The Objective
Tecnología

Los rusos han robotizado un tanque de 50 toneladas para arrasar centros urbanos

El Shturm está en fase de pruebas y Moscú quiere llevarlo al frente ucraniano cuanto antes

Los rusos han robotizado un tanque de 50 toneladas para arrasar centros urbanos

El primer prototipo del tanque Shturm.

La era vaticinada por Terminator está cada día más cerca. Hoy, androides sin más conciencia que la frialdad de sus sensores se acercan a su destino con la única idea de destruir los blancos programados. Si hasta ahora eran solo drones más o menos avanzados de unos pocos kilos, ahora los rusos han desarrollado un tanque de 50 toneladas de acero ideado para arrasarlo todo a su paso.

Se llama Shturm, y Rusia lo ha mostrado por primera vez en su configuración completa. Lo ha hecho en el contexto de unas pruebas de campo recientes en las que, por primera vez desde el inicio del proyecto, han aparecido tanto el vehículo de combate como su unidad de mando móvil actuando de forma conjunta.

Desarrollado por el fabricante estatal Uralvagonzavod para el Ministerio de Defensa de Vladímir Putin, el sistema está construido sobre una base conocida: el chasis del veterano T-72. Se cree que, en algunos casos y aplicaciones, su arquitectura podría acabar montada sobre el más avanzado T-90 debido a necesidades operativas concretas.

La novedad no reside en su base, sino en el concepto: el Shturm es un sistema robótico, diseñado para operar de forma remota, con la capacidad de asumir funciones de asalto en el primer escalón de una ofensiva. El objetivo es claro: entrar donde otros no pueden o no deberían, so pena de estar abocados al desastre.

Las imágenes filtradas, tomadas de fuentes abiertas y difundidas por analistas militares rusos, muestran por primera vez el sistema. En ellas se confirma la existencia de una unidad de combate robótica y de un vehículo de mando capaz de controlar hasta un pelotón de estos sistemas dentro de un radio de 3 kilómetros. El salto no es tanto tecnológico como doctrinal, porque ofrece un nuevo panorama y una intención explícita de usar estos vehículos en misiones reales, no solo en ferias armamentísticas.

El Shturm no está pensado como un único vehículo, sino como una capacitación de distintas plataformas que comparten base y blindaje, pero que adoptan configuraciones distintas según su función. La variante principal, designada como Vehículo de Combate n.º 1, monta un cañón de 125 mm. Se trata de una versión acortada del cañón estándar del T-72, rediseñada para operar en entornos urbanos con limitaciones de espacio. El cañón se acompaña de un cargador automático de 22 proyectiles, una ametralladora de 7,62 mm y un blindaje reforzado que incluye protección reactiva en todos los ángulos.

La torreta, aunque modificada, mantiene el perfil bajo típico del T-72, y a pesar de ello se observan adaptaciones para instalar sensores y las antenas del control remoto. El sistema incluye una hoja topadora —como las de los bulldozers— para despejar obstáculos y sistemas de defensa como barricadas, escombros o vehículos interpuestos. En paralelo, Uralvagonzavod está desarrollando una versión aún más potente con un cañón de 152 mm, lo que convertiría al Shturm en el vehículo de asalto más fuertemente armado de su tipo.

A este modelo se suman al menos tres variantes adicionales: el Vehículo de Combate n.º 2, equipado con lanzallamas; el Vehículo n.º 3, que combina dos cañones automáticos de 30 mm con armamento secundario similar al anterior; y el Vehículo n.º 4, una plataforma lanzacohetes pesada con 16 cohetes termobáricos de 220 mm. Cada una de estas configuraciones cumple un rol específico: ataque directo, supresión de infantería o destrucción masiva de fortificaciones.

El corazón del sistema, sin embargo, no está en el cañón ni en el chasis: está en el vehículo de mando. Este centro de control móvil, también montado sobre un casco de tanque T-72 o T-90, funciona como estación remota desde la que se controlan las maniobras y el fuego de los vehículos robotizados. El vehículo de mando está protegido por un blindaje similar al de los carros de combate tripulados y puede operar en movimiento, lo que refuerza su función como nodo de control en una ofensiva mecanizada.

Un programa ambicioso

A diferencia del Uran-9 (el anterior intento ruso de tanque robótico, que resultó decepcionante en su despliegue en Siria y Ucrania), el Shturm no se concibe como una unidad aislada, sino como parte de un sistema integrado, con doctrina, radio de operación definido y variantes especializadas. Su presencia en las pruebas recientes sugiere que la plataforma ha alcanzado un grado de madurez tecnológica suficiente como para ensayar operaciones coordinadas. De ser así, pronto podría ser usado en el campo de batalla.

A pesar de todo, surgen varias interrogantes. Uno de los prototipos fue observado operando con tripulación a bordo, lo que sugiere que el control remoto, aunque funcional, aún no está completamente implementado o resulta poco fiable en condiciones reales. Tampoco se ha confirmado la resistencia del enlace de comunicaciones en entornos con interferencias electrónicas, una debilidad crítica en zonas de combate como el Donbás, donde el entorno electromagnético es altamente disputado. Si la señal no llega sin interferencias, el Shturm podría quedar varado en territorio enemigo o, lo que es peor aún, ser capturado y volverse contra su propio bando.

Captura de video de las pruebas dinámicas

Desde su primera presentación en 2018, el Shturm ha evolucionado desde una maqueta conceptual hasta un sistema que comienza a ser ensayado en campo con cierta solvencia. El hecho de que se haya mostrado el conjunto completo del sistema, con sus variantes de fuego y su puesto de mando móvil, marca un punto de inflexión. No es aún un despliegue operativo, pero sí un paso más allá de los vídeos promocionales y las pruebas aisladas.

Nueva vida para tanques anticuados

Por otra parte, la reutilización del chasis del T-72 es una elección lógica, no solo por disponibilidad, sino por mantenimiento y logística. A pesar de su alta cadencia de consumo en Ucrania, Rusia posee miles de unidades almacenadas desde la Guerra Fría, y su infraestructura de reparación está optimizada para esta plataforma. A nivel doctrinal, el uso del Shturm para atacar defensas urbanas refleja una preocupación persistente: cómo avanzar en este tipo de entornos sin asumir pérdidas inaceptables. En ese sentido, los vehículos rodantes no tripulados representan una solución equilibrada entre el fuego masivo y la protección de tropas.

No hay información pública sobre si el sistema ha sido probado con fuego real enemigo, ni sobre su desempeño frente a drones kamikaze, minas controladas a distancia o equipos antitanque modernos. Su efectividad real, por tanto, sigue siendo una incógnita.

Lo que plantea el Shturm no es tanto una revolución tecnológica como una adaptación pragmática a una necesidad cambiante e imprevista. En lugar de esperar una inteligencia artificial autónoma, el complejo confía en el control humano a distancia, y lo hace desde una plataforma conocida y probada. No se trata de reinventar el tanque, sino de eliminar al tripulante.

De momento, IA no

El sistema refleja una evolución más lenta, pero también más realista que otras iniciativas como el Armata o los drones terrestres completamente autónomos propuestos. La presencia de una hoja topadora, protección reactiva integral y armamento pesado en todas las variantes indica que su uso previsto no es la vigilancia o el reconocimiento, sino el asalto directo. La eliminación de emboscadas, el ingreso a zonas fortificadas y la destrucción de focos de resistencia urbana parecen ser su propósito real.

Rusia busca así una forma de proyectar poder terrestre sin multiplicar sus bajas. Si el Shturm logra operar en modo completamente remoto y mantener comunicaciones estables bajo fuego enemigo, podría convertirse en una herramienta útil para entornos como Mariúpol, Bajmut o Severodonetsk, donde el combate urbano ha sido brutal y costoso para las fuerzas de Moscú.

El éxito no está garantizado, pero si el sistema logra madurar, no sería extraño que su adopción se acelere, sobre todo en conflictos de baja intensidad o en ofensivas urbanas de gran desgaste. Por ahora, el Shturm es una promesa, pero ver a una promesa de 50 toneladas avanzar hacia ti haría huir hasta a los androides más valientes.

Publicidad