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Cultura

Eduard Márquez: el secreto mejor guardado de la literatura catalana

La editorial Firmamento publica por primera vez en castellano ‘La elocuencia del francotirador’, un conjunto de cuentos del escritor catalán

Eduard Márquez: el secreto mejor guardado de la literatura catalana

Eduard Márquez. | Jordi Márquez

Eduard Márquez (Barcelona, 1960)​ no se considera un autor de culto, a pesar de la veneración de la crítica catalana por sus dos libros de cuentos, aparecidos originalmente en catalán en los años noventa, y publicados por el añorado Jaume Vallcobra en Quaderns Crema: Zugzwang (1995) y L’eloqüència del franctirador (1998). «Solo soy un autor que intenta salir de los caminos trillados», cuenta, porque «sin arriesgarse, sin explorar nuevos territorios, aunque acabes estrellándote, la creación es muy aburrida». Su leitmotiv trae la música de Coltrane aparejada; así dijo este que «parto de un punto y llego lo más lejos posible». Y ése es el mantra, y el sentido final que tiene la escritura para Márquez: llegar lo más lejos posible.

La elocuencia del francotirador parte de Vint-i-nou contes menys (Empúries, 2014), edición catalana que recopilaba sus dos libros de cuentos (por aquel entonces inencontrables en las librerías), ocasión que el autor aprovechó para eliminar 29 narraciones, para alterar el orden, cambiar títulos y personajes, eliminar y añadir fragmentos y reescribir frases enteras. Ahora, nueve años después, ha vuelto a hacer lo mismo. «Me parece un verdadero lujo tener la oportunidad de volver a lo que uno ha escrito y actualizarlo. Como en otros aspectos de mi concepción literaria, supongo que esto se debe a la influencia muy temprana de Juan Ramón Jiménez y su idea de ‘obra en marcha’, concebida como una mutación constante y sucesiva de lo ya escrito», dice el escritor.  

Portada del libro

Eduard Márquez se estrenó en la poesía con Travesía Innecesaria (1991) y la plaquette Antes de la nieve (1994). También ha publicado libros para niños (algunos de ellos traducidos al castellano y publicados por la editorial SM) y es autor de cinco novelas: Cinco noches de febrero (2002), El silencio de los árboles (2003), El último día antes de mañana (2011), La decisión de Brandes (2006), traducidas al castellano y publicadas por Alianza Editorial, y 1969, publicada el año pasado, también en castellano, por la editorial Navona. Con la primera reedición de los cuentos en 2014, pensó Márquez que daba por concluida su etapa creativa en el ámbito del relato corto. Sin embargo, cuando comenzó a plantearse su última novela (1969) volvió a escribir algunos relatos para ponerse a prueba. «En este sentido, dice, siempre he pensado que los cuentos, al tener una dimensión más reducida y más controlable, y a pesar de las enormes dificultades que comporta su escritura (mucho más que las novelas), son una herramienta muy útil para ensayar y desarrollar técnicas, formatos, estrategias narrativas, voces, estilos… Por lo tanto, los cuentos, como la poesía, otra herramienta muy exigente y muy útil para cuestionarse a uno mismo, siempre han estado ahí y supongo que siempre estarán ahí», afirma.

Así, sirve este Elocuencia del francotirador para que el lector español descubra y comprenda «dónde y cómo empezó todo lo que, estilística, narrativa y conceptualmente, desarrollé en las novelas posteriores», cuenta Márquez. Ello reafirma, además, la idea del autor de la obra literaria concebida como un todo orgánico: «Como si fuese un árbol. Todas las ramas (poemas, cuentos, novelas, ensayos…; para niños o para adultos…) dialogando entre sí y construyendo un todo en que las piezas se complementan, se enriquecen, se oponen, se cuestionan, se anulan, se anticipan».

La prosa de Márquez es aparentemente sencilla, de frases contundentes, sobrias. Y es una prosa que busca la sonoridad, la eufonía, la música del texto. Por ello, y por el afán del autor de hibridar poesía y narración, son textos llenos de imágenes, preñados de metáforas gloriosas. Y son relatos multiformes: el autor saca provecho de las estrategias narrativas de los formatos más diversos (policíaco, misterio, gótico, espionaje, western, etc). Para entenderlo mejor, tenga en mente el lector el descubrimiento, por parte de Márquez, en aquellos lejanos años 90, de los posmodernos norteamericanos (Robert Coover, Thomas Pynchon, Richard Brautigan, Kurt Vonnegut, Donald Barthelme, John Barth).

Eduard Márquez. | Jordi Márquez

Pero también las instalaciones y los libros de Sophie Calle o de la «novela sintética» de Massimo Bontempelli, tal como nos recuerda el propio Márquez. Por ello es La elocuencia del francotirador un libro lleno de instantes de confusión, en los que el mundo se pone patas para arriba. Unos textos que exploran los límites de la identidad (una de las obsesiones del escritor) y cuyo motor parece ser en muchos casos el tedio existencial. En ese sentido, son textos que tratan de captar los resortes ocultos de la normalidad. Son textos en los que los personajes pugnan por, sea como sea, inventarse una nueva vida. En palabras de su autor, «La elocuencia del francotirador es un catálogo de desconciertos que intenta sacar rendimiento narrativo a nuestros temores, nuestras fobias, nuestras limitaciones, nuestros fracasos, nuestros prejuicios, nuestros deseos, nuestras mistificaciones, nuestras verdades, nuestras imposturas… Todo ello en relación con nosotros mismos o en relación con los otros». De hecho, tales deseos provienen de los del propio autor, quien afirma que «si fuera posible, me gustaría vivir muchas vidas al mismo tiempo. No sucesivamente, ¿eh?, que si se tiene el valor suficiente, puede ser más fácil, sino al mismo tiempo».

En la obra de Márquez son muy importantes otras expresiones artísticas, que de una u otra forma han moldeado sus novelas y cuentos: la música, la pintura o la fotografía. En La elocuencia del francotirador, por ejemplo, es fundamental el concepto musical de la variación y el concepto pictórico del tríptico. Así, se producen variaciones, repeticiones, personajes que entran y salen de los cuentos, referencias de un cuento en otro cuento… Lo que ha hecho Márquez ahora es, contra la idea de mantener los libros tal cual fueron concebidos, en dos secciones cronológicas, mezclar los cuentos de los dos libros. Con ello, los personajes y las historias «empezaron a dialogar entre sí de otra manera». Y añade: «Fue apasionante descubrir nuevas sintonías, nuevas oposiciones, nuevos contrastes. Los personajes y las historias se redimensionaron».

Ahondando en esta idea del asombro constante, los personajes de Márquez tienen nombres raros (Anne Boissel, Enzo Biber, Brendan Kowalski, Hans Tulnero, Egon Blade, por ejemplo). Las razones para ello, nos dice Márquez, son las siguientes: «En el caso de los más cortos (que pertenecen a Zugzwang), el criterio que seguí fue juntar nombres propios raros en catalán con topónimos también raros de la geografía de Cataluña. Fundamentalmente, la intención era generar extrañeza y dar a las historias un cierto aire de irrealidad. En el caso de los más largos (que pertenecen a L’eloqüència del francotirador), el criterio fue similar, pero con una variación: juntar nombres y apellidos de lenguas diferentes para generar la misma sensación de extrañeza e irrealidad y, además, conseguir la deslocalización de las historias, que me interesaba para intensificar su carácter alegórico».

Preguntado sobre el bilingüismo y la reciente polémica de Julia Bacardit de no permitir que su libro se tradujese al castellano, responde Eduard Márquez que «para mí no hay ningún conflicto. Empecé escribiendo y publicando poesía en castellano y, cuando cambié de género y de lengua, mis libros se empezaron ya a traducir al castellano en el año 2002. Y así ha sido desde entonces. Tanto los libros para adultos como los libros para niños. Siempre he vivido las traducciones, a cualquier lengua, como un privilegio. Por lo que respecta a la lectura de autores extranjeros, y si están disponibles en las dos versiones, no elijo la traducción por la lengua, sino por el traductor. Lo que considero otro privilegio, porque me permite escoger la mejor traducción».

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