El regreso de The Stanley Parable, el juego que rompió los moldes de la metanarrativa

Hay momentos que definen nuestra relación con los videojuegos, y uno de los más importantes, sin duda, es cuando jugamos a The Stanley Parable. La historia de un oficinista anodino que es, en realidad, un título autoconsciente que juega al escondite consigo mismo; que se divierte leyéndonos el pensamiento y anticipándose a nuestros movimientos para ramificar su historia mientras avanzamos por ella. Su mismo nombre nos lo deja claro: estamos ante una parábola que nos habla sobre la falacia de la autodeterminación y el libre albedrío. 

Es imposible no sentir fascinación por el juego escrito por Davey Wreden allá por 2011. Por más que se ría de nosotros, cedemos a la tentación y comenzamos desde cero una y otra vez, intentando descubrir sus costuras y encontrar el hueco por el que filtrarnos para que no nos «pille» en cada nueva visita. Pero vuelve a hacerlo, queramos o no. Si decidimos que el bueno de Stanley tome una ruta totalmente ilógica por la oficina, el juego tendrá preparada una respuesta para ello. Si optamos, incluso, por no hacer nada, por quedarnos en el cubículo sin movernos… también acabaremos en una nueva ramificación. El prodigio metanarrativo que es The Stanley Parable va más allá de sus límites para seguir contándonos historias e interactuando con nosotros: uno de sus logros ocultos en Steam solo puede desbloquearse si pasamos cinco años sin abrir el juego. Por supuesto, tenemos que acordarnos de regresar a él en el día preciso. 

Es inevitable experimentar uno de esos «momentos eureka» mientras jugamos. Sentir que estamos ante algo realmente especial, como lo sintió el diseñador de niveles William Pugh cuando se encontró con el prototipo que un todavía amateur Davey Wreden compartía en su página web, meses antes de su lanzamiento oficial. La casualidad y el destino quisieron que el jovencísimo escritor, de solo veintidós años en aquel momento, estuviera buscando un diseñador que le ayudara a completar el juego. Justo lo que Wiliam Pugh podía darle. En una entrevista que ambos ofrecieron a Rock Paper Shotgun, en 2014, cuando The Stanley Parable ya se había convertido en el nombre decisivo que es hoy en día, Pugh recuerda cómo leyó el mensaje de Wreden buscando ayuda en un foro, de madrugada, después de jugar durante horas sin parar. Le escribió de inmediato y le envió una muestra de los trabajos que había realizado hasta el momento, mods elaborados con el motor Source de Valve. A Wreden le encantó, aunque tenía a otro candidato prometedor, dijo. Pugh se lo tomó como un reto y volvió a enviar otro nivel de muestra, ante lo que Wreden contestó con nuevas alabanzas. «Vaya, esto mola mucho. Estaré encantado de seguir hablando del tema».

A estas alturas, eran ya las seis de la mañana. Tenemos a un William Pugh que no había dormido, completamente entusiasmado ante la posibilidad de formar parte del proyecto que era The Stanley Parable. Probablemente por ello su cerebro le traicionó, y leyó el mensaje tal como le interesaba: creyó que Wreden le estaba ofreciendo el trabajo, sin más. Contestó agradeciéndoselo con efusividad… y Wreden se sintió demasiado avergonzado para sacarle de su error. Un «feliz malentendido» que dio inicio a su colaboración, y al desarrollo de una obra maestra. 

Once años más tarde, y después de reflexionar sobre las vanidades y las miserias del éxito creativo en su segunda obra, The Beginner’s Guide, Davey Wreden se encuentra al comienzo de lo que parece ser una nueva etapa en su carrera como desarrollador, abandonando el ostracismo voluntario para convertirse en una de las cabezas visibles del estudio Ivy Road. William Pugh, por su parte, se encuentra al frente del estudio CrowsCrowsCrows, especializado en títulos experimentales. Y a punto de culminar, por fin, un proyecto por el que los aficionados llevan años suspirando: el lanzamiento de la edición Ultra Deluxe de The Stanley Parable. 

Durante algún tiempo, casi parecía que iba a ser una broma metanarrativa más. Una nueva edición con más finales, más contenido, todo ello respondiendo a las demandas de los fans; justo lo que no se esperaría de un juego que en realidad no quiere ser juego. De hecho, en la página web de CrowsCrowsCrows se muestran sucesivas fechas de lanzamiento, todas ellas tachadas:  ̶2̶0̶1̶9̶ ̶2̶0̶2̶0̶ ̶2̶0̶2̶1̶, hasta llegar a 2022. Aunque la página de Steam no muestra una fecha definitiva, sí dice que estará a la venta «a principios de 2022». Es de suponer que antes de que finalice el primer trimestre. Además de ese contenido adicional que «volverá el laberinto más grande», el juego contará con un aspecto gráfico más pulido, acorde a los nuevos tiempos, y también será lanzado en consola. 

Que Pugh haya recogido el testigo de The Stanley Parable y se haya hecho cargo de su legado, por decirlo de algún modo, parece un paso completamente natural teniendo en cuenta la trayectoria de CrowsCrowsCrows. Un estudio que reflexiona sobre su propia razón de ser, convirtiendo la definición de «experimental» en un concepto flexible, capaz de adaptarse como un guante a todo tipo de iniciativas. Lo mismo nos sorprenden con la deconstrucción de un robo en clave teatral en el juego Dr. Langeskov, The Tiger, and The Terribly Cursed Emerald que recrean un «MMO maldito para navegador», creado por los miembros de su comunidad de Discord, a la sazón lugar de celebración de una conferencia paródica para desarrolladores: The Club. O convierten el marketing en un chiste y le dan la vuelta a la noción de newsletter, poniéndonos a nosotros al mando con este generador automático, un juguete en sí mismo. Es bastante difícil definir a qué se dedican CrowsCrowsCrows, a veces más cercanos a la mentalidad dadaísta que a un estudio de videojuegos al uso. 

Lo que está claro es que The Stanley Parable volverá a estar en el punto de mira muy pronto, y es bastante probable que nuevas generaciones de jugadores lo descubran por primera vez. Ni el mundo del videojuego es igual que hace once años, ni los entornos de conversación en torno a él o a sus posibilidades expresivas funcionan del mismo modo. Será de lo más interesante comprobar cómo la historia de Stanley sigue expandiéndose en nuevas ramas gracias a este salto en el tiempo, y al modo en que la recibirán estas nuevas miradas.