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Castillo de Canena, la empresa de Jaén con el aceite mejor valorado por la principal guía internacional

A la hora de examinar la calidad del aceite de oliva, se tienen en cuenta cuatro parámetros fundamentales: el tacto durante el proceso, el aroma, el sabor y la calidad. A partir de ellos existen guías internacionales —la más respetada es Flos Olei— que, a tenor de lo dicho, realizan una valoración sobre 99 puntos y una clasificación entre los mejores de todo el mundo. Entre los privilegiados se encuentra Primer día de cosecha, un producto limitado de Castillo de Canena y producido en Jaén que, en su decimotercera edición, ha obtenido la puntuación máxima: 99 de 99. Por séptimo año consecutivo. Tanto para su versión Primer día de cosecha picual como para su Primer día de cosecha Arbequina.

Castillo de Canena, la empresa de Jaén con el aceite mejor valorado por la principal guía internacional

A la hora de examinar la calidad del aceite de oliva, se tienen en cuenta cuatro parámetros fundamentales: el tacto durante el proceso, el aroma, el sabor y la calidad. A partir de ellos existen guías internacionales como Flos Olei [la más prestigiosa] que, a tenor de lo dicho, realizan una valoración sobre 99 puntos y una clasificación entre los mejores de todo el mundo. Entre los privilegiados se encuentra Primer día de cosecha, una colección limitada de Castillo de Canena y producida en Jaén que, en su decimotercera edición, ha obtenido la puntuación máxima por séptimo año consecutivo: 99 de 99. Tanto para su versión Primer día de cosecha Picual como para su Primer día de cosecha Arbequina.

El proceso de obtención del aceite, lejos de abandonarse a los azares de la naturaleza, tiene mucho de vigilancia científica. Requiere seguir en tiempo real la situación fisiológica de los olivos y atender a sus necesidades, estar al tanto del periodo concreto de maduración de la oliva y estar preparado para el primer día de cosecha. Esta labor, hoy en día, sería imposible sin la aplicación de una tecnología a medida. La empresa jienense asegura que, este año, el logro de la máxima valoración ha sido un motivo de orgullo añadido.

Primer día de cosecha: la celebración del mejor aceite del mundo
Primer día de su cosecha, en su versión Picual y en su versión Arbequina. | Foto: Castillo de Canena

“Este año ha sido especialmente complicado puesto que, por un lado, se ha producido un retraso acusado en el estado de maduración de los frutos y, por otro, las precipitaciones recogidas a partir del inicio del mes de octubre han dificultado la propia recolección”, explica Francisco Vañó, director general de Castillo de Canena. “Ha sido necesario esperar pacientemente hasta alcanzar un estado fenológico de los frutos apropiado para obtener excelentes zumos”.

Ahora, el producto viaja desde las tierras de Jaén, donde se encuentra Castillo de Canena desde su nacimiento en 1780 bajo el amparo de la familia Vañó, hasta casas y restaurante de todo el mundo. Porque el producto, si bien tiene su origen en España, estará presente en Japón, Estados Unidos, Japón, Australia, Francia y otro medio centenar de países.

Para facilitar su extensión por otros territorios, el Primer día de cosecha confía en cada edición en un rostro reconocible que apadrina y bautiza la colección especial con un broche perfecto: el diseño de la etiqueta de la botella. En esta ocasión, Castillo de Canena cuenta con el escritor Juan Eslava Galán (Premio Planeta en 1987), que sucede a otros como el jugador de baloncesto Pau Gasol, el torero Enrique Ponce o el cineasta Álex de la Iglesia.

El autor de En busca del unicornio ha tenido claro que la etiqueta debía estar cargada de simbolismo. Por ello ha solicitado el estampado sobre el dibujo de dos monedas romanas del busto del emperador Adriano para el Picual y de la lechuza de la diosa Atenea —representación de sabiduría— para el Arbequina. Eslava Galán no esconde sus razones.

“Desde tiempo inmemorial el Primer Día de Cosecha es objeto de celebración especial en el mundo mediterráneo del olivo”, argumenta. “En este sacralizado día los griegos consagraban la cosecha a Atenea, diosa del aceite y de la sabiduría, y con las aceitunas recogidas por los alegres romeros hacían una primera molienda cuyo aceite se consagraba a la divinidad y se consumía tanto en las lámparas de su templo como en el banquete ritual de sus devotos. Esa memoria se ha transmitido a lo largo de las diversas culturas que han exaltado el aceite y llega a nosotros con el fervor y la celebración de su origen”.

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