MyTO
Cultura

Beret: el joven sevillano que conecta con millones de personas

THE OBJECTIVE habla con el cantante sevillano, que saca a la luz ‘Resiliencia’, su segundo disco, después de obtener un éxito global y colaborar con Malú, entre otros

‘Prisma, el albúm de Beret. | Warner

Beret es el segundo apellido de Francisco Javier Álvarez, un chico sevillano de 26 años. También es el nombre de un cantante de éxito, que suma millones de seguidores en redes sociales o en reproducciones de sus videoclips y que saca temas con otros compañeros de oficio como Omar Montes, Malú, Rozalén, Melendi o Estopa. Para alguien que esté ya en una edad en la que «trap» suene a confusión lingüística, este apodo solo arrancará dudas y alusiones a Peret, el rey de la rumba. Pero lo que realmente significa, según sus propias palabras, es ese trasunto personal con el que este joven expresa sus debilidades. El que hace que la gente se identifique con sus historias y, en definitiva, el que muestra cómo es verdaderamente.

Es alguien que mamó el rap en las calles de Pino Montano, su barrio de Sevilla, sin tutelas. Nadie en su familia estaba relacionado con la música, a pesar de residir en esa ciudad tan espolvoreada de arte. La aparición de Beret responde a la de cualquier adolescente que de camino al instituto va escuchando a los raperos de la época y empieza a componer en sus ratos libres. Le influyó también el entorno: «Estaba en la cuna. Era brutal. Empecé a improvisar con mis amigos y a tener muchos referentes, como La Mala Rodríguez, SFDK o Tote King, y en vez de bajar al patio a jugar al fútbol, íbamos a hacer rimas o a meternos unos con los otros. Esa ha sido mi inspiración», rememora en conversación telefónica con THE OBJECTIVE.

Cartel del Tour de Beret

Pero no solo se forjó con esos compases. Las letras de Sabina o Jorge Drexler en el terreno más trovador o las de Morodo con su característico reggae castizo aumentaron su bagaje. El mismo que usa ahora para lanzar canciones con estrofas sencillas, directas, y conectar con medio planeta. Pero hubo un tiempo, aunque parezca mentira dado su meteórico ascenso, en que esos ritmos solo se escuchaban en las plataformas donde Beret, a veces engañado por algún colega, subía sus cortes. Eran pruebas domésticas, sin la producción que le vendría poco después: en 2019 fichó por Warner y publicó el álbum Prisma. Un punto y aparte de su carrera. 

Con ese disco abandonaba esa imagen de despreocupado rastafari con camiseta holgada que aún camina por grabaciones sueltas en internet y sacaba un lado más sosegado. Del hip-hop «buenrrollista» en solares de periferia a éxitos de desamor como «Porfa no te vayas», «Lo siento» o «Vuelve», que tuvieron sendos remixes con Morat, Sofía Reyes o Sebastián Yatra.  Igual que llegaron otras colaboraciones -Pablo Alborán, Reik, Álex Ubago…- y le alzaron como un auténtico fenómeno. «Me siento genial. Que haya un feedback del talento es brutal. Y es un poco sanar y alegrar a ese niño interno que aún tengo», alega en referencia a estas uniones. «Y creo que la gente ha creado una familia que se queda en mis canciones, que hace piña», afirma con ilusión, certificando esa comunidad que le jalea tanto virtual como presencialmente: «Muchos llevan desde hace siete u ocho años».

Su público es heterogéneo. Triunfa entre su rango de edad, pero también en otros círculos próximos a la música urbana. Beret estila un sonido bailable, de irresistible coreo.  Mezcla los teclados con los sintetizadores y la balada o el reggaetón con ritmos saltarines. Y basa sus letras en relatos universales: rupturas, reencuentros o arrepentimiento. También tira por el optimismo o la fábula alegre. «La mayoría las hago de historias cercanas. Alguna las pongo en tercera persona y luego me doy cuenta de que hablo por mí o de lo que estoy observando. Por tanto, hay una parte que es por lo que he vivido y otra por lo que he visto», resume sobre su modo de creación.

La gente, incide, se identifica. Y algunos hasta se tatúan sus versos en la piel. Algo que le llega a asombrar. «Me parece brutal porque, realmente, ha sido más de intensidad que de cantidad», reflexiona, «ha sido en poco tiempo y sin premeditación». Al paso de los meses, Beret ha ido observando cómo «las cosas que no pensabas se van cumpliendo». Y lo dice en un momento en que se siente «con mayor seguridad», con la satisfacción de notar un fulgurante crecimiento en el gremio desde aquellos lejanos -por el abismo profesional que le separa- 18 años. «La comparativa es alucinante», suspira. 

Ahora mira ese pasado con orgullo en los albores de un nuevo disco. Beret publicó hace unos días Resiliencia y la acogida ha sido espectacular. El trabajo de estudio incluye algunos singles ya desvelados y pistas nuevas, como «Tata», dedicada a su hermana fallecida. «No formaba parte, pero realmente ha sido súper especial. La compuse en el mismo día en que falleció. Y luego me pareció súper importante que entrara. Ahora veo la respuesta que ha tenido y me parece muy bonito que la gente se reconozca en la canción», revela.

Resiliencia, de hecho, invoca a esa voluntad para seguir adelante. «Es tener la capacidad de volver a ser uno mismo a pesar de los obstáculos que nos ponga la vida», define el cantante sevillano. Defiende que ese término, tan en boga últimamente, es algo que vamos a tener que aprender porque «casi seguro que en esta vida lo vamos a utilizar». Beret duda de si en otros ámbitos, como el respeto a la naturaleza, el concepto se está cumpliendo: «Depende de con quien me junte soy optimista o pesimista en el aspecto medioambiental. Por un lado veo que nos cargamos todo lo que tocamos. Y por otro, que hay gente luchando y concienciada». Ve igual de importante ese despertar en el cuidado del entorno que dar visibilidad a los problemas de salud mental. El cantante confesó en el programa La Voz Kids que llevaba seis años con un trastorno de ansiedad crónica y que cualquier ejercicio de cotidianeidad es un esfuerzo. «Es caprichosa: puedo actuar ante miles de personas y no soy capaz de entrar en la panadería», explicaba. «La persona que sufre ansiedad, una de las cosas que más trabaja para ir quitándosela poco a poco es obligarse a exponerse, a salir a la calle», agregaba. Su mensaje ha calado: «Es súper importante que se normalice y se hable de eso para cualquier persona que lo sufra y sepa que puede hacer una vida corriente», arguye. Beret aprovecha el megáfono que le da su posición y lo considera muy positivo. Lo propaga a través de sus letras o de ese apellido que utiliza como mote. Y como meta: «Estoy súper contento», sentencia.