Viva Blanca manque pierda
«El flamenquito, que no flamenco, sonó bien. Pero ya sabemos que España tiene una tradición que cumplir en Europa. No ganar nunca»
Un fantasma recorre Europa: el fantasma de los eurofans. Esta es su cita. Su Superbowl. Su final de Champions. Su llave de judo a la fatalidad. Y la llave de todo aquel que quiera pasar una noche haciendo una de las cosas que mejor saben hacer los seres humanos, criticar desde el sofá. Si cuando España juega el Mundial, tenemos 45 millones de seleccionadores. Son 45 millones de jueces los que dictan sentencia sobre los cantantes que se atreven a salir. Una jornada de conexión europea. Eurovisión. Una noche que nos hace sentir más comunitarios que el euro, el himno de la alegría o la laca que usa Ursula Von der Leyen.
Ganó Suecia. Ganó Loreen con ‘Tattoo’. Me suena a canción de intro de peli de James Bond. Me suena a música que ya creía haber escuchado antes. Tiene talento, sí, pero no será una ganadora para la eternidad. Además ya había ganado con ‘Euphoria’ en 2012. No seas ansías, mujer, deja a otra gente ganar. Blanca Paloma, la otra dama de Elche, se quedó en el puesto número 17. El voto del público nos dio cinco puntos. Muchos eurofans han dejado de creer en la democracia. Blanca cantó lo suyo. No hubo ningún fallo. ‘Eaea’. Todo al rojo. Poderío, potencia vocal y una duda que me carcome al verla: ¿Qué pensará una señora sueca viendo esto? Los votos creo que dan una respuesta dolorosa. El flamenquito, que no flamenco, sonó bien. Pero ya sabemos que España tiene una tradición que cumplir en Europa. No ganar nunca. Llevamos 54 años sin alzarnos con el micrófono de cristal, este año no iba a ser menos. ‘Eaea’, Blanca, que tú lo has hecho muy bien. Vuélvete a casa con el orgullo del derrotado. Viva Blanca manque pierda.
26 países. 26 canciones. 18 idiomas diferentes. Cuatro horas de espectáculo televisivo. Una gala que dura más que los Goya y aquí no hay Resines que amenice nada con un rap. Uno empieza con ilusión a verlo y acaba pensando que sí, definitivamente hay demasiados países en el mundo. Un festival de la canción que ha arrancando con un dúo femenino austriaco preguntándose por Edgar Allan Poe y ha acabado con la representante de Reino Unido, país anfitrión del evento, con una canción pop bastante bailable. El resto, una macedonia de voces, bailes y vestimentas. Y luces, claro, más luces que en la navidad de Vigo. Ábel, ponte las pilas que te comen terreno. Un show que convierte en realidad la peor pesadilla de un fotosensible.
Es un día con un toque surrealista y por tanto, cómico. Única jornada del calendario en donde te preguntas por países de los que no vuelves a saber nada más en el resto del año. Caso de Moldavia, que ha presentado una especie de ritual chamánico en el escenario con un señor con enanismo tocando la flauta. Sí, esto ha pasado y este periodista no ha consumido LSD durante la jornada de hoy. El caso de Armenia, con una representante, Brunette, que se ha marcado un break dance en mitad de una balada. Igual que mezclar chocolate con paella. O Albania, una actuación con sonidos balcánicos dijeron en la retransmisión. Me lo creo. Nos lo creemos.
«’Eaea’, Blanca, que tú lo has hecho muy bien. Vuélvete a casa con el orgullo del derrotado. Viva Blanca manque pierda»
En general, cabe preguntarse, Europa, ¿tú me quieres? Porque no he encontrado el brillo de otros años. Ha sido liviano gracias, como de costumbre, a las redes sociales. A Twitter. En otra noche donde el humor combinado con la mala baba de los usuarios roza el código penal. Momentos para el carrete. Portugal llevó a la ‘Amy Winehouse del Tajo’–hay gente terrible para designarte motes–la portuguesa Mimicat, con un cabaret luso decente. Serbia representó el espíritu del público con una canción que llevaba por título, traducido al español, «solo tengo sueño». Los franceses fueron muy franceses, como siempre. Croacia llevó a una especie de Village People que cantaron una mamarrachada maravillosa. Marco Mengoni, un parto bien aprovechado, representó a Italia. El rock finlandés, quedó segundo, y seguro que lo habrá bailado Sanna Marin alguna vez.
Otro año será. Volver a volver intentarlo. Lanzo una idea a RTVE, que se encarga de organizar el tinglado para llegar a nuestro representante. Se acaba Sálvame, nadie sabe bien el futuro de los colaboradores. ¿Queremos llevar algo étnico?, ¿deseamos que Europa y el mundo entero descubran lo que ha entretenido a media España durante 14 años? Una estrella llamada Belén Esteban hará las delicias del público moldavo. Lydia Lozano ya tiene experiencia bailando. Si hasta Jorge Javier Vázquez ha hecho un musical. Seguramente no ganaremos, nunca lo hacemos ¿y qué? Esto va, en gran medida, del meme. Una broma prodigiosa y compartida que cada año nos reúne frente a la televisión al calor de la música. ‘Eaea’.