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El arma secreta de Ucrania: 8.000 teléfonos móviles baratos y mucho ingenio

El sistema no es 100% infalible, pero su índice de resultados positivos es inusualmente alto

El arma secreta de Ucrania: 8.000 teléfonos móviles baratos y mucho ingenio

Dos militares ucranianos. | Zuma Press

Cuenta la leyenda que la NASA pagó una millonada a una consultora para que les fabricase un bolígrafo. No era un boli cualquiera, sino uno capaz de bombear tinta en la ingravidez del espacio al que viajaría. Se dice que los rusos dieron lápices de colores a sus astronautas para hacer lo mismo.

En más de una ocasión la historia ha sido desmentida, aunque sirve para exponer una idea sencilla: más vale maña que músculo financiero. Y esto es lo que han hecho los ucranianos, a quienes el coste de la guerra les está devorando el 40% de su producto interior bruto. Lo dice el JEMAD español, al afirmar que tener ejército es muy caro, pero mucho más caro es no tenerlo, o directamente ruinoso durante décadas si entras en conflicto y lo pierdes.

Tres años ya

Los ucranianos están ya en su tercer año de su guerra con Rusia, y dinero no tienen mucho, pero están demostrando disponer de un enorme ingenio. Están encontrando soluciones sencillas a problemas graves, problemas donde la diferencia entre la vida y la muerte depende de cosas en apariencia insignificantes.

En una reciente alocución, el general James Hecker, militar estadounidense asignado al mando aéreo de la OTAN, desveló algunos de los cambios que está sufriendo la guerra. El conflicto ruso-ucraniano está dejando sobre la mesa muchas lecciones, y una nueva visión de lo que hasta ahora no era un problema, sino casi anécdota.

El cambio radical viene de la mano de los drones, el arma emergente con multitud de utilidades, modos de uso y finalidades. Hecker comentó en el Space Forces Association Symposium que los drones rusos son uno de los grandes quebraderos de cabeza del ejército de Volodimir Zelenski, y desveló un muy ingenioso sistema de bajo coste que están usando los ucranianos.

El ejército del país atacado no tiene dinero para grandes y sofisticados sistemas de localización multicapa, radares de apertura sintética o sistemas de derribo electrónico de amplio espectro. Sin embargo, han encontrado un sistema muy fiable y barato de detección temprana: teléfonos móviles.

El Ministerio de Transformación Digital ucraniano ideó un sistema basado en aprovechar teléfonos móviles como sensores sonoros. A los alrededor de 8.000 teléfonos móviles que han desparramado en la frontera con Rusia les han conectado un sensible micrófono, y todos ellos están instalados en un poste de metro y medio de altura.

Cada vez que un dron pasa por encima procedente de su vecino del norte, esos teléfonos móviles lo escuchan con un enorme grado de precisión. Con un software específico pueden detectar su procedencia, su destino y la velocidad a la que vuela.

La respuesta es también sencilla. Nada de cohetes, misiles o sistemas electrónicos de última generación, sino relativamente sencilla artillería antiaérea, la denominada AAA en la jerga militar (Artillería Anti Aérea). Soldados con apenas seis horas de formación disponen de sistemas baratos, fáciles de mantener, capaces de derribar aeronaves de tamaño medio o incluso pequeño.

Modo de uso

La información que emana de los teléfonos es compartida con unas doscientas unidades de este tipo, cuyos encargados leen en la pantalla de un sencillo iPad. Cuando los soldados reciben una alarma, ya saben lo que hay que hacer, y lo hacen muy bien. Según Hecker, un día recibieron 84 alarmas de este tipo, que fue justo el número de drones que entraron en espacio aéreo ucraniano. Todos ellos fueron detectados; 80 fueron derribados.

El sistema no es 100% infalible, pero su índice de resultados positivos es inusualmente alto. Aquí entra otro elemento importante: el coste. Se calcula que la instalación de cada uno de estos teléfonos sale por unos 500 euros, y en total todo este sistema de detección saldría por una cifra que ronda los cuatro millones de euros. Un sistema de radares de última generación adquirido a Boeing, Raytheon o Thales costaría cien veces más… como poco.

Hecker dejó encima de la mesa otra idea. No muchos países pueden permitirse un F-35, a un precio medio de 120 millones de euros, más formación, armamento, recambios y una constelación de personal técnico y logístico a su alrededor. Pero unos drones están a la mano de bandas de desarrapados, como son con frecuencia los hutíes.

Drones para todos

Hay drones comerciales, capaces de transportar una carga explosiva por unos cientos de euros. Pero uno con algo más de prestancia y capacidad, aunque capaz de remitir a una cierta distancia dinamita suficiente como para hacer mucho daño, puede salir por menos de 10.000 euros. Es virtualmente accesible casi a cualquiera, lo que implica un cambio radical en lo conocido hasta ahora.

Los misiles que los F-22 de las fuerzas aéreas estadounidenses lanzaron a los globos chinos costaban 400.000 euros, varias veces más que unos globos inocuos que estaban donde no debían. En los últimos meses, barcos ingleses, alemanes y norteamericanos se han zafado de ataques de drones hutíes. Si remites un misil antiaéreo Patriot o SM2 de 700.000 dólares a un dron como los Reaper MQ-9 que cuestan unos 50 millones de euros, tiene cierto sentido. Deja de tenerlo cuando derribas con ese armamento un dron que cuesta la mitad que el utilitario más barato que hay en el mercado.

El general decía más cosas. Los ejércitos más avanzados se gastan enormes sumas de dinero en un armamento increíble, pero carísimo, sencillamente porque disponen de ese dinero. Pero han descuidado soluciones baratas, muy prácticas, que solucionan problemas más habituales, y de las que no disponen.

Mejores que la artillería

En la guerra de Ucrania se está demostrando que los drones del tipo FPV —First Person View—, los pilotados con un visor en la que su operador ve lo que ve la aeronave, están teniendo un acierto superior al de la artillería. Así que esta tecnología irá a más. Cuando empiecen a llegar en enjambre será una amenaza aún mayor, y a día de hoy lo mejor que tienen los grandes ejércitos son un misil enorme, que podrá acertar en uno. El resto pasará de largo buscando su blanco, y acertará con un coste inferior al de un buen rifle de asalto.

Los tiranosaurios reinaron una vez en la Tierra, pero su enorme musculatura no fue suficiente. Pudieron más los pequeños mamíferos que se adaptaron mejor, y usaron lápices de colores en lugar de sofisticados bolígrafos.

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