El Lobo, tachado al mismo tiempo de franquista y de rojo
Mikel Lejarza: «Somos blanco fácil de políticos, prensa y de los que deberían defenderte»
El protagonismo adquirido por Mikel Lejarza en las últimas semanas tras la publicación del libro Secretos de confesión ha reactivado los ataques procedentes de distintos sectores. He estudiado profundamente los avatares de El Lobo a lo largo de sus más de 70 años, algo imprescindible para haber escrito ese libro y el anterior, Yo confieso. Hace años buceé en un amplísimo dosier de prensa y vi documentales y la película. Posteriormente he sumado intensísimas horas de conversación.
Puedo explicar con fundamento que el ataque tradicional del mundo de ETA es que su infiltración tuvo lugar en la época de Franco. Era un momento en el que la banda presumía de encabezar la lucha contra el dictador, medalla que se tuvieron que quitar de la pechera cuando con el paso de los años quedó patente que mataron a poco más de 40 personas en esa época y cerca de 800 durante la democracia, especialmente con gobiernos socialistas.
La diferencia está en que la historia de Lejarza demuestra que empezó en el espionaje durante el franquismo, siguió ejerciéndolo en los años de Suárez, después sirvió con grandes éxitos al Gobierno socialista y así continuó hasta el día de hoy. De hecho, El Lobo estuvo alejado del Cesid durante unos años en la época de Aznar, porque el director Javier Calderón consideraba que había apoyado a los socialistas de Felipe González, vamos, que era un rojo.
La acusación de espía de Franco es habitual en el mundo de la izquierda abertzale. Lo que sorprende es cuando procede de medios conservadores o de fuentes que están muy cercanas al infiltrado. En este último caso, sospecho que hay alguna gente que lleva mal su protagonismo, que cada vez haya más gente le ve como el mejor espía que ha trabajado para el servicio de inteligencia español en toda su historia. Ha habido, y yo lo he contado y seguiré haciéndolo, numerosos agentes que han hecho trabajos increíblemente sobresalientes. Cada año recuerdo el aniversario del fallecimiento de los ocho agentes asesinados en Irak, unos héroes que merecen un reconocimiento civil. Sin duda ellos y otros más se han ganado estar en el olimpo del espionaje junto a El Lobo.
El martes pasado hablaba con Mikel Lejarza sobre este tema y os resumo lo que él piensa:
«Las personas que trabajamos para el Estado somos blanco fácil para los que se dedican a la política, los medios de comunicación, incluso aquellos que debieran defenderte. ¿Por qué digo esto? A lo largo de la trayectoria de mi vida se ha repetido en numerosas ocasiones esta frase: ‘Comienza su trabajo en los estertores del franquismo trabajando para el Estado, para la convivencia y la paz’. Te tachan de franquista, más tarde trabajas gobernando el PSOE y te acusan de rojo, y así sucesivamente según van cambiando los gobiernos y los políticos».
Ni rojo, ni blanco ni verde ni azul. Mis colores siempre han sido la lucha contra el terrorismo para conseguir la paz. Por el Estado y por el bien común. He visto muchos, muchísimos, acérrimos totales a un color y los he visto cambiar totalmente a otro por puro interés personal. A veces son los mismos manipuladores de la situación de los demás. Cuando interesa manchar la figura de una persona, todo vale, y utilizan incluso a aquellos que te ensalzaban para cambiar las historias a su antojo. Está claro que aquí todo vale. Los de a pie, los que luchamos por el bienestar de todos los ciudadanos españoles, nos encontramos en una indefensión total. Tenemos que dar gracias al ciudadano de a pie o a gran parte de ellos, que son capaces de intuir la realidad, aun a pesar de todas estas manipulaciones. Es triste ver, muy triste, que el sentido común desaparece ante el todo vale por quedar bien con estos o favorecer a aquellos».