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La tragedia de Biescas, 25 años después

La avalancha de barro, troncos y piedras en el camping dejó a su paso 87 muertos y más de 180 heridos

La tragedia de Biescas, 25 años después

La avalancha de barro, troncos y piedras en el camping dejó a su paso 87 muertos y más de 180 heridos

Nada hacía sospechar la tarde del 7 agosto de 1996 a los más de seiscientos veraneantes que pasaban unos días en el camping Las Nieves de Biescas (Huesca) que el oscuro cielo que se cernía amenazante sobre ellos deviniera en una tragedia que, 25 años después, todavía impregna de barro y dolor el alma de los supervivientes.

La mayor parte de las familias corrieron a refugiarse en sus tiendas de lo que creían iba a ser una fuerte tormenta, sin saber que muchas de ellas estaban ubicadas en el cono de deyección del barranco del Arás, un torrente ubicado en el monte bajo el que se localizaba el camping y que ya había demostrado un comportamiento violento unas décadas antes.

En la gigantesca caldera del barranco se produjo entonces una tormenta con registros entre 200 y 250 litros por metro cuadrado que llegaron hasta los 500 durante algo más de 8 minutos, lo que generó un tsunami de proporciones colosales que se dirigió hacia la zona de acampada arrastrando piedras, troncos y barro y desbordando la canalización construida.

Una gran ola, recuerda aún Sergio Murillo, que golpeó la tienda de campaña en la que se encontraba junto a sus padres y a dos hermanos, ninguno de los cuales consiguió sobrevivir a la familia.

Un cuarto de siglo después, Sergio, que tenía entonces 16 años, recuerda aún, en declaraciones a Efe y de forma vívida, que el tsunami «vino de golpe y no nos dio opción», llevándose 87 vidas y dejando más de 180 heridos.

Después, en su mente se mezclan un torbellino de imágenes y sonidos a gran velocidad de agua, piedras y troncos, y una mano salvadora que le desenganchó de la rama en la que estaba atrapado.

Pero lo peor estaba por llegar, porque alguien le comunicó horas más tarde que había perdido a padres y hermanos, sin saber aún que tendría que irse a vivir con unos tíos que, afirma, le acogieron como a un hijo más.

El día después de la tragedia

La mañana siguiente reveló con crudeza la intensidad de la tragedia y la devastación de una zona casi de guerra por la que aún deambulaban, cubiertos de barro y aturdidos, algunos de los clientes del camping en busca de sus familiares.

Mientras tanto, voluntarios, bomberos, Guardia Civil y agentes de protección civil se afanaban en buscar bajo el barro a más víctimas, sobre un escenario de coches volcados y de objetos personales caídos, entre otros, como las imágenes de los reporteros gráficos recogieron, un ejemplar con marcapáginas de la novela de Javier Marías «Mañana en la batalla piensa en mí».

En la memoria de las víctimas y de los integrantes de los equipos de rescate queda, sobre todo, la generosa y cálida solidaridad de los vecinos de Biescas y de otros habitantes de valle, volcados en acoger y dar calor y afecto a los campistas y en alimentar a los rescatadores.

Y después empezó un largo proceso judicial que se prolongó por espacio de una década y que dejó fuera a algunas de las familias de las indemnizaciones finalmente impuestas por vía civil a las administraciones responsables, Confederación Hidrográfica del Ebro y Gobierno aragonés, por un importe global de algo más de 11 millones de euros.

Fuente: EFE.

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