Ucrania está arrasando la artillería rusa con el arma menos prevista: micrófonos
Unidos a un ordenador, la inteligencia artificial, y la nube están retirando a los radares

Imagen de una pieza de artillería. | Departamento de Defensa de EEUU
Drones que retransmiten lo que ven en directo a sus pilotos, misiles dotados con sus propias contramedidas, robots rodantes artillados que asaltan trincheras, o hasta armas láser que derriban aeronaves. La guerra de Ucrania es un enorme laboratorio bélico donde ha adquirido un sorprendente protagonismo un invento con más de cien años de historia militar: el micrófono.
La penúltima de las aplicaciones en el conflicto ruso-ucraniano, inédita hasta este conflicto, es el uso de cables de fibra óptica para controlar vehículos a distancia. Tanto drones aéreos como terrestres penden de un fino cable fabricado con este material, por el que llegan imágenes de alta resolución, se pueden pilotar los ingenios asociados, y la señal no puede ser interceptada.
Esta lección, desarrollada en principio por los ocurrentes ucranianos, fue clonada con rapidez por su vecino del norte. Tanto es el valor que aporta en su desempeño, que en la noche del viernes 4 de abril, drones ucranianos se internaron más de 750 km en suelo ruso para atacar una fábrica dedicada a producir fibra óptica y cortarles este suministro. La única planta rusa que lo fabrica, en Saransk, fue destruida por completo, y dejará de proveer entre un 20 y un 30 % de las necesidades rusas.
Pero si esto es lo penúltimo, lo último es algo más antiguo, y no es la primera vez que el ingenioso ejército de Kiev recurre a un sistema con capacidades auditivas. Ya hace tiempo se supo de sus 6.000 teléfonos móviles baratos colocados sobre postes a lo largo de su frontera con Rusia para detectar el sonido de drones en vuelo. Sin embargo, esta vez es distinto.
El pasado 28 de marzo, las fuerzas de Volodímir Zelenski marcaron un hito al destruir 122 piezas de artillería en una sola jornada. El dato es difícil de comprobar, y se basa en una información distribuida por el acreditado medio Noel Reports, que suele ser bastante acertado. De ser cierto el dato, es la cifra más alta jamás registrada.
Si bien estos números parece algo exagerados y son casi imposibles de verificar, las imágenes satelitales muestran que Rusia ha estado vaciando sus almacenes de equipo propio de la era soviética para compensar las pérdidas. También hay mucha evidencia en las redes sociales de la destrucción de la artillería rusa, a lo que se añade un dato extraño, que puede tener relación: la importación de artillería norcoreana de un calibre extraño, 170 mm. Esto indica que los arsenales de Moscú están al límite sí que es no están ya agotados.
Esta misma fuente expone que Ucrania destruyó 1.644 sistemas de armas de este tipo en marzo, aproximadamente el triple que hace año y medio. A modo de comparación, los Estados Unidos tienen alrededor de 3.000 piezas de artillería en su arsenal, o el Ejército Británico tiene 200 en total. España dispone de unas 270, si se incluyen las que están consideradas obsoletas y permanecen almacenadas sin darle uso.
El misterio de este incremento en la eficacia de Ucrania reside en el uso de medios cada vez más efectivos para localizar y atacar armamento de gran tamaño. Hasta esta guerra, el método habitual para localizar la artillería enemiga era el radar de contrabatería. De forma acostumbrada, es un mecanismo de tamaño grande montado en un vehículo y dotado de una antena de radar capaz de rastrear proyectiles en vuelo. Una computadora balística puede seguir la trayectoria, y luego calcular su origen para localizar el punto de lanzamiento.
El Zoopark es el radar de este tipo que suelen equipar las tropas rusas, y es capaz de detectar un obús de 155 mm desde más de 20 kilómetros de distancia. Los sistemas HIMARS y ATACMS de los ejércitos occidentales son más eficaces, y pueden realizar sus cálculos con cierta precisión en disparos a una distancia de 30 y 60 km respectivamente.
Una alternativa menos costosa
Estos sistemas son caros, y por lo tanto escasos. Además, las emisiones de sus radares son fáciles de detectar y localizar. Cada vez que se activan, es como encender una linterna en una noche oscura. A resultas de esa debilidad, los drones ucranianos han destruido varios Zoopark, que cuestan más de 20 millones de euros.
Esta es la razón por la que las técnicas adoptadas por los rusos para localizar baterías han cambiado. De un tiempo a esta parte ha sido la de dotar a drones de lo necesario con idea de detectar los destellos de boca de armas ucranianas o su rastro térmico.
La respuesta ucraniana, de la que rusos han tomado buena nota, es la que echar mano de una tecnología con más de un siglo encima, y propia de la Primera Guerra Mundial: el sonido. La tecnología fue superada por los radares, pero ahora se recupera por diversos motivos, y uno es que los micrófonos no emiten señales, y por lo tanto, son indetectables.
Una idea de hace un siglo
El premio Nobel británico William Lawrence Bragg desarrolló en 1915 la versión más primitiva y acorde a la tecnología de su época. Dispuso varios micrófonos espaciados para escuchar disparos distantes conectados a un galvanómetro. Los impulsos sonoros excitaban su bobina de cobre, cuyas vibraciones se imprimían en un rollo de papel parecido a un sismógrafo.
Ahora, con mejores micrófonos, la aplicación de algoritmos informáticos, y la ayuda de la inteligencia artificial, hacen que la detección acústica sea mucho más precisa y a un muy bajo costo.
En Ucrania se están usando a nivel experimental, y se espera producirlo en masa en no mucho tiempo. El dispositivo básico consta de cinco micrófonos, un ordenador central que procesa la información, y todo puede ser manipulado por una sola persona. La IA se encarga de filtrar el ruido de fondo en el campo de batalla y elimina, ruidos y explosiones cercanas.
El sistema permite triangular con precisión las posiciones de disparo de artillería a una distancia de 25 kilómetros, y los datos adquiridos se remiten a los sistemas de mando y control a través de la nube. De esta manera, las coordenadas de disparo pueden llegar a los comandantes en todos los niveles a través de una tablet. Esto significa que cada arma detectada puede convertirse en un blanco de respuesta en segundos.
Menos artillería, pero siempre está ahí
La artillería ahora juega un papel mucho menor. La munición merodeadora y los drones, más baratos, eficientes y dotados de una alta movilidad, la han dejado obsoleta. A pesar de ello, sigue siendo una fuerte amenaza para ambos bandos, y la experiencia ucraniana será una lección para otros ejércitos. Desde la adopción de estos oídos electrónicos, preocupan un poco menos.