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Tim Burton, un cineasta que se mueve en los límites de su propia sociedad

El crítico Juan Luis Sánchez publica el libro ‘Tim Burton. De Bitelchús a Miércoles’, que desgrana la carrera del director

Tim Burton, un cineasta que se mueve en los límites de su propia sociedad

Tim Burton en la inauguración de una exposición sobre su obra en Madrid. | Europa Press

Tim Burton fue un niño introvertido y con una desbordante imaginación. De pequeño pasaba la mayor parte de su tiempo recluido en su habitación, dibujando, viendo películas de terror en la televisión o recreando junto a su hermano pequeño Daniel ciertos crímenes sangrientos que había presenciado en las noticias. También disfrutaba asustando a los hijos de los vecinos de Burbank, el vecindario suburbano de clase trabajadora de Los Ángeles en el que creció infelizmente. En una ocasión llegó a fingir que había encontrado el cadáver de un hombre descuartizado con un hacha. Su relato resultó tan convincente que uno de los lugareños llamó a la policía. 

Saber cómo vivió sus primeros años el cineasta estadounidense resulta fundamental para entender lo que luego iba a rodar. «La infancia de Tim Burton tuvo un impacto significativo en su visión artística y en su enfoque hacia los personajes marginados», asegura a THE OBJECTIVE el crítico de cine Juan Luis Sánchez, que acaba de publicar el libro Tim Burton. De Bitelchús a Miércoles (Diábolo Ediciones). «Desde muy joven, Burton se sintió atraído por lo extraño y lo inusual, y encontró consuelo en la creación de arte como una forma de escape. En su infancia, Burton se describió a sí mismo como un niño solitario y a menudo se sentía fuera de lugar. Esta sensación de alienación y su gusto por lo macabro y lo diferente probablemente influyeron en su forma de ver al mundo y en su elección de personajes y temáticas en su trabajo cinematográfico».

Desde sus comienzos, Burton se ha sentido atraído por los bichos raros y por aquellos que son marginados por la sociedad, y siempre ha encontrado belleza y humanidad en ellos. «¿Alguna vez han notado que los personajes de Tim Burton siempre tienen ojeras?», reflexiona el autor. «Incluso cuando están felices parecen recién salidos de una semana de insomnio. Creo que el único requisito para actuar en sus películas es tener una buena bolsa de té de manzanilla para cubrir esas ojeras. Sus personajes suelen ser incomprendidos que tratan de hacer las cosas bien pero que, por su carácter peculiar, acaban aterrorizando a los demás. A veces son peculiares pero también con aviesas intenciones, como los alienígenas de Mars Attacks, que no pretenden caer bien. Vive en un eterno Halloween, donde cada día es una oportunidad para vestirse de negro y rodearse de sombras. Incluso su cabello parece tener vida propia, desafiando la gravedad con su distintiva apariencia despeinada».

Una escena de ‘Mars Attacks’. | Stephanie Masoner

El libro de Sánchez recorre el universo de un hombre que, gracias a la original estética de inspiración gótica que imprime a sus obras, ha logrado que cualquier espectador pueda reconocerlas simplemente viendo uno de sus fotogramas. La carrera de Burton dio comienzo cuando a los 18 años ingresó en el Instituto de las Artes de California, escuela para futuros artistas de Disney. Consiguió incorporarse al departamento de animación de la famosa compañía, pero el particular estilo de sus trazos no encajaba para nada allí. De hecho, pasó tres años trabajando en Tod y Toby, pero todos los diseños que hizo para esta película fueron desechados. Algunos fans del director desconocen que aquella época supuso una auténtica tortura para él, y que aprendió a dormir sentado y sujetando un lápiz para pasar desapercibido al echarse una siesta durante el trabajo, de cara a que la jornada laboral se le pasara más rápido. 

A pesar de todo, Burton no fue despedido, seguramente por el hecho de que Disney atravesaba entonces una etapa de enorme crisis y confusión general que duraría varios años. «Burton logró que Disney pusiera en marcha sus cortos Vincent y Frankenweenie, pero estaba claro que no cuadraba mucho con el espíritu de la compañía, así que se fue», relata Sánchez. «Una vez consagrado como director, Disney sí estuvo dispuesta a producirle un largometraje, Pesadilla antes de Navidad, pero porque con Batman se había convertido en un realizador de moda y en alguien bastante rentable. Hoy se lleva a las mil maravillas con la empresa, y a la vez está bien considerado por Disney; de hecho, le reclutan para versiones live action que han sido un éxito, como Alicia en el País de las Maravillas y Dumbo. En esta última se permitió criticar al fundador, pues Michael Keaton daba vida a un siniestro potentado que ha creado un emporio del espectáculo, con un parque temático gigante, y se aprovecha de los dones de los demás (en este caso de un elefante que vuela)».

Una carrera a caballo entre mundos

A lo largo de todos estos años, los largometrajes de Burton se han movido entre lo marginal y lo mainstream. Aunque cabe decir que el cineasta nunca se ha vendido, ni tampoco ha rodado una película que no pueda ser calificada de timburtoniana. Algunas veces su cine parece estancado (basta con ver la comedia de terror Sombras tenebrosas), y muchos de sus fans opinan que sus cintas parecen repetitivas con la constante colaboración del compositor Danny Elfman y el actor Johnny Depp, con quien colaboró por vez primera en Eduardo Manostijeras.

Pero todo ese tipo de críticas le dan igual a Burton. «El proceso del éxito es algo misterioso que me fascina», confesó una vez. «No puedo anticipar o tomar decisiones para que una película tenga éxito. Al final estás solo en el plató, teniendo que tomar decisiones cruciales. En mi caso, tomo esas decisiones basándome en la emoción, nunca en la razón, porque para mí, las decisiones racionales nunca funcionan. El éxito, para mí, es algo casi mágico, una sorpresa. Creo que es más divertido de ese modo».

Cuando parecía que había perdido protagonismo, el éxito en Netflix de la serie Miércoles, protagonizada por Jenna Ortega como la hija de la familia Addams, ha catapultado de nuevo a Burton a primera fila, dándole a conocer a una nueva generación de espectadores. Como escribió la también crítica de cine Lucía Solaz, el californiano ha estado dentro del régimen de los estudios desde sus comienzos, pero sin duda ha sabido mantener su individualidad al margen de las exigencias económicas y de la mentalidad corporativa del sistema: «Al igual que muchos de sus personajes, Burton se mueve en los límites de su propia sociedad. Es aceptado por su éxito, pero en los demás aspectos, Hollywood y él mantienen una respetuosa distancia. Esto ha hecho posible, afortunadamente, que Burton se mantenga fiel a un estilo tan personal, original, imaginativo, creativo y deliciosamente refrescante […]. Burton ha demostrado, frente a la opinión de la mayoría de los ejecutivos de los estudios, que el público sabe apreciar las películas que escapan a lo convencional. El triunfo de Tim Burton es el triunfo de lo raro».

Tim Burton. De Bitelchús a Miércoles
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