El arma española más temida por las fuerzas rusas en Ucrania tiene nombre de felino
Los blindados occidentales son pocos, pero imponen su superioridad tecnológica frente a los carros de combate rusos

Un tanque Leopard en Donetsk. | Oleksandr Klymenko (Zuma Press)
Huyen de él. Lo ven asomar, y los soldados rusos se encomiendan al creador porque se saben presa de un mecanismo implacable. Su eficacia es demoledora, y los sistemas que le plantan cara son insuficientes. Es el tanque Leopard 2A4 donado por el Gobierno español.
Desde que se inició la guerra en Ucrania, España ha donado armamento y material militar de diverso tipo y con distintos resultados. Hasta el ejército de Volodímir Zelenski han llegado misiles antiaéreos Patriot en varios lotes, munición de artillería de calibre 155 mm y 105 mm, sistemas antiaéreos Hawk y Aspide, material sanitario y vehículos acorazados.
Entre ellos, de los más celebrados han sido los lanzacohetes C-90 y Alcotán 100 fabricados por la zaragozana Instalaza, y los que menos, los CETME. Ucrania, sobre todo en los inicios del conflicto, fue el vertedero en el que muchos ejércitos arrojaron sus excedentes y material obsoleto. El rifle, retirado del servicio hace dos décadas, ha sido uno de los «regalos» menos bienvenidos.
Las cifras exactas se desconocen, pero entre 1.000 y 2.000 unidades de este fusil de asalto pasaron al arsenal ucraniano. Algunos fueron vistos en agosto de 2023, durante un desfile militar en conmemoración del Día de la Independencia. Los fusiles equipaban a una compañía de guardias fronterizos ucranianos, aunque desde entonces no se ha documentado su presencia en zonas de combate. Se cree que no entran en zonas de combate directo, donde se utilizan otro tipo de armas.
Los que han supuesto una bendición para las fuerzas locales han sido los 29 tanques Leopard 2A4 cedidos, porque el resultado está siendo superlativo. El arma blindada de Kiev era débil, sin embargo, las donaciones internacionales supusieron un salto de gigante, al tiempo que un caos logístico. A los Leopard españoles les acompañaron unidades de los Bradley y Abrams estadounidenses, Challenger 2 británicos. Al grupo se unieron Leopard y Abrams de otros orígenes, con especificaciones distintas, y con ello con piezas de repuesto y prestaciones diferentes.
España no envió armamento de larga distancia, pero el uso del Leopard en el frente de batalla está siendo crucial en la defensa del país. Los blindados españoles estaban almacenados, y sin usar desde hacía años, en una nave de Alcalá de Guadaíra, Sevilla. Para su puesta en marcha tras un largo periodo sin utilizar necesitaban algo más que un cambio de aceite y un repaso antes de partir hacia Ucrania. Esa tarea recayó sobre General Dynamics Europa.
La compañía revisó muchos elementos, desde el blindaje, y hasta la adquisición de blancos. Todo fue chequeado y hasta sustituido en alguna unidad, antes de salir hacia el puerto de El Ferrol. Con un peso de 55 toneladas, entraron rodando por sí mismos en un buque tipo Ro-Ro dedicado al transporte de vehículos, antes de zarpar hacia Polonia, desde donde viajaron hasta su destino final.
No todos los Leopard son exactamente iguales; hay varios modelos y generaciones. El 2A4 español posee una torreta más cuadrangular, mientras que la del 2A6 posterior es en forma de flecha, aparentemente más aerodinámica. Este detalle es casi absurdo en un vehículo tan relativamente lento y pesado, y se trata de cuestiones de practicidad, con miras a la protección y dificultar su detección.
Ese es el modelo que maneja el ejército alemán, que ha remitido unas cuantas unidades, y que posee mejor blindaje, y sistemas de puntería. Es el español, en mayor número, el que ha proporcionado muchos y grandes dolores de cabeza a las tropas exsoviéticas.
Una máquina implacable
El Leopard 2A4 fue introducido en los años 80, y fue para el Ejército de Tierra un enorme paso adelante en potencia de fuego, protección y electrónica. Su cañón Rheinmetal de 120 mm envía proyectiles de alta velocidad capaces de perforar blindajes desde mayor distancia que sus contrapartes rusas. Pueden atravesar sin grandes dificultades la coraza de los T-72, T-80 y algunas variantes del T-90, y todo ello a unas cotas a las que sus contrincantes no son efectivos.
Los Leopard pueden disparar a posiciones de infantería, posiciones fortificadas, y estructuras. Son muy rápidos a la hora de operar, y pueden disparar de forma eficiente en marcha. Una vez marcado un blanco, su cañón se mueve para adaptar su diana a las irregularidades del terreno, mientras que los rusos han de detenerse.
Dispone de telémetros láser y captadores de imágenes térmicas, así que no pierden su eficiencia en condiciones de baja visibilidad, en operaciones nocturnas, o con mal tiempo. Los rusos carecen de esas capacidades. Además, el blindaje multicapa le confiere una protección extra, y a pesar de su peso, poco más de 55 toneladas, diversos estudios reseñan un excelente equilibrio entre protección y movilidad.
Rápido y letal
Su motor diésel de doce cilindros genera una potencia de 1.500 CV. Con esto puede lograr velocidades cercanas a los 80 kilómetros por hora, que en el mundo de los blindados es bastante. De ahí su gran capacidad de disparar y moverse; de esta manera pueden dejar de convertirse en un blanco de respuesta.
Con la ayuda de barras de torsión, suspensiones, bloques de absorción, son más rápidos y maniobrables en terrenos difíciles que los tanques rusos, más lentos y cachazudos. Su autonomía es de unos 550 kilómetros, lo que les aporta una ventaja logística: tienen que detenerse a repostar en menos ocasiones, no siempre al lado de donde operan.
Y algo más. La gran mayoría de los tanques rusos tienen la munición dentro del habitáculo. Cuando son alcanzados por un proyectil, con frecuencia la torreta sale volando. La suerte que corren sus tripulantes es la peor, y no siempre perecen por el impacto recibido, sino por la explosión por simpatía de su propia munición. Los blindados occidentales más avanzados llevan toda su Santa Bárbara alojada en el exterior del habitáculo, lo que elude esta circunstancia.
Una lucha de tecnologías
La ayuda española a Ucrania está tasada en unos mil millones de euros, y el tanque Leopard es una de las piezas más cotizadas. En las fuerzas mecanizadas ucranianas se muestran agradecidos, porque con ellos plantan cara a los ataques rusos en un choque muy descompensado.
La fuerza blindada de los vecinos del norte posee una panoplia de tanques, que van desde los muy pocos Armata que se han visto, hasta T-55, un modelo casi de la Segunda Guerra Mundial cedidos por un estudio de cine. Al final, la lección es sencilla: se trata de una guerra tecnológica, el que posea los sistemas más avanzados, se acaba imponiendo.