‘Flash’: un fracaso en taquilla que resulta muy divertido
La calidad de la película no es mala, pero su resultado sí exige una reflexión sobre lo que se le pide al espectador
Las taquillas de dos películas de superhéroes evidencian que el género no ha agotado a la audiencia, pero sí muestra lo evidente: se necesita de algo más que la propia presencia del mítico personaje en el título para atraerla. Mientras Spider–Man: Across the Spider–Verse acumula 560,3 millones de dólares en todo el mundo, Flash se hunde como el filme menos taquillero de DC, con 210 millones, sumando lo recaudado adentro y afuera del mercado estadounidense.
Las razones esgrimidas para explicar los diferentes caminos de ambos proyectos se han exprimido en todos los sitios de entretenimiento. La producción que protagoniza Ezra Miller pasó por tantas manos, su guion fue tan manoseado y el final tan manipulado para darle bienvenida a un reinicio de los superhéroes bajo la conducción de James Gunn, que no hay sorpresas en cuanto a los problemas de fluidez de la trama.
Por otro lado, el comportamiento errático de Miller —lo que impidió una campaña certera de promoción—, añadió otro clavo a un ataúd que nadie quería cargar. Sin embargo, cancelaciones aparte, es cierto que comparado con lo que DC ha presentado hasta el momento, Flash es una película por encima del promedio. Incluso más divertida y con ciertas reflexiones más profundas que lo planteado por el amado Zack Snyder en este universo.
Más allá de que El hombre de acero y Batman vs Superman: El amanecer de la justicia tienen esos toques reconocibles de Snyder, esas imágenes que hipnotizan y que te hacen olvidar por momentos el fondo de la historia para aplaudir la forma, es indudable que Andy Muschietti (It) entrega un producto más entretenido que esos dos títulos, con un Miller brillante, que es capaz de burlarse de sí mismo y de lo que ha debido transitar para que la película llegue a tu cine favorito.
Divertir, la esencia que se olvida
Si Spider–Man: Across the Spider–Verse está gozando de buena salud y le da cierta esperanza a los estudios que siguen y seguirán apostando por películas de hombres accidentalmente poderosos y herederos de dioses casi indestructibles, es porque en el mundo de la animación se puede crear universos visuales que en el live action no. Por más que un largometraje esté bien hecho, los efectos CGI siempre van a chirriar. Pasará un tiempo para que lo grabado en la pantalla verde sea más creíble.
Las diferentes técnicas que se pueden ver en un trabajo animado son casi infinitas. El mejor ejemplo es ese spiderman punk (Hobie Brown) que nos enamora en la última cruzada de Miles Morales. El cambio de colores de un tiro de cámara a otro o la espectacular secuencia de cientos de arácnidos persiguiendo al protagonista, con referencias a todas las variantes que conocimos desde el paso del papel a la televisión, contrasta con lo intentado con personajes reales.
Soy de los que se emocionó con la presencia de varios «actores» famosos, de los años 60 al presente, homenajeados en Flash, pero esa emoción pasa a vergüenza cuando detallas que son reconstrucciones computarizadas. Es una sensación ambivalente, propia de una cinta que intenta ser muchas cosas a la vez por las razones ya explicadas. Espero se entienda el punto: dentro de la animación, pasar del cómic a la pantalla se siente orgánico, no así con personas de carne y hueso.
Es cierto que a Marvel le ha ido muy bien en este sentido, pero si nos alejamos de los proyectos que involucran a los Vengadores en conjunto, hay títulos cinematográficamente de muy poco valor, como El increíble Hulk protagonizado por Edward Norton que no pudo levantar la herencia de Ang Lee, Thor: el mundo oscuro o el propio Iron Man 2. Esto para no meternos con ideas ambiciosas y malogradas como The Eternals. Incluso la última entrega de Ant-Man es realmente vergonzosa.
Eso sí, parece que el fanático de las películas de Marvel es más bondadoso o menos «tóxico», por usar la palabra de moda, que los de DC. Al menos suelen acompañar a sus superhéroes independientemente de lo que suceda en el guión. Solo esto explica que Ant-Man y la Avispa: Quantumania recaudara 476,1 millones, cuando absolutamente todo está mal en ella, desde el guion, hasta el diseño de producción y los efectos especiales se excusan en un fondo negro que apenas si permite ver lo que está sucediendo.
Economía y expectativas
Además, los estudios, ahora que responden a empresas que están menos interesadas en la calidad y en el arte, dejan poco espacio para que el espectador pueda descansar de la «película definitiva». A Flash la vendieron como «algo nunca visto», aprovechando los comentarios tras un visionado sin acabado de Tom Cruise y Steven Spielberg. Y eso está sucediendo con cada bockbuster que antes lanzaban cada año y ahora cada dos meses.
Apenas vamos por mitad de 2023 y ya debemos alistarnos para la última Indiana Jones o la nueva Misión Imposible. Eso es exigirle mucho a un espectador que además paga el servicio de Disney para no perder la relación entre Invasión Secreta y quién sabe qué película más o debe ponerse al tanto para comprender en qué terreno se ubica Andor y The Mandalorian. El bombardeo es enorme y por lo tanto, muchos usuarios prefieren esperar a que el título esté disponible para consumirlo en la comodidad de la casa donde los televisores son cada vez más grandes.
Flash no es la mejor película de superhéroes, es cierto. No obstante, está a años luz por delante de Venom y su terrible secuela, por ejemplo, que respondieron en taquilla. Es probable que el tiempo sea más benévolo y en unos años agradezcamos por la digna despedida a Michael Keaton, el mejor Batman de todos los tiempos. Pero, para disfrutar de ello, también debamos aceptar al menos favorecido de la franquicia de Warner Bros, un cameo que resume la esencia de los problemas que hereda James Gunn. Veremos si el reseteo es la solución.