros, sin limitaciones de exportación, y sin pedir permiso de nadie» añade Pedro Becerra. Toda la cadena de suministro es nacional, con el núcleo tecnológico radicado entre Málaga y Sevilla, y su principal socio, en Zaragoza.
El primer misil que se construye en España desde cero está financiado en su proceso inicial en un 70% por la propia compañía, y el resto ha sido aportado por la Dirección General de Armamento y Material (DGAM). A falta de las pruebas finales, se espera que pueda ser un producto final homologado durante 2025. Otro participante en el proyecto ha sido el Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales, el INTA, que ha aportado los medios de pruebas y ensayos, y apoyo en ingeniería.
Aertec es una de las empresas aeronáuticas más sobresalientes dentro del rocoso espacio de la defensa. Tiene setecientos empleados repartidos entre España, Alemania, Francia, Inglaterra, Colombia, Perú y los Emiratos Árabes Unidos. El Fox puede ser el principio de algo bastante más grande, amplio, y con grandes posibilidades.