Cinco vinos tintos para una noche de verano
¿¡Quién dijo miedo!? Los tintos también son para el verano, sólo hay que encontrar el momento y cuando empieza a caer la tarde es una muy buena elección
La propuesta nace de la idea de que el vino es siempre grata compañía, aún en los más calurosos meses de verano, y en la amplísima gama de tintos existentes son abundantes y reseñables las alternativas capaces de sorprender a todo el que le da esa oportunidad incluso en fechas veraniegas. Bien elegido y tratado (servido a una temperatura adecuada) pueden resultar también refrescantes. Insistiendo una vez más en que las cubiteras y el hielo son indispensables aliados no solo de blancos, espumosos o finos, sino también de tintos. Cualquier etiqueta la disfrutarán el doble en estas calurosas semanas si tiene a mano a esa inseparable pareja.
Con estas mínimas prácticas se puede tirar de vinos tintos en cualquier época del año, y en verano sacarlos de barbacoa, acompañando un picoteo o con la mejor propuesta gourmet. Hay referencias para todos los gustos y momentos y estas cinco botellas son buena muestra de ello. Cinco tintos aromáticos, con buen cuerpo y frescura, que se pueden entender con variada gastronomía…
Finca Martelo 2019
Una primera recomendación es la más reciente añada de este vino de la rioja alavesa y que elabora Torre de Oña. Finca Martelo 2019 (25 €) es un tempranillo con un 5% de mazuelo, garnacha y viura, uvas todas de más de 60 años presentes en la parcela de la que recibe el nombre, y que ha tenido una crianza de 24 meses en roble francés y americano. Un tinto cargado de aromas de frutillos rojos, balsámicos, hierbas aromáticas, especias y toques de pastelería, notas que se acompañan de una boca carnosa, jugosa, con frescura y largo paso.
Marañones 2020
La siguiente elección se localiza en el municipio madrileño de San Martín de Valdeiglesias y sale al amparo de la DO Vinos de Madrid. Marañones 2020 (18 € aprox.) es un tinto de garnacha de viñedos ecológicos de Bodega Marañones, propiedad del grupo Alma Carraovejas. Las uvas proceden del Paraje Marañones, a unos 800 metros de altitud y plantadas sobre suelos graníticos, una de las señas de identidad de la zona y que aporta frescura y mineralidad a los vinos. Hizo la fermentación alcohólica en tinos de roble francés y tuvo una posterior crianza de un año en barricas de 500 litros y fudres de 30 hectolitros. Un vino balsámico, con notas de fruta roja y montebajo; fino, equilibrado, sabroso, con una boca cargada de aromas frutales y buena persistencia.
Trepat Cara Nord 2021
De la bodega leridana Cara Nord, en la denominación de origen Conca de Barberá, este monovarietal de trepat (15 €), variedad autóctona y símbolo en la comarca. Elaborado con uvas plantadas a 800 metros de altura, entre robles y encinas, sobre suelos pobres y arcillo-calcáreos –de pizarra y guijarros–es la Sierra de Prades, es un tinto de producción limitada que no tiene contacto alguno con la madera. Al final un vino intenso en nariz, con abundancia de fruta roja y silvestre, notas florales y fondo herbáceo. Fresco en boca, aromático, frutal y de nuevo esas notas herbáceas agradables en un paso persistente.
Monteabellón 5 meses 2021
Otro de los ‘jóvenes’ de esta entrega, si bien es cierto que como ya adelanta en el nombre ha permanecido varios meses de crianza en barrica. En todo caso, este Monteabellón 5 meses (9,70 €) es el tinto ‘más pequeño’ de la familia Bodegas y Viñedos Monteabellón. Un tempranillo de la Ribera del Duero plantado en un terreno franco-arcilloso a más de 800 metros, de donde obtienen vinos con buena concentración frutal y cuerpo. Éste es intenso en aromas, aparecen frutillos negros, fruta roja madura y notas cremosas. En la boca tiene cierta untuosidad además de estructura (cuerpo) y una buena frescura.
Finca Monastasia Pie Franco monastrell 2021
Para terminar una referencia de tierras jumillanas elaborada con monastrell, uva emblemática de la denominación, de la bodega albaceteña Finca Monastasia. Este Finca Monastasia Pie Franco (20 € aprox.) procede de un viñedo con más de 80 años, plantado en suelos franco arenosos a más de 850 metros de altitud, y ha permanecido un año en barrica (donde antes realizó la fermentación maloláctica) antes de ser embotellado. Presencia destacada de fruta negra, aromas de montebajo, hierbas aromáticas, toque floral y recuerdo mineral. Boca sabrosa por una sensación golosa (de fruta madura), con volumen y agradable rusticidad en el paso que hace salivar.
Los vinos referidos responden exclusivamente a un criterio profesional y de calidad