Anatxu Zabalbeascoa: «Alguien que se esfuerza por entender la vida del otro, merece la verdad»
La periodista recoge en su libro ‘Gente que cuenta’ una selección de las entrevistas realizadas durante los últimos 15 años para El País Semanal
Cuenta Antonio Muñoz Molina que la táctica de Zabalbeascoa es de naturaleza sigilosa: «Cuando se encuentra frente a la persona a la que va a entrevistar ha aprendido mucho sobre ella, pero su actitud es siempre respetuosa, hasta contenida, porque a veces se le nota que siente por la o el entrevistado una simpatía e incluso un entusiasmo mucho mayores de lo que manifiesta». Es una cuestión de respeto. Y nos lo confirma la propia Zabalbeascoa al teléfono, un mediodía de abril, al decir que «no se trata tanto de mirar a los ojos a los entrevistados, la proximidad con ellos se consigue demostrando un conocimiento de esa persona».
Y lo dice Zabalbeascoa porque, hasta hace dos años, las entrevistas siempre las hacía presencialmente, pero, con el correr de la pandemia, se ha visto obligada a hacer entrevistas por teléfono y por Zoom. Entrevistas que no necesariamente han de ser peores que las presenciales. «Se trata de ir ajustando las preguntas, de no ser pedante y de aprovechar el tiempo que tienes. Se trata de preguntar bien», nos dice firme, pero con humildad, Zabalbeascoa.
Porque lo que se pierde con la presencialidad, esas acotaciones visuales que marcan el respeto hacia el otro, se puede dar de otra manera. Y pone Zabalbeascoa como ejemplo su reciente entrevista con Patti Smith, que fue telefónica y en la que, sin embargo, fue capaz de transmitirle esa misma consideración y deferencia con la voz y los silencios, tras un ataque de tos que le había dado a la cantante, poeta y narradora underground. Así, la delicadeza puede también sellar la confianza, aunque entrevistadora y entrevistada no pudieran verse en ese justo momento. Detalle que señala cómo las acotaciones no han de ser necesariamente visuales, sino que la cortesía es capaz de encontrar otras sendas. A ello se le suma el clima de confianza y cercanía que permite el interesarse en profundidad por la vida del otro y que se consigue demostrando seriedad. Y lo más importante: desactivarte los prejuicios de la cabeza, no preguntar lo ya preguntado. Estar siempre al servicio de la conversación. Todo ello para establecer un pacto tácito con los entrevistados, pues que «alguien que se esfuerza por entenderla vida del otro, merece la verdad», arguye la periodista. Anatxu Zabalbeascoa opina que en una hora u hora y veinte, que es lo que le suelen durar a ella las entrevistas, ya es suficiente para poder llegar a conseguir esa verdad del personaje para poder transmitirla al lector, una verdad (o a veces más, depende) de las muchas que puede haber. Y ello porque pasado ese lapso de tiempo, la persona entrevistada comienza a cansarse y se distrae.
«Una escritora de periódico escribe para cualquier lector, para el que sabe todo de un tema y para el que no sabe nada. Mis entrevistas tienen que aportarles a los dos»
A Zabalbeascoa, aunque haya de pasar mucho más tiempo con los entrevistados, le gusta hacer las entrevistas de entrada, «me funciona hablar lo menos posible antes», nos dice. Y es que, es cierto que «cuanto más tiempo conoces a una persona se suelta más, pero jamás vuelve a repetir las cosas que te ha dicho como te las ha dicho la primera vez». En resumen, que si no es de este modo, se pierde espontaneidad. Respecto a cuál sería su lector ideal, Anatxu Zabalbeascoa tiene siempre en mente a su madre. En el sentido de que piensa en una persona que no necesariamente ha de saber demasiado de la persona entrevistada ni de su trabajo. «Yo escribo para cualquier lector -nos dice la periodista-, porque soy una escritora de periódico, y una escritora de periódico escribe para cualquier lector, para el que sabe todo de un tema y para el que no sabe nada. Mis entrevistas tienen que aportarles a los dos». Se trata, nos comenta, de buscar arquetipos, de cosas que nos interpelan a todos. De hablar de la vida que conocemos (o de la que querríamos conocer). Se trata de llegar a un nivel de profundidad que pueda interesar a todo el mundo. Y no es cuestión de rebajar el nivel, sino más bien al contrario: «Traduces, ajustas, lo acercas al lector», sentencia.
La dedicación (y el aprendizaje) de toda una vida
Zabalbeascoa hizo su primera entrevista en un taxi, en la primavera de 1991. Al lado estaba el diseñador Philippe Stark junto a su mujer Brigitte Laurent. No quería dar entrevistas, así que se las tuvo que ingeniar para acompañarles al aeropuerto y aprovechar el trayecto. Tres años después comenzaría a publicar en El País Semanal, en 1994. Sin embargo, en el reciente volumen, la entrevista más antigua es la de Zaha Hadid, que salió en el suplemento dominical del diario el 13 de enero de 2008. En total son 27 las que se recopilan aquí. Y sus perfiles son diversos, aunque con tendencia hacia el mundo de las artes: música, narrativa y ensayo, cine, diseño, arquitectura, poesía, fotografía, arte contemporáneo, sociología. Pero también sobre urbanismo, ecología, ciencia, atletismo o paisajismo.
En Gente que cuenta, además de las entrevistas tal y como fueron publicadas en su momento, se incluye una suerte de addenda; añadiduras, para cada una de ellas, donde la autora da cuenta de todo aquello que queda afuera del texto y que se suele dejar sin publicar en virtud del libro de estilo de El País: las cosas que pasaron antes o después o asuntos referentes a la propia entrevistadora. Tales aditamentos son anécdotas, detalles que no figuran en la entrevista, pero que aportan información.
Perfilar las vidas ajenas
Zabalbeascoa siempre quiso hacer entrevistas, un tipo muy particular de entrevistas, más bien, las que se hacían (y se siguen haciendo) en El País Semanal. Un tipo de entrevista que no pende de la campaña de promoción o de una gira, tourné o acontecimiento sobrevenido, sino que trata de abordar la complejidad de una vida y de una carrera; un modelo particular de entrevista para el que el tiempo juega a favor.
Ella misma escribe que, como entrevistadora, busca «entender una vida, el hilo de plata del que hablaba Agnes Martin, que invita a tirar de él y termina por explicar la historia». Así, se trata de entrevistas que se buscan más en lo literario, en la concatenación de hechos. Entrevista perfil, retratos vitales que retratan una vida: «Las circunstancias, los pensamientos, la trayectoria y la evolución de una persona», nos cuenta. Se trata de un tipo de entrevistas que necesita espacio y tiempo. Tiempo para prepararlas. Tiempo para conocer a la otra persona. Ello implica que Zabalbeascoa no suele poder hacer más de dos entrevistas al mes. Pero también tiene su parte buena, y es que Zabalbeascoa propende a elegir personajes menos conocidos, aquellos que aparecen menos en los diarios.
«Una parte muy importante de mis entrevistados son mujeres, mujeres que la gente descubre y flipa y se enamora de ellas»
«Una parte muy importante de mis entrevistados son mujeres, mujeres que la gente descubre y flipa y se enamora de ellas», nos cuenta. Gran parte de sus entrevistados lo son por decisión propia, interés que proviene de una lectura, algo que le ha interesado o un tema que le salta a la vista, al encuentro, que se le presenta al llamado de su curiosidad. «Es un proyecto mío personal que tengo la enorme fortuna de poder hacer en el medio que siempre quise hacerlo. Un medio que me apoya», sentencia la entrevistadora, refiriéndose a sus entrevistas para EPS. Y es que, a veces, tarda en cerrar las entrevistas un mes y, en otras ocasiones, pueden pasar hasta dos años. Y sucede lo mismo con su publicación. Ello supone, por otra parte, una implicación personal, ya que la periodista ha de encontrar maneras de poder rentabilizar sus viajes, bien quedándose en casas de amigos (como es el caso del momento en el que discurre esta entrevista, con Zabalbeascoa alojada en casa de una amiga, en La Coruña) o tratando de coordinar varias piezas en un mismo viaje o desplazamiento para que este salga rentable. No es menos cierto, sin embargo, que Zabalbeascoa no vive exclusivamente de estas entrevistas (aunque sea la ocupación a la que dedica más tiempo), sino que dispone de otras fuentes de ingresos. La periodista nos resume así su trabajo: «Es fascinante, agotador, pero poco rentable. Es una suerte, sin embargo, poder elegir algo en lo que no prima la economía». Y concluye: «Un lujazo poder hacerlo». Y un lujo para nosotros, también, los lectores, poder leerlas.