Periodismo en un mundo de posverdad
Escritores y periodistas se unen en torno a Mario Vargas Llosa para debatir sobre objetividad y libertad de prensa
Con motivo del Día Internacional de la Libertad de Prensa y de la Palabra, la Cátedra Vargas Llosa presentó, bajo el título: «¿Adiós a la objetividad? De la posverdad al fin del principio de la realidad», la II Edición de su foro de discusión, con la participación del propio Mario Vargas Llosa y las ponencias del escritor Andrés Trapiello, Guadalupe Sánchez, jurista y columnista en este medio; Antonio Caño, columnista y presidente del Consejo Editorial de THE OBEJCTIVE y la periodista Emilia Landaluce.
Junto a todos ellos, el periodista Julio Valdeón, que hizo de moderador, comenzó la mesa redonda con una introducción muy elaborada. Resumió el estado de la cuestión a través de dos fenómenos: por un lado, los «bullshits» –los hechos alternativos– del populismo de derecha, propulsados principalmente por Donald Trump, y, por otro lado, los «woke» de la izquierda, la corrección política, fundamentado principalmente, en palabras de Valdeón, por un movimiento que en Estados Unidos avanzó con mucha potencia: Black Live Matter y «los destructores de reputaciones y libros, que desatan cazas de brujas apoyados por esta izquierda reaccionaria».
A su intervención, Vargas Llosa respondió que él no veía que el problema fuera tan «dramático» en los países europeos, sino más bien en Latinoamérica: «Ahí el panorama no puede ser más deprimente, vamos en la dirección equivocada». No se refirió solo a los países que todavía están en manos de populismos de izquierdas, sino también a aquellos que limitan al máximo la libertad de expresión: «Si uno revisa las épocas históricas, en ningún momento se ha vivido un recorte de la libertad tan serio como estos momentos. No me refiero a Venezuela, sino a casos de países que tienen una tradición de tolerancia, recepción entusiasta a las críticas y hoy va desapareciendo poco a poco. En México, por ejemplo, hay un presidente que está en contra de la libertad de expresión y en las ciudades de provincias se recorta más esa libertad y se va encogiendo».
Proliferación de la cultura de la cancelación
En su primera intervención, el periodista Julio Valdeón señaló que la cultura de la cancelación es uno de los principales problemas de hoy. A lo que el escritor Andrés Trapiello respondió que se trata de un fenómeno repetido en el tiempo: «Pensamos que la historia está a salvo de esta división de ideas, pensamos que el tiempo habrá decantado la verdad, pero en un país como España estamos viendo que esto no es así. El conflicto principal está en el pasado. Siempre hablamos de la Guerra Civil. Hasta que no se resuelva el pasado, no habrá una pacificación del presente». Se centró en su área de conocimiento –la historia y la literatura– y explicó que, en su opinión, quien gana el relato, gana la guerra.
«El relato de la Guerra Civil lo gana el bando republicano y a medida que los sublevados van conquistando terreno en España, van perdiendo ese relato porque el de los republicanos es muy potente. Es presentar al mundo entero cómo está ganando el fascismo, es un fascismo real, contra la inteligencia, contra los mejores. Por tanto, la mentira fundacional es que los mejores escritores están a favor de la República. Se suprime una parte de la intelectualidad mejor que hay en España». Según Trapiello se puede hablar de Antonio Machado y de Lorca en efecto, pero él se pregunta dónde dejamos a Ortega y Gasset, a Baroja, a Unamuno, Gómez de la Serna y otros muchos. «Circular esa mentira es quitar la mitad de la verdad. Hay una mitad de escritores que han sido cancelados siendo grandes escritores o, por lo menos, tan buenos como aquellos que han ocupado las cátedras. Los escritores que ganaron la guerra perdieron los manuales de escritura». Esto que parece que sólo está unido a la literatura –según Trapiello– se va extendiendo entre la vida pública y cívica.
Creciente activismo político entre los periodistas
Para Antonio Caño, la pérdida de objetividad es un problema real, existe una amenaza contra la objetividad. Sin embargo, opinó que «en España hay libertad de expresión plena. La preocupación es si hay menos de la que había hace veinte años. Alguna gente lo percibe así. Señalan que se sienten menos libres. No conozco ningún trabajo que sea capaz de medir la libertad actual en España comparada con la de hace años, pero sí da la percepción de que se ha reducido».
Antonio Caño comentó dos claves importantes para entender la pérdida de objetividad. Por un lado, señaló que la crisis de la industria periodística ponía palos en las ruedas a la información veraz porque «los periodistas están peor pagados y en ese sentido son menos libres para hacer su trabajo. Trabajan en empresas mucho más frágiles y estas tienen menos libertad para proteger a sus propios periodistas». Por otro, Caño expuso que había un creciente activismo político entre los periodistas. «En mis últimos años era muy difícil convencer, más a los periodistas jóvenes, de que su misión era contar el mundo y no cambiarlo. Es comprensible que los jóvenes tengan la ambición de influir en los acontecimientos, pero nuestra profesión no está para eso. Hay que separar esa voluntad. Desafortunadamente, este fenómeno ha ido creciendo los últimos años y los periodistas creen que están obligados a intervenir en la actualidad y en moldearla a las necesidades de sus lectores, previniendo que lean cosas que consideren que les vayan a ofender e insistiendo en otras que creen que les hará más virtuosos. Se saltan las reglas básicas de nuestra profesión».
La institucionalización del sentimiento
«Todos conocemos la máxima liberal ‘tu libertad termina donde empieza la mía’. Este principio fundamental, no sólo se ha malinterpretado, sino que se ha transformado en ‘tu libertad termina donde empiezan mis sentimientos o manías’ y esto es un cambio de paradigma muy peligroso», explicó Guadalupe Sánchez. Para esta jurista en las democracias occidentales «ningún derecho es absoluto»: tienen sus propios límites marcados y definidos por «la legislación y la jurisprudencia: el honor, la intimidad y la propia imagen». El problema –dijo– es que esos límites que estaban «perfectamente definidos» se están transformado y abriendo camino a algo «muy arbitrario, como es el sentimiento».
Los ponentes estuvieron de acuerdo en denunciar que la objetividad se encontraba en peligro y en que se hacía necesaria una autocrítica por parte de los medios y periodistas. Trapiello resumió el espíritu de la mesa redonda con los versos de Antonio Machado: «Tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela».