Dona Nelson: «El espectador es quien revela mi obra»
«Estamos viviendo una especie de renacimiento en cuanto a la pintura, como disciplina artística»
La galería Fahrenheit Madrid presenta la obra de Dona Nelson en la muestra Recent Paintings. A Journey Through Materiality (Pinturas recientes. Un viaje a través de la materialidad). La artista, cuya obra forma parte de instituciones tan importantes como el Museo de bellas artes de Boston, el Guggenheim de Nueva York o el Centre Pompidou, expone ahora en las salas de la galería Fahrenheit Madrid.
THE OBJECTIVE se cita con Dona Nelson, luego de que hiciera un extenso recorrido por los museos de la capital: «Es mi primera vez en Madrid, me ha impresionado muchísimo el Museo del Prado, la colección del Museo Thyssen y ha sido un gran descubrimiento el espacio de CaixaForum», señala. Nelson, además de artista, se dedica a la docencia de la pintura y, como maestra, sabe reconocer el poderío de los grandes genios… «Sé que es un gran cliché decirlo, pero me he quedado absolutamente impactada con la fuerza del Guernica de Picasso, en el Museo Reina Sofía. Las obras de arte, tienen que ser vistas en su habitat, desde su formato real, y conocer las dimensiones del Guernica, ha sido muy enriquecedor».
Nelson nació en Nebraska, en pleno midwestern americano, su padre era ingeniero y su madre profesora de escuela. Recuerda desde siempre una especie de obsesión con la pintura, desde los retratos que hacía a sus padres, cuando apenas era una niña. «Siempre que viajábamos en coche, le rogaba a mi padre que se detuviera en el Instituto de Arte de Chicago. Recuerdo una vez que me dijo que lo haría, pero que sólo contaba con media hora para visitarlo. Era un espacio inabarcable para tan poco tiempo, pero aún recuerdo la felicidad de poder percibir que estaba caminando entre varias de las obras más importantes del mundo del arte y sobre todo de la pintura.
PREGUNTA.- Se crió en Ohio, donde está el prestigioso Museo Columbus. ¿Quiénes fueron sus referentes estéticos en sus primeros años como artista?
RESPUESTA.– Cierto y, en aquella época en los años sesenta, el Columbus Museum, tenía una gran colección de pintores americanos modernos como Georgia O’Keeffe, Marsden Hartley, Arthur Dove o Edward Hopper. Creo que en esta etapa me influenció mucho esta pintura. A los artistas europeos los llegué a conocer por la Gran Enciclopedia que estaba en casa, pero mi aprendizaje más empírico fue con esta generación de artistas americanos. Como pintora me formé en el College of Fine Arts de Ohio University, donde tuve la suerte de conocer a Malcolm Morley.
P.– Muchas veces menciona a Morley, quien fue un pionero en su género y se le conoce por haber hecho pintura abstracta en los sesenta, pero luego se situó en el pop conceptual. ¿Qué le atrajo tanto de su trabajo?
R.– Creo que fue una obra muy visionaria, sobre todo por su técnica. Morley empezó a utilizar una cuadrícula para transferir imágenes fotográficas al lienzo, y se convirtió en uno de los primeros y más conocidos fotorrealistas. Lo hizo incluso antes que Gerhard Richter, con quien junto a Richard Artschwager y Vija Celmins, serían los precursores de este estilo. También conoció a Andy Warhol y Roy Lichtenstein e, influenciado en parte por ellos, dio el giro hacia un estilo fotorrealista. A mí me influenció mucho, sobre todo por la forma en que empecé a pensar la abstracción en la pintura, para centrarme más en la especificidad material de la obra.
P.– Llegó a Nueva York a finales de la década de los sesenta, un momento en el que el minimalismo y el Land Art, estaban en pleno auge como movimientos artísticos…
R.– Llegue a Nueva York en el 67 para estudiar en el Programa de estudios independientes del Whitney Museum. Era un momento de mucha efervescencia, sobre todo de galerías y el mercado de arte se estaba consolidando. En esa etapa, me acerqué a la corriente minimalista, pero sobre todo al arte conceptual. Fue un momento que se le pudo considerar como el de la «anti-pintura», pero yo siempre supe que lo mío eran los bastidores, los lienzos y los óleos.
P.– Antes de llegar a Madrid, presentó la muestra Moby Dick en Michael Benevento Gallery de Los Ángeles, y anteriormente hizo la exposición ReFiguring, one painting (Refigurando una pintura), en Thomas Erben Gallery de Nueva York, su producción es muy constante…
R.– Para Moby Dick hice un ejercicio auditivo, escuché la narración de la novela homónima de Herman Melville durante todo el verano, de forma más bien pausada. Sin embargo, las pinturas las trabajé rápidamente por los materiales que utilicé. Creo que la obra tomó cuerpo al encontrar varias analogías entre la figura de la ballena y el capitán y la forma en la que abordo los soportes que intervengo con la pintura. En ReFiguring, one painting (Refigurando una pintura), abordé temas más universales sobre el ejercicio artístico. Me motivaba mucho cuestionarme qué es el espacio pictórico o cómo puede la pintura dirigirse a cada individuo. La idea del espectador fue central para este proyecto, así como pensar qué efectos psicológicos puede causar la obra.
P.– ¿Y qué veremos en Recent Paintings. A Journey Through Materiality (Pinturas resientes. Un Viaje a través de la materialidad)?
R.– Creo que un elemento central de la muestra, es que pongo en cuestión los límites del medio o el soporte, en este caso del lienzo, lo cual ha sido una constante en mi carrera. Al mostrar ambas partes del lienzo, se muestran dos planos visualmente distintos y materialmente interdependientes. El concepto es bastante espacial, el recorrido siento que aporta en la forma en que cada uno percibe las pinturas. Yo espero que mi trabajo se revele individualmente y que, si las obras generan preguntas, éstas se manifiestan mientras se recorre el espacio. Los cuadros que presento en esta muestra, han sido hechos con múltiples materiales, y teniendo en cuenta el bastidor como eje central. Es un trabajo a su vez muy físico, por la manera en que aplico o esparzo la pintura, que es lo que crea las formas impredecibles.
P.– Al deconstruir la formalidad del lienzo, muchos se preguntan cuál es la parte frontal de la obra…
R.– Es una pregunta que yo misma me hago, creo que quien lo debe decidir es el espectador. A mí lo que me gusta es la idea de que toda la obra quede expuesta. Hay algunas pinturas que toman mucho tiempo hacerlas, porque los colores y formas van evolucionando y las sigo interviniendo. Algunos lienzos los he trabajado a lo largo de años. El proceso es muy libre, pero a su vez muy consciente. Para muchos expresionistas abstractos, pintar grandes cuadros desafiaba las convenciones de la pintura. Para mí, el punto de inflexión de la obra está en el aporte de quien la mira, siento que es el observador quien activa mis pinturas.
P.– Es profesora de arte en la Universidad de Temple en Filadelfia, en una época tan enfocada hacia los medios tecnológicos, ¿siente que la pintura sigue siendo una disciplina atractiva para los alumnos?
R.– Enseño a estudiantes de carrera y de pregrado, para mí es muy enriquecedor, porque me gusta mucho el diálogo. Contrariamente a lo que se piensa, creo que estamos viviendo una especie de renacimiento en cuanto a la pintura como disciplina artística, pese a que en las últimas décadas se apostó mucho por el arte conceptual. Lo que hace que la pintura sea eternamente relevante, es que es una ilusión física. Las pinturas son análogas a lo que es estar vivo. El tema de fondo es cómo se enseña a pintar porque, aunque muchos no lo hayan sabido comprender o trasmitir, la pintura, puede ser absolutamente conceptual. En los años setenta se hablaba mucho de la «muerte de la pintura» y la verdad que esto nunca ocurrió, como tampoco que creo que vaya a ocurrir por la llegada de la Inteligencia Artificial y demás novedades.