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Patricia Sornosa: «¿Por qué de repente se considera un delito de odio ser feminista?»

La cómica sigue presentando ‘Flores’ en medio de las polémicas surgidas a raíz de su participación en ‘Estirando el chicle’

Patricia Sornosa: «¿Por qué de repente se considera un delito de odio ser feminista?»

Patricia Sornosa | José Miguel Ortiz

Además de ser el título de su obra teatral, Flores es el segundo apellido de la cómica Patricia Sornosa (Manises, 1977). Con ello quiere poner en valor su linaje materno y a todas las mujeres que la han acompañado, que son las de su familia. «Es realmente un homenaje a mi madre. La gente no me llama Patricia Sornosa, sino Sornosa, pero esta otra parte está [su segundo apellido] y yo creo que tiene mucha importancia», empieza contando la entrevistada por teléfono a THE OBJECTIVE. Para ella es fundamental: «Si no es por mi madre, yo no estaría aquí. No sé por qué va el apellido materno el segundo, cuando está claro que es de donde se viene».

PREGUNTA. ¿Sabías qué era el feminismo en casa?

RESPUESTA. No. En casa, estos temas nunca se han hablado. Ahora sí, un montón, pero yo no sabía lo que era ni de qué iba la vaina. Tampoco fue para mí el feminismo un flash, que me pasara algo y me cambiara, sino que fue algo progresivo. Siempre me he hecho preguntas y había algunas que me llamaban la atención, como el hecho de que siempre se encargaran de cuidar las cosas de casa las mujeres. Yo tengo una familia muy amplia, somos muy familiares, y todas mis tías, aunque son distintas, tienen esto en común: a todas las que trabajan, y no solo fuera de casa, les toca encargarse de los hijos, de las comidas… También me llamaba mucho la atención, cuando tuve mi primer novio, que en su casa las cosas fueran diferentes, porque quien cocinaba era el padre. Habían vivido muchos años en Inglaterra y en Alemania, porque se fueron a trabajar fuera, y a mí eso me fascinaba, porque los ejemplos que tenía alrededor eran de familia tradicional.

P. ¿Qué edad tenías cuando viste esto en casa de tu novio?

R. Como con 14 años o así. También me ha llamado mucho la atención el tema de la prostitución, porque todas son mujeres. ¿Qué sistema de creencias hay detrás de esta realidad? Lo veía con ojos de extraterrestre. ¡Hostia! Ya no es que no me parezca normal que la gente se prostituya, sino que me parece muy raro que siempre sean mujeres.

P. Hay quien cuenta que ni cerrando los prostíbulos se acabará con la prostitución, ya que seguirían ejerciendo en pisos clandestinos.

R. Sí. El tema de la prostitución está cambiando mucho. Hace poco fui a un seminario sobre ese tema y se hablaba de que tenemos esta idea de que la prostitución es en los prostíbulos, pero ahora se está llevando a cabo en Internet, que es por donde más se contacta con las chicas,  porque desde jóvenes se las intenta captar. Físicamente se está dando más en pisos y en coches, rollo Uber y cosas así. Está cambiando muchísimo la manera, pero la idea que hay detrás es la misma.

Patricia Sornosa | José Miguel Ortiz

P. ¿Prohibir la prostitución sería una manera de ponerse solución a esto?

R. No. El abolicionismo es otra cosa muy diferente de la prohibición. Una de las maneras más eficaces de hacer que las mujeres no tengan que prostituirse es asegurarles su supervivencia por otros sitios.

P. ¿Como cuáles?

R. Con ayudas, por ejemplo. Es lo que se me ocurre a mí, ¿eh? Con ayudas y también sobre todo con trabajar en la educación. Habría que cambiar la creencia que hay detrás: que las mujeres estamos aquí para satisfacer sexualmente a los varones, entre otras cosas. Otra cosa que hay detrás es la esclavitud doméstica, porque tenemos que ser sus sirvientas, cuidar de sus hijos… Cosas que aún son creencias arraigadas.

P. ¿Es posible que, debido a esta creencia, nuestras madres, abuelas… siempre hayan adoptado este rol porque no conocían otras cosas que las podían hacer libres?

R. Claro. La libertad es una palabra que es demasiado grande y tiene muchísimas cosas detrás. Pensamos que muchas decisiones que tomamos lo hacemos de una forma libre. De hecho, si le preguntaras a muchas amas de casa -sobre todo si no las conoces y si la conversación es superficial- te van a decir que lo han elegido ellas. Cuando trabajas esa idea desde la pausa o desde una conversación más sincera, empiezas a darte cuenta de cuántas opciones tenías para elegir. ¿La libertad es elegir entre lo que te propone otro? ¿Hay un acondicionamiento detrás de tus elecciones? ¿Hay una cultura? ¿Un caldo de cultivo? ¿Determinadas ideas, libros o revistas? ¿Se te está dirigiendo hacia algún lugar? Creo que es un poco ingenuo pensar que los seres humanos no tenemos condicionamientos mentales.

P. «Me parece de estúpidos usar el término feminazi. ¿Cuál es el holocausto feminazi? ¿Hombres teniendo que planchar sus propias camisas?», dices en uno de tus monólogos.

R. Sí. Eso pasa también ahora con este tema que está tan de moda y que he oído ya a dos o tres influencers, en relación a la transfobia y al género, como es comparar a las feministas con nazis. No puede ser que el holocausto para las mujeres se base en cosas tan pequeñas, como hacer preguntas o decirte que te hagas responsable de tu parte de las tareas, por ejemplo. No puede ser que cada cosa que a ti te toque los huevos se tenga que comparar con la Segunda Guerra Mundial. Es muy egoísta. Por supuesto que no tiene nada que ver con el nazismo; ser crítica con la ideología de género tampoco. Y todos estos influencers que dicen cosas así lo saben; sus cuerpos lo saben. Si fueran un martes por la noche cruzando un parque y a la derecha se encontraran con dos neonazis y a la izquierda seis feministas radicales, saben perfectamente por qué lado irían. Por primera vez cogerían el lado de la izquierda. Saben que las feministas no les van a hacer daño. ¿A qué viene esta estupidez de compararnos con nazis? ¿Qué vamos a hacer? ¿Una batucada? ¡Cuidado! ¿Un eslogan chungo? Eso es todo lo peor que te puede pasar con nosotras.

«Me parece precioso los hombres que están bien enfocados y hacen cosas por las personas que aman. Las mujeres también las hacen, no te digo que no, pero los hombres son criaturas fuertes y muy poderosos»

P. «Lo peor que te puede pasar si eres feminista es ser heterosexual», cuentas también. ¿Es así?

R. (Risas) Sí. Lo sostengo. Fue una broma que venía a decir que si eres heterosexual y eres una mujer, por muy feminista que seas, vas a acabar comiéndosela a tu opresor, porque la biología te va a llevar a ese lugar. El otro día bromeaba de ello en un bolo: chicas, con dos meses que nos comprometamos todas a no comer pollas, esto cambia. Pero hay que comprometerse en serio.

P. ¿Crees que los hombres, poco a poco, seremos cada vez menos necesarios?

R. No, no lo creo. El otro día estaba pensándolo… Veo en los hombres cosas que me encantan. Sé que es un poco sexista decir esto, pero me quedo embobada cuando son animales más de acción. Eso es algo que me gusta mucho y que veo en los hombres y que intento imitar, porque de verdad me gusta dejar de hablar tanto para hacer cosas. Me parece precioso los hombres que están bien enfocados y hacen cosas por las personas que aman. Las mujeres también las hacen, no te digo que no, pero los hombres son criaturas fuertes y muy poderosos. Cuando los veo hacer cosas por los demás, se me cae el alma al suelo y pienso: «Qué cosa más bonita». Lo que pasa es que por el egoísmo que está tan presente en los seres humanos y en unos animales sociales tan fuertes con acceso al poder, las conductas egoístas que tienen son de un mayor calado.

Patricia Sornosa | José Miguel Ortiz

P. ¿Qué está pasando últimamente, cuando el humor se tiene que explicar?

R. ¿Sabes lo que creo que está pasando? No son buenas noticias: creo que los seres humanos estamos muy, muy, muy identificados con nuestros pensamientos, hasta el punto -de verdad- de creer que somos lo que pensamos. Entonces, si alguien desafía tu pensamiento, que es algo que sucede con la buena comedia, crees que te está criticando o te está cuestionando a ti. Es por eso que no permitimos el pensamiento crítico y mucho menos si viene acompañado de una risa. Es que es tan limitado creer que solo eres lo que piensas… Incluso tú mismo te paras la capacidad de crecer. Si tus pensamientos nunca cambian, significa que eres muy pequeño.

P. Estaba pensando en la discusión que tuviste hace unos días con Elizabeth Duval en Twitter, cuando ella subió una foto suya -con ironía- al lado de una pintada que decía: «Ley Trans = Acaba con el deporte femenino».

R. No me suelo meter en esos fregaos, pero es que me pareció de un cinismo y de una doble vara de medir… No suelo decirle a nadie «mira lo que haces», pero es que también había oído yo todo lo que ella dijo sobre mi participación en Estirando el chicle. ¡Hostia! ¿Luego lo tuyo son bromas solo? ¿Que a mí había que quitarme el micro, que voy esparciendo odio y que soy tránsfoba? ¿Perdona?

«Quien te tiene que proteger no sabe qué es ser mujer y quien te quiere explotar lo tiene clarísimo»

P. Tú la citas y ella te responde después: «No, Patricia, lo tuyo es ser una sinvergüenza que se dedica a hacer mofa sistemática de minorías».

R. Lo de «sinvergüenza» se lo podía haber ahorrado porque no tenemos por qué insultar. Entiendo que no le gustó que le replicara. Le entraría el nerviosismo, supongo, que fue lo que pasó, porque tampoco es propio de una persona educada insultar a la primera de cambio. ¡Yo no estoy criticando ningún derecho humano! Estoy criticando una opción política y tengo mi derecho como ciudadana española y ser humano a hacerlo de la mejor manera que yo considere y sin dañar a nadie. Pero criticar opciones políticas, y más usando el humor, es el fundamento de la libertad. Es muy fácil y muy rastrero querer silenciar un debate político tachando a la otra persona de loca. Esto de llamarnos histéricas para no dejarnos participar en el debate público lo llevan haciendo los hombres desde que el mundo es mundo. Yo no tengo ninguna fobia y estoy en pleno uso de mis facultades mentales: solo critico una ley y un pensamiento político y teórico muy específico.

P. Pero se toma como un ataque personal…

R. Pienso que en el fondo es algo de inseguridad, porque si tú estás segura o seguro de lo que piensas, permites que los demás también lo piensen. Y si tú eres de verdad una admiradora de la libertad, lo primero que haces es darle la libertad a los demás. No puedes tener tú libertad si no se la das a los demás; la libertad no es algo con lo que puedas ser egoísta, es imposible.

P. Entiendo que Carolina Iglesias y Victoria Martín tuvieron libertad para invitarte a Estirando el chicle, ya que habías participado anteriormente en un directo en Valencia. A pesar de esto, se genera una polémica por algo que tú habías dicho en el programa, se suceden las críticas y los comunicados. A ellas se las acusaba de haber respondido con una carta «tibia». ¿La sensación es que a ti te han dejado colgada?

R. Sí. No es una sensación, es lo que pasó. Entiendo que estaban motivadas por el miedo, porque cuando la gente tiene miedo hace muchas tonterías, y lo que hicieron -para mí- no estuvo bien; no me parece de buena anfitriona. Yo nunca he escondido lo que pienso, y si pienso algo malo intento modificar mis pensamientos, pero creo que lo que yo pienso no es nada malo, entonces lo comparto de la mejor forma que sé, que es por medio del humor. Me invitaron ellas y da la impresión de que yo estuve agazapada en la puerta esperando un descuido para meterme en el programa y decir cosas nazis. No fue eso lo que pasó. Me invitaron y yo accedí encantada. Luego, en el podcast, no se habló nada de ese tema, porque yo también sé cuál es un poco la línea y el programa era una edición de verano, algo fresquito, y tampoco tenía yo por qué salirme del tema que, irónicamente, era el de trabajar con amigas. Entiendo que las presionaron mucho.

P. Prisa valoró censurar el programa, porque la polémica comenzó con los cortes de adelanto que se publicaron en las redes sociales.

R. Todo el jaleo se ha montado porque yo fuera, que dejaran que alguien como yo se sentara al lado de ellas. Como que si se sentaban con Hitler ya iban a ser otras nazis, pero yo no soy Hitler; yo soy una persona que es crítica con el género. Soy feminista. Entonces, ¿por qué ahora, de repente, estar sentada con una feminista se considera un delito de odio? Porque han pasado cosas para que lleguemos a este punto de vista y la gente se asusta cuando ve peligrar sus ganancias. Eso fue lo que pasó.

P. Con esto observo que la mujer, en este caso, no está solo supeditada al hombre, sino también a un poder económico.

R. Pero una mujer tampoco puede eludir sus responsabilidades. No debe, de hecho. Si una mujer ahora puede hacer según qué cosas, es porque antes hubo muchas mujeres que no han eludido su responsabilidad. Esto es importante, porque no siempre podemos echarle la culpa a los hombres. Es injusto. La libertad también hay que ejercerla. ¿Cómo de terrible hubiera sido decir «invitamos a quien queremos porque estamos en nuestro derecho»? ¿Qué hubiera pasado tan terrible?

P. Para empezar, el programa no está en YouTube

R. Ya. En YouTube no lo llegaron a poner.

P. ¿No vivíamos en una sociedad plural?

R. Claro que sí. Es que con esta ley trans se está intentando que pasen cosas bastante graves para las mujeres.

P. ¿Por ejemplo?

R. Para el deporte femenino, para la población reclusa… Eso me parece a mí lo más grave. Me parece muy grave también que la ideología de género se esté metiendo por los colegios, porque es perjudicial también para los niños y las niñas; se induce a pensar que pueden tener un cuerpo equivocado. Es volver a los roles sexistas y a mí esto me ha sorprendido, porque pensaba que ya lo estábamos superando. Pero para nada, porque está muy arraigado; lo estamos viendo. Ser hombre o ser mujer tiene que ver con estereotipos sexistas. ¿Qué retroceso es éste?

P. ¿El hecho de la ausencia de organización en el feminismo, igual que en otras causas, facilita que no se consiga aquello por lo que se lucha?

R. Es una pregunta compleja. Que un movimiento como el feminista tenga a una gente que lo dirija también sería algo osado y peligroso quizá. Pero luego, claro, existen estos centrismos y gente que se aprovecha de lo que otras han estado haciendo (o intentando) durante tanto tiempo.

P. ¿Colgarse las medallas?

R. Y no solo eso. Hay una estructura creada que se intenta «parasitar». No me gusta esa palabra, pero si tú te estás metiendo en algo que ha costado mucho hacer y nos estás diciendo que esto es feminismo y se lo estás diciendo a gente que no sabe mucho de feminismo y se lo están creyendo, estás usando una estructura que hay creada para medrar con algo que no es feminismo y ni se le parece.

P. El Ministerio de Igualdad, ¿está medrando o está haciendo algo por el feminismo?

R. Hombre, con la ley trans yo creo que se equivoca mucho. Es mi opinión personal. Tenemos una ministra [Irene Montero] que, con todo lo lista que es, no sabe definir lo que es una mujer. Le han preguntado sobre esto y no sabe si es la talla del pecho o si es una emoción, pero un proxeneta rumano que no tiene ni la E.G.B. lo sabe perfectamente. Esta es la realidad con la que nos encontramos ahora; quien te tiene que proteger no sabe qué es ser mujer y quien te quiere explotar lo tiene clarísimo.

Patricia Sornosa | José Miguel Ortiz

P. O no lo sabe… o no lo quiere saber.

R. Yo ahí ya no entro. Pero si la opresión de la mujer es en base a su sexo, ¿qué vas a conseguir borrando la categoría sexual, desdibujándola? Es de primero de pensamiento lógico. ¿Vas a conseguir algo bueno? Yo no soy tonta, sé cómo está el ambiente. ¿Crees que no sé cómo se castiga a las mujeres que dicen las cosas que digo yo? ¿Crees que lo artístico no es lo bastante duro como para meterme en estos fregaos? ¿Puedes tener una idea de por qué me estoy metiendo?

P. ¿Para luchar por una causa, lo que defiendes?

R. Por lo que considero que es justo, efectivamente. Si no, ¿yo para qué quiero meterme en estos fregaos, si solo me va a traer cosas perjudiciales?

P. Bueno, has contado que en un concurso de monólogos en La Chocita del Loro quedaste en segundo lugar cuando tenías que haber ganado. Esto te lo confesó más tarde un compañero tuyo en Comedy Central que estaba de jurado en ese concurso: «Habías ganado tú, era algo evidente, y los del jurado estábamos de acuerdo también, pero llegó el dueño y dijo que no, que esta no puede ganar. Además, no vuelve aquí a actuar».

R. Me dieron el segundo premio, que era en metálico y volver, pero tampoco volví a actuar allí. Pero así funcionan las cosas chungas. Me refiero: para que pasen cosas chungas, tiene que haber gente buena que está mirando para otro lado porque lo conviene. En este caso, y no lo juzgo, mis compañeros cómicos que estaban de jurado miraron para otro lado y dijeron: «vale, pues que quede la segunda, porque el señor de La Chocita del Loro tiene un determinado poder y les puede dar bolos». Así es como las cosas van sucediendo. Y en el caso de Estirando el chicle es exactamente lo mismo. Yo creo que ellas tienen una noción de lo que está bien y de lo que está mal, de quién es la persona que te fuerza a hacer cosas que tú no quieres hacer o te fuerza para que tú no hagas lo que quieres hacer. Si es así, ese no es tu amigo.

P. ¿Crees que hemos perdido el sentido del humor?

R. No. El sentido del humor lo perderemos cuando se pierda la humanidad. El sentido del humor es una de esas cosas que no sirven para nada pero que valen para todo y que es la esencia de las cosas buenas para los seres humanos.

P. ¿«Sorna» con gusto no pica?

R. (Risas) Pues se ve que hay gente a la que ni le gusto y sí le pica. Parece que sí, porque la reacción -bajo mi punto de vista- ha sido desproporcionada. ¡Madre mía! ¡Qué movidón! No sé… Parece que hay nerviosismo.

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