César Vallejo murió en París con aguacero
Hay un monumento en Perú a la memoria de César Vallejo (1892-1938) que está viejo y dañado, torturado por el tiempo tras más de medio siglo expuesto a la calle y las aves de ciudad; en alguna época, cuentan los cronistas limeños, la obra sirvió de letrina para vagabundos y de superficie para grafiteros. La estatua de acero que creó el artista vasco Jorge Oteiza subsiste como puede a pocos metros de una iglesia en Lima; igual lo hace el trabajo que Vallejo dejó en herencia: especialmente su poesía y sus ensayos, también sus relatos en prosa. Algunos de ellos todavía resisten con dignidad frente a la erosión inevitable del tiempo.