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Porsche y otras marcas de coches alemanas barajan introducirse en la industria militar

Los 800.000 millones de euros prometidos por Ursula von der Leyen son muy golosos

Porsche y otras marcas de coches alemanas barajan introducirse en la industria militar

Porsche Macan. | Cars4Ukrainie

Porsche han sido los primeros. No lo afirman abiertamente, pero cuando se les pregunta ante los rumores, tampoco lo descartan. Dar pasos dentro de la industria militar podría ser una huida hacia delante, y una nueva línea de negocio tras un par de años aciagos para los de Stuttgart. No sería la primera vez para Porsche, ni tampoco los que inauguren este viaje.

La marca, que se hizo popular gracias a sus deportivos, reventó récords de ventas y se hizo tan rica que se compró media Volkswagen. Desde entonces, sus biplazas siguen gozando de un reconocible éxito, pero viven de vehículos SUV y todocaminos. El problema, de un tiempo, a esta parte, es que lo de la electrificación se les está atragantando. El Taycan, uno de los mejores eléctricos del mercado —por no decir el mejor— arrancó en ventas como un caballo de carreras, pero han declinado de manera espectacular una vez pasado el periodo de «novedad».

Otro de sus modelos de combustión más exitosos, el Macan, ha dejado de producirse ante las nuevas regulaciones medioambientales y relacionadas con la ciberseguridad. Son tales los cambios a los que hay que someterlo, que no merece la pena seguir fabricándolo. El que quiera uno, puede irse a Estados Unidos y pagar el suplemento recetado por Donald Trump, o a Inglaterra, donde todavía se comercializa. Pero será por poco tiempo.

A partir de ahora, del Macan solo podrá elegir la versión 100% eléctrica, un vehículo magnífico, pero que no está recabando el éxito de su predecesor térmico. Si a esto añadimos el hundimiento del mercado chino, que supone —suponía— cerca de un tercio de las ventas, queda una marca corneada y en una mala postura.

A los dolores de cabeza habituales de sus gestores hay que añadir el reciente cierre de fábricas como la de Audi en Bruselas, la bajada de producción de otros modelos del grupo, y los aranceles de Donald Trump. De esta guisa queda un enorme conglomerado automovilístico que tiene personal, factorías, y una tecnología más que correcta, pero con una clientela que se reduce.

Cifras en mano, hace justo dos años las acciones en bolsa de Porsche se toparon con su máximo histórico, 118,90 euros. El viernes pasado estaban en 43,21, con una caída a casi un tercio de su valor de entonces. Si la caída de ventas se ha ido a cifras por encima del 25%, sus cuentas deberían haber sufrido en una medida acorde, y de orden multimillonario.

Como posible respuesta, Porsche SE, el holding que controla la compañía, está considerando invertir en el sector de defensa como parte de su estrategia de diversificación. Su país de origen, Alemania, ha aumentado su gasto en defensa. Esto ofrece oportunidades de crecimiento en este sector, aunque la firma no busca solo beneficios financieros, sino también acceso a tecnologías que puedan fortalecer su competitividad.

Se habla de una inversión inicial de al menos 2.000 millones, aunque no queda claro hacia qué campo. Sería lógico que en el relacionado con sistemas móviles, a los que podría aportar su conocimiento en varias asignaturas. A los sistemas militares les vendría muy bien su tecnología de conducción autónoma. O la aplicación dinámica de sensores LiDAR, radares y cámaras, que podrían montarse en vehículos militares, conducidos o autónomos, para mejorar la seguridad y la eficiencia en entornos complejos.

Otro campo que Porsche guarda en un cajón es el del análisis de datos, como la filial Ituran, que sería útil para optimizar el rendimiento y la toma de decisiones en tiempo real en operaciones militares. El uso de materiales avanzados y construcción ligera bien podría ser una tercera pata sobre la que rota su ingreso en este negocio. Para Porsche no sería la primera vez que se va a la guerra.

Un terreno conocido

A finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, Ferdinand Porsche, fue convocado por el ejército alemán para diseñar vehículos blindados avanzados. El primer resultado fue el tanque Tiger, con un motor híbrido; más tarde llegó el Ferdinand/Elefant, y después el tanque superpesado Maus. Los más exitosos y populares fueron los Kubelwagen y Schwimmwagen, los icónicos vehículos utilitarios, que fueron ampliamente utilizados por las fuerzas alemanas durante la guerra. En alguna película de Indiana Jones se ha visto al arqueólogo peleando a puñetazo limpio contra los nazis subidos en uno.

Tampoco hace falta irse muy lejos para encontrar el matrimonio entre marcas de coches «civiles» y el mundo bélico. Desde 2021, el Mando de Operaciones Especial del Ejército de Tierra, el prestigioso MOE, dispone de 24 vehículos Netón. Con nombre de la deidad ibérica dedicada a la guerra, está diseñado para ser transportado por aire, ya sea en helicópteros como el CH-47 Chinook, o aviones de transporte como el CASA C-295 y el Airbus A400.

Su particularidad técnica reside en que este todoterreno, desarrollado por la compañía EINSA, guarda bajo su escasa carrocería el alma de un Toyota. Su chasis y motorización provienen de un Hilux, a la que se le han practicado modificaciones significativas para adaptarlo a las necesidades militares.

Este vehículo ligero de transporte táctico tiene una longitud de 4.520 m, pesa 2,300 kg, y su capacidad de carga útil es de algo más de una tonelada. Su motor, de 204 CV —en su última versión—, le permite alcanzar una velocidad máxima de 160 km/h y tiene una autonomía de hasta 1.400 km gracias a dos depósitos de combustible.

Ya hay marcas generalistas con los pies dentro

Otras marcas metidas en este negociado son Renault, que construye el Sherpa 2, un camión ligero de 7,5 toneladas, y el TRM 2000, algo más pequeño, un 4×4 y que carga hasta tres toneladas. La italiana Iveco construye varios modelos, y entre ellos el Lince del ejército español. El Mercedes Clase G es un turismo con origen militar que utilizan varios ejércitos, aunque tiene hermanos mayores. El venerado Unimog, es un camión mediano muy capaz con versiones civiles, y el Zetros, un camión pesado 4×4 o 8×8, reconocido por su capacidad de carga y movilidad en terrenos difíciles.

Unos que en su momento acudieron a esta jugada fueron los de Lamborghini. Los de Santa Agata están marcando récords de ventas y tras años de persecución, andan empatando a sus archienemigos de Ferrari. Lo que hace sonreír a sus propietarios, el Grupo Volkswagen. Pero no siempre fue así.

En los años 80 padecieron una muy dura crisis financiera y vieron la puerta de salida a través de un proyecto muy loco: poner un motor V12 casi de competición a un todoterreno. Quisieron seducir al ejército estadounidense, que necesitaba algo para sustituir a los veteranos Jeeps.

LKamborghini LM002. | Wikimmedia Commons (Mr. Choppers)

El Tío Sam eligió al Hummer estadounidense, y el Lamborghini LM002, apodado el Lambo Rambo, acabó en manos de ricos y famosos adinerados. Tina Turner, Ayrton Senna y como no, Sylvester Stallone, condujeron uno. El menos afortunado fue el de Udai Hussein, el hijo del dictador de Irak, Sadam Huseín. Cuando los Marines entraron en su palacete, lo utilizaron para probar un explosivo. Huelga decir que en el desigual encuentro venció el explosivo por KO técnico. Según cuentan, pedazos de su carrocería aterrizaron a más de 400 metros del lugar de la deflagración.

Dinero europeo, nuevo mercado

Las nuevas necesidades europeas relativas a la defensa están abonando el terreno para que esto ocurra. Incluso el Deutsche Bank ha echado cuentas y anima a su industria automotriz a introducirse en un negocio que les puede proporcionar beneficios durante los próximos años.

Nadie quiere ir a la guerra, ni siquiera los soldados, pero ir subido en un Porsche añadirá un plus de nivel, tecnología, y alivio para las cuentas de la marca. Otras firmas ya están tomando nota. Los 800.000 millones de euros prometidos por Ursula von der Leyen son muy golosos; el salto tecnológico asociado y las posibilidades de exportación, también.

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