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El otro descubrimiento: indígenas en el Viejo Mundo

Esteban Mira Caballos estudia en su ensayo las condiciones de los esclavos y mestizos e indígenas libres que viajaron a Europa en el primer siglo de la conquista

El otro descubrimiento: indígenas en el Viejo Mundo

Dióscoro Teófilo Puebla Tolín, 'Primer desembarco de Cristóbal Colón en América' (1862)

Si algo sorprende de la conquista y colonización de América por parte de los españoles es la rapidez de este proceso conflictivo y siempre polémico. En menos de 50 años, abarcaron un territorio inmenso, sentaron las bases de su administración, fundaron ciudades, establecieron universidades y abrieron imprentas. A nivel legislativo, la cosa fue no menos rápida. En 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas de Indias, después de años de directivas de la corona. En menos de medio siglo, España abrió y cerró el debate sobre la conquista, sobre la esclavitud de los indígenas, sobre su condición y sus derechos.     

Asegura Esteban Mira Caballos (Sevilla, 1966), autor de sendas biografías de Cortés y Pizarro, entre otros, que «el humanismo y el mestizaje singularizan la conquista. Es lo que hace diferente al Imperio español, una corriente humanista que pesó sobre los soberanos». Esos factores hicieron que el esclavismo y la trata, que sin duda existieron, fueran de ámbito más reducido que en otros casos y que España los ilegalizara con mucha antelación respecto a otros países. «La esclavitud estaba normalmente aceptada en esa época. España la abole en 1542, los portugueses no lo hacen hasta 1758 y los ingleses nunca la llegan a abolir hasta que los Estados Unidos lo hace en la Guerra de Secesión», asegura a THE OBJECTIVE.

En El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo (Crítica) Mira Caballos traza un recorrido desde los primeros indígenas capturados y llevados ante los Reyes Católicos hasta los americanos de toda condición (élites locales y pueblo llano) que viajaron a España para defender sus derechos, apelar al Rey o ganarse la vida en Europa. Los primeros conquistadores (y descubridores) regresaron a España con botines de guerra que incluían indígenas que resaltaban en la sobria corte castellana con su colorida apariencia. Los diez primeros vinieron con Cristóbal Colón, aunque sólo seis llegaron con vida hasta Barcelona, donde se encontraban los Reyes Católicos. «Ellos de su propia voluntad y aconsejados, pidieron el bautismo», señalan las crónicas. «Y a un indio que era el más principal de ellos llamaron don Fernando de Aragón», en honor al rey católico. «Se trataba de los primeros habitantes del Nuevo Mundo que pisaban tierras europeas», precisa Mira Caballos en el libro. Bartolomé de las Casas los vio en Sevilla, donde toda la población salió a ver aquel espectáculo exótico. 

Portada del libro

A los indígenas bautizados en la metrópoli o en sus tierras de origen se les asignaba el apellido de su patrón, su dueño (si eran esclavos) o sus protegidos. Sólo los caciques, curacas o nobles conservaban sus apellidos originales al ser cristianizados. También Hernán Cortés, victorioso ante los mexicas, exhibió en la corte a un grupo de cempoalos: «Paréceme no haber visto jamás cosa alguna que, por su hermosura, pueda atraer tanto las miradas humanas», escribió el gran cronista italiano Pedro Mártir de Anglería. Carlos V los vio en Tordesillas. Otra partida de locales despertó admiración por el juego de pelota, que practicaban al modo de su tierra en Sevilla. ¿Podríamos hablar, forzando las cosas, del primer partido de fútbol de la historia en suelo europeo?

La mayoría de los indígenas que entraron en la Península en los años posteriores al descubrimiento lo hicieron en calidad de esclavos, como botín de guerra o dentro de una incipiente y corta trata. Hablar de esclavitud en el caso de la conquista obliga a ser rigurosos y Esteban Mira Caballos apela a salirse del marco ideológico. «Estamos muy polarizados, entre los negrolengendarios, que son pocos en España y muchísimos en América, y los rosalegendarios, que hacen también un daño tremendo. Yo soy historiador y hago las cosas como historiador. Sí hubo trata de esclavos, con más de 2.500 casos documentados, si bien es cierto que España fue el primer país que la abolió, primero en 1500, y definitivamente en 1542. La trata fue muy fugaz porque los indígenas eran vasallos y cristianos, lo que no era compatible con ser esclavos, por lo que duró muy poco y se les liberó».

Esteban Mira Caballos. | Cedida

Colón fue el primero en traficar con indígenas. Lo hizo apremiado por la falta de beneficios en sus viajes, pero la Corona atajó la posibilidad de establecer una industria y un sistema esclavista. La mayoría de los casos de entrada de esclavos en España se da entre 1492 y 1502. Los esclavos se vendían especialmente en Sevilla y padecían el hierro de sus dueños y en algunos casos una argolla al cuello. Desde bien pronto se alzaron voces contra la trata en América y en España. La Corona, desde el año 1500, lanzó numerosas órdenes tendentes a prohibir la trata, que se encontraron con la reticencia de los españoles en América y las tretas para hacerlos pasar inicialmente como personas capturadas en justa guerra o como caníbales y, posteriormente, seguir con el comercio vía Lisboa. Poco a poco, se fueron desmontando legislativamente todas las coartadas y ya en 1510 encontramos las primeras liberaciones de esclavos dictadas por Fernando el Católico. Hacia mediados de siglo, las Nuevas Leyes permitieron a muchos esclavos acogerse a procesos judiciales para su liberación y España contó con procuradores indígenas en su sistema judicial para defender sus intereses

Religiosos y tratadistas de la época se manifestaron desde el inicio de la conquista contra la esclavitud. Un duro sermón de fray Antonio Montesinos contra los encomenderos de La Española abocó en 1511 a los dominicos a la indigencia en una isla en la que se sintieron repudiados. El famoso Bartolomé de las Casas, que no fue ni el primero ni el único valedor de los indios, fue escuchado en la Corte española. «Y fue atendido y tenido en cuenta», precisa Mira Caballos, para quien el dominico es «lo más glorioso que ha dado España» aunque exagerara cifras, presentara contradicciones y, en opinión de sus detractores, sentara las bases de la Leyenda Negra que aprovecharían las naciones enemigas de España. Con todo, la mera existencia de Las Casas y el crédito que tuvo en la misma Corte es sintomático del debate humanista que se dio en su seno.    

El autor de El descubrimiento de Europa, que analiza y pone cifras a la esclavitud, opina no obstante que la legislación de Indias «es un hito social» que pone a España a la vanguardia de los derechos humanos en una época en la que la trata estaba normalizada. Mira Caballos estudia también el auge de la élite indígena en la metrópoli y cómo los americanos se movieron en la Corte española, en muchos casos bien informados sobre sus derechos y dispuestos a sacar partido. «Hay que romper con la imagen del indio ingenuo, tradicionalmente burlado», señala. Son indígenas o mestizos que han apoyado a los españoles en la conquista, que hacen valer su estatus frente a otros clanes, que apelan al Rey, que son escuchados y a menudo gratificados. «Algunos se reinventan en España, dicen que son caciques para obtener derechos; otros recuperan el poder; otros hacen valer su condición de nobles y los ves decir que no tienen sangre judía», explica. 

Sorprende la predisposición de los monarcas españoles a la hora de recibir a indígenas de toda condición, incluso a aquellos siervos que apelan contra un dueño violento a miles de kilómetros de allí. «El Rey los recibe a todos. A los españoles no, pero a los indios sí, porque el Rey no podía ir a América, eso era impensable, pero quería estar informado», apunta Mira Caballos. Con el tiempo se forjaron redes clientelares en la metrópoli y los mestizos especialmente supieron moverse como pez en el agua en un sistema que, señala el autor, «nunca los desamparó». Algunos mestizos, especialmente hijos de los conquistadores, llegaron a atesorar increíbles fortunas y a vivir en España rodeados de lujo y propiedades. «El flujo fue bidireccional -concluye Mira Caballos-. Es hora de poner justicia y acabar con esta idea de que España destruyó América. España no hubiera conquistado nada sin la ayuda de los propios conquistadores indígenas, y el sistema virreinal fue pactado». En ese sistema, en cuya cúspide se asentarían los criollos que acabarían por lanzar el grito de independencia, tuvo cabida un lamentable pero corto periodo de esclavitud contra el que se armó el primer aparato legislativo de la historia moderna. 

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