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'Revancha ya': el último gran hit de Netflix que reivindica a las chicas malas

El último gran éxito del gigante del ‘streaming’ llega 18 años después de ‘Chicas malas’ y, sobre todo, después del #MeToo

‘Revancha ya’: el último gran hit de Netflix que reivindica a las chicas malas

¿Tiene que ser buena una película para gustarte? No necesariamente. Es lo que llamamos guilty pleasure o, en castellano, «placer culpable». Aunque, claro, no suena tan bien como en inglés.

Revancha ya (Do Revenge) es un ejemplo perfecto. Podría perfectamente clasificarse como una película mala. El argumento es regulero, el guion, por momentos, parece una broma de mal gusto. Las actuaciones son –algunas– mejorables, a pesar de sustentarse sobre actores –en este caso, actrices– de enorme reconocimiento. Sin embargo, es una película que engancha. De mala que es, es buena. Para muestra, un botón: desde que se estrenó en Netflix, la cinta dirigida por Jennifer Kaytin Robinson está entre lo más visto en la plataforma. Y, por mucho que escueza a los defensores a ultranza del cine de autor como el único disfrutable, cuando el público apuesta por una obra concreta es que merece la pena. Pero, ¿por qué lo hace en concreto esta película?

Este último hit de Netflix recupera el espíritu vengativo adolescente de Chicas malas… 18 años después de Chicas malas. Con un toque más woke que el ya clásico del cine teen –cómo no, y más siendo producto original de Netflix–, la película nos cuenta la historia de la popular Drea (interpretada por Camila Mendes, Riverdale), una joven que quiere vengarse de su novio por filtrar un vídeo sexual suyo. Drea conoce a Eleanor (Maya Hawke, Stranger Things), una estudiante recién transferida que es perseguida por un rumor. Tras un encuentro inesperado, las dos deciden ayudarse mutuamente buscando vengarse de los acosadores de la otra. Un plan (casi) perfecto.

«La sutileza brilla por su ausencia, incluidas referencias explícitas a sexo y drogas, algo que allá por 2004 no era para nada común en una película adolescente»

El argumento es bastante sencillo, aunque ya para el último cuarto de la película nos rompan los esquemas con uno de esos giros de guion imprevisibles –uno de esos en los que te dices cómo no lo vi venir…–, y su ejecución es más que correcta. Como teen movie para pasar el rato funciona. No hay nada que reprochar en ese sentido. Comprende muchos elementos de luchas sociales, desde el feminismo al racismo, pasando por el colectivo LGTBI, que si bien sirven para vertebrar la historia que se cuenta, a veces parecen metidos con calzador. Ese elemento woke del que hablábamos y que está cada vez más presente en este tipo de películas adolescentes. La sutileza brilla por su ausencia, incluidas referencias explícitas a sexo y drogas, algo que allá por 2004, cuando se estrenó la película referente de las chicas malas, no era para nada común en una película adolescente.

revancha ya
Maya Hawke es Eleanor y Camila Mendes es Drea en ‘Revancha ya’. | Foto: Netflix.

Lo mejor de la película es, probablemente, su banda sonora. Rosalía, Billie Eilish u Olivia Rodrigo le aportan los sonidos más frescos, mientras que gran parte de la película se sustenta en auténticos éxitos de hace 20 o 30 años, como Praise You, de Fatboy Slim, Bitch, de Meredith Brooks, o Dreams, de The Cranberries. Otro detalle muy nostálgico para los adolescentes de finales de los años 90: Sarah Michelle Gellar, la mítica protagonista de Buffy, cazavampiros, forma también parte del elenco de Revancha ya.

La influencia del #MeToo en el nuevo cine adolescente (y en Revancha ya)

Esa sed de venganza contra el heteropatriarcado no es nueva en el cine adolescente de los últimos cinco años. Heredero del movimiento #MeToo surgido en redes sociales para denunciar abusos sexuales –principalmente en la industria del cine–, que logró derrumbar a un todopoderoso Harvey Weinstein, el nuevo género de películas y series adolescentes bebe mucho de todo aquello. Sex Education, Creedme o la reciente Alba son ejemplos de la influencia de este movimiento en la nueva narrativa audiovisual adolescente.

En Revancha ya, Max Broussard (Austin Abrams, The Walking Dead) es el objetivo de la venganza de su (ex)novia. ¿La razón? Difundir un vídeo íntimo de Drea, su pareja. Algo que, por cierto, en España es delito. El tema, muy problemático entre los más jóvenes, ha tenido su reflejo en multitud de series y películas. Un título que aborda la cuestión, también de Netflix, es Intimidad. Una producción española muy alabada y que lleva el problema más allá de la adolescencia, centrándose en una mujer adulta que es víctima de este nuevo tipo de chantaje. Otro de los objetivos de la venganza es Carissa Jones (Ava Capri), una lesbiana supuestamente en el armario –en el pasado– que hizo público que la otra protagonista, Eleanor, con apenas 13 años había intentado besarla.

Gabbi Broussard (Talia Ryder) y Eleanor Levetan (Maya Hawke), una de las parejas de ‘Revancha ya’.

Si ampliamos el género de las venganzas –especialmente aquellas contra la violencia sexual–, hay una película reciente que destaca entre todas. Se trata de Una joven prometedora (Promising Young Woman), la excelente creación de Emerald Fennell. La cinta, que se llevó el Óscar a Mejor Guion, parte de la misma premisa que Revancha ya: la venganza contra el acosador, aunque en el caso de la película protagonizada por Carey Mulligan el acosador se amplía a un concepto mucho más diáfano y aterrador.

«Revancha ya funciona, como funcionaba en su momento Chicas malas, que fue un reflejo de su época, como lo es este último hit de Netflix»

Revancha ya no es, como decíamos, exactamente una película de arte y ensayo. Funciona, como funcionaba en su momento Chicas malas, que fue un reflejo de su época, como lo es este último hit de Netflix. Eso sí, en el caso de la película de 2004, las chicas se enfrentaban entre sí. En el de Revancha ya, la sororidad se abre paso con una venganza compartida. Con este último éxito, el gigante del streaming recupera el género de la venganza, reivindica a las chicas malas en la era –o post-era– del #MeToo y además nos obsequia con casi dos horas de entretenimiento. ¿Se puede pedir más? Sí, pero no hace falta.

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