El folclore, arsenal del nuevo pop español
El grupo Califato ¾, el dúo gallego Boyanka Kostova, Rodrigo Cuevas o el DJ Baiuca, entre otros, se basan en las raíces populares para producir su música
El folclore parece haberse convertido en el «nuevo pop» para algunos de los artistas jóvenes del panorama musical español. Blanca Paloma, nuestra representante de Eurovisión 2023 con el tema «EaEa», reconoce haberse inspirado en el folclore —mezclado con la electrónica— con su propuesta, debido a que lo considera «ese legado que le han dejado sus ancestras». El gusto por el folclore ya se fraguó en la gala del Benidorm Fest del año anterior, donde entre las favoritas se encontraban las Tanxugueiras, un grupo de pandereteiras gallegas que sorprendieron al público con «Terra». Este año, entre las preferidas también se encontraba la manchega Karmento con «Quiero y duelo», cuya música se inspira en distintos géneros como el flamenco, la copla, las seguidillas manchegas y la música étnica. Ella misma pidió el voto con una letra de seguidilla: «A la Mancha manchega, que hay mucho vino, mucho pan, mucho aceite, mucho tocino. Y si vas a La Mancha no te alborotes, porque vas a la tierra de Don Quijote».
Karmento es mi Rigoberta de este año 🫶🏻 #BenidormFest #BenidormFest2023 pic.twitter.com/4cBaFTLNJV
— Le Cuerpe (@lecuerpe) February 4, 2023
Uno de los máximos exponentes de esta corriente es Baiuca, DJ que mezcla la raíz gallega con la electrónica de una manera muy personal, y entre cuyos temas más famosos están «Morriña» y «Olvídame». Su discurso y su propuesta musical está clara, puesto que su ambición aguarda el «mostrar la música gallega al resto del mundo». Según declaró en «Historias de Resistencia» de Estrella Galicia, «Siempre fui a contracorriente de los gustos musicales que eran habituales […] Para mí la música popular y la tradición gallega es una inspiración, y también una forma de rebeldía, de no utilizar esos sonidos ‘tan comunes’. De alguna forma, volver a tu pasado también es una forma de resistencia, de escapar de ese mundo tan global y moderno para conectar con algo que es mucho más puro y que tiene mucha más relación con la naturaleza, y con una vida más sostenible».
Baiuca creció en un entorno rural y por ello esta tradición está tan presente en su música: «En Galicia la música popular sigue muy viva, y eso de alguna forma demuestra, por un lado, el aislamiento que tuvimos, y, por otro lado, la resistencia y las ganas por mantener viva nuestra cultura». Entre sus últimas publicaciones se encuentran «Diamante» y «La Mare» junto a Alba Reche, artista que se dio a conocer gracias a Operación Triunfo.
Quien ha colaborado en alguna ocasión con Baiuca es el asturiano Rodrigo Cuevas, también emparentado con la tradición gallega, que asume como seña de identidad. En «Veleno» —tema del que se han creado dos remixes a mano de productores extranjeros— ambos juegan a recuperar el imaginario de las «meigas». Cuevas se caracteriza por el esmero en el cuidado de su estética, aparte de por ser, además, activista LGTBI. Él estudió piano clásico, pero en un congreso de etnomusicología en Mallorca se encontró con unos señores que cantaban y que cambiaron su manera de ver la música. Según comentó en una entrevista para RTVE, «El folclore cada vez está más escondido, más muerto, aunque ahora hay una revitalización del folclore en los escenarios. Pero es necesario que eso se traslade a las fiestas, a las reuniones… Tenemos que volver a cantar y bailar. El folclore tiene que estar en la vida cotidiana».
Rodrigo Cuevas estudió en Barcelona, pero volvió a su pueblo sin siquiera terminar la carrera, para dedicarse a la música desde allí: «Está muy bien utilizar el anonimato de la gran ciudad para liberarse, pero luego esa liberación hay que ejercerla en un sitio donde no exista el anonimato […] Está bien enfrentarte a que la gente te conozca […] La cosmovisión del mundo tradicional y rural es muy completa, no se puede hacer sólo a través de la canción, es una forma de contar las cosas». En su álbum Manual de Cortejo (2019), producido junto a Raül Reffree, actualiza el cancionero asturiano y reivindica la seducción: «Hay que reivindicar el cortejo, un poco de poesía». La «Muerte en Montilleja» habla de la muerte, el legado, y está grabada en un entorno rural, donde el artista bebe en una taberna: «No me recen la novena si se muere este que canta».
Sin duda, en Galicia hay un apogeo de músicos jóvenes que mezclan los ritmos actuales con el folclore, y otro ejemplo es el dúo de trap compostelano Boyanka Kostova, pioneros del denominado «twerking rural». Sus canciones y videoclips, plagados de ironía, cuidan al máximo la puesta en escena y, en ocasiones, recuperan motivos de la música tradicional gallega; la canción «Muinheira de Interior» supone una relectura de la muñeira desde un punto de vista desenfadado. Sus letras a menudo tratan el tema de las drogas, como es el caso de su también conocidísima «Colacao»: «Sería un tipo de música electrónica donde van dos fumaos de la vida a los que simplemente nos gusta hablar de paranoias, y hacer música de paranoias».
Ellos, que siempre cantan en gallego, reconocen que podrían hacerlo en inglés o castellano, pero que, sin embargo, «no es su lengua». «Diego Tristán», otro de sus temas más escuchados, elabora un retrato irónico de la figura del exfutbolista, donde se entrevé la influencia del grupo Afrojuice 195, que a menudo trata la temática del fútbol mediante el trap. Su recentísimo lanzamiento se titula «Ordoño», un adelanto de su nuevo álbum, todavía por publicar, e inspirado en el nombre del rey Ordoño II de León, que reinó Galicia entre el 910 y 914.
Si viajamos directamente al sur de España, también encontramos una frecuente reivindicación del folclore andaluz; el disco Tercer Cielo, de Rocío Márquez y Bronquio, fusiona la electrónica con ritmos de la debla, los verdiales y el aguilando, entre otros. Otro de los grupos que destacan por su reivindicación de lo folclórico son Califato ¾, que han bautizado a su estilo como «folclore futurista» y que mezclan la tradición musical andaluza —sevillanas, marchas de Semana Santa, etc.— con géneros como el rock, el punk, el reggae y la electrónica, generando canciones de corte muy psicodélico. Su música, caracterizada por su originalidad, por su «no parecerse a nadie», también abarca una fuerte ironía, además de una gran presencia del andalucismo.
Su disco Puerta de la Cânne (2019) es una viva muestra de ello, donde ensalzan la figura de Blas Infante. En «Mençahe der Profeta», defienden: «Igual que Blas Infante, sueño con un pueblo rebelde que mire siempre hacia adelante, que no se arredre ante las injusticias y que saque pecho para defender la dignidad de los más débiles, de sus madres y abuelas porque se sabe y se siente heredero de lo que siempre hemos sido». Su último lanzamiento es el EP Lola, en honor a Lola Flores, compuesto por cinco canciones, y que termina con una versión contemporánea de su famoso «Ay Alvariño», ese original atrevimiento con el rap que La Faraona tuvo en su momento.
The Gardener, grupo compuesto por tres de los siete componentes de Califato ¾, continúan con ese mismo espíritu de trazar puentes entre la electrónica y el folclore andaluz. Su EP Mawt Rihla (2019), un homenaje a Juan Moneo El Torta, es, según ellos, «un sentido homenaje a aquellos artistas con alma». También cuentan con los EP Nube Negra (2017) y Felah Mencub (2018), además del proyecto La verdá en la tierra (2022) junto a Andreh y Manuela y Andrea Santalusía. Pero ¿a qué se deberá esa vuelta al pasado, a la música tradicional que escuchaban nuestros abuelos, y con una visión renovadora?
Lo que sí está claro es que estos artistas elevan sus propuestas desde un discurso pensado y sólido; Mëstiza, el dúo de DJs que también se inspira en el folclore, explicó en su momento a THE OBJECTIVE: «En la pandemia surgió un brote de creatividad. Mucha gente pudo volver a sus pueblos, a sus orígenes… y ese hecho marcó a la sociedad. Además, ahora, con las redes sociales y tanta inmediatez, es como si hiciera falta una vuelta más clásica a los orígenes».