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Christopher Nolan psicoanaliza a Oppenheimer

La película sobre el padre de la bomba atómica, que se estrena este jueves, indaga en la compleja personalidad del genio

Christopher Nolan psicoanaliza a Oppenheimer

Christopher Nolan dirigiendo. | Universal Pictures

En una escena de Oppenheimer, un personaje le dice al protagonista: «Nadie sabe lo que realmente piensas». Y, en efecto, el padre de la bomba atómica tiene mucho de enigmático. Fue un hombre complejo, con muchas aristas. Toda esta complejidad la aborda de forma brillantísima la biografía Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer de Kai Bird y Martin J. Sherwin, que ya comentamos en estas páginas. Christopher Nolan (Londres, 1970), que firma el guion en solitario, se ha basado en este libro monumental para construir su película. Otro, más sensato o con menos ambición, hubiera optado por centrarse en un aspecto del personaje en lugar de tratar de abarcarlos todos. El aspecto ineludible es el proceso que llevó en Los Álamos a la invención de la bomba atómica, tema sobre el que ya existe un título previo que no está mal: Creadores de sombras de Roland Joffé, con Paul Newman en el papel de general Groves, el militar al mando del Proyecto Manhattan.

Cartel de ‘Oppenheimer’

Como Nolan es un macho alfa del cine, no se ha amilanado y se ha lanzado de cabeza a hacer una película -que dura tres horas- sobre las diversas capas de complejidad del personaje de Oppenheimer. El resultado es sólido, pero no tengo muy claro que sea lo que el público se espera, porque la propuesta es más densa que espectacular. El director ha querido meterlo todo en su guion y uno se pregunta si para ello no habría sido más sensato plantearse una serie de seis horas, que le hubiera permitido desarrollar mejor episodios como la etapa formativa del joven físico en Europa, demasiado condensada y apresurada, o personajes relevantes como Jean Tatlock, su amante suicida.

El cineasta psicoanaliza a Oppenheimer desde varios ángulos. Por un lado, está el visionario que concibió un arma de destrucción de una potencia nunca vista y que después cargó sobre su conciencia el hecho de haber dado un paso de gigante científico cuyas consecuencias resultaron devastadoras. Dicen -y lo refleja la película- que ante su invención le vinieron a la mente unos versos del Bhagavad Guitá: «Ahora he devenido muerte, el destructor de mundos».

Dudas morales

El proceso de creación de la bomba ocupa la parte central del metraje y está bien desarrollado. Vemos cómo de la nada se construye una pequeña ciudad secreta en un paraje remoto de Nueva México y cómo un grupo de científicos -algunos de ellos judíos huidos de Europa- trabajan contrarreloj para conseguir fabricar el arma antes que los nazis. Asistimos a los choques entre científicos y militares, y somos testigos de las dudas morales que van surgiendo. Para que se hagan una idea de qué hablamos: cuando estaban dando los primeros pasos, los cálculos de uno de los físicos implicados en el proyecto arrojaron como resultado que la explosión produciría una reacción en cadena imparable en la atmósfera que destruiría todo el planeta. Nuevos cálculos redujeron ese riesgo a cercano al cero. Pero ese «cercano» era muy inquietante, porque no era el cero absoluto.

Benny Safdie es Edward Teller en ‘Oppenheimer’, escrita, producida y dirigida por Christopher Nolan.

El aspecto quizá peor desarrollado, porque queda solo abocetada, es el que se refiere a la agitada juventud y vida personal de Oppenheimer. Sus múltiples amantes, sus flirteos con el comunismo y la actitud petulante de chico pijo muy seguro de sí mismo que le granjeó feroces enemigos en el mundillo científico. Sus altibajos emocionales aparecen por ejemplo en el famoso episodio en que inyectó cianuro en la manzana que debía comerse su profesor, pero hubieran requerido más desarrollo, para lo cual lo idóneo habría sido el formato serie.

El tercer aspecto, que atraviesa toda la película, pero ocupa el centro absoluto en la última hora, es el de Oppenheimer como víctima de una maquiavélica operación de desprestigio una vez iniciada la Guerra Fría. En esa vergonzosa maniobra se mezclaron los celos profesionales, las enemistades que había ido cultivando y la histeria anticomunista que se desató en la sociedad americana. Lo cierto es era un sospechoso muy jugoso, porque había coqueteado con el comunismo en su juventud y estaba rodeado de personas -el hermano, la esposa, la amante- que habían pertenecido al partido. Además, había protagonizado episodios peliagudos, como la insinuación que recibió de su amigo Haakon Chavalier, profesor de literatura y miembro del partido comunista, de que debería informar a los soviéticos, entonces aliados en la lucha contra Hitler, de los avances con la bomba.

En el tratamiento de este asunto -con partes rodadas en blanco y negro para darle un tono documental- Nolan brilla, porque logra retratar a un héroe convertido en sospechoso que opta por no defenderse con ímpetu de los ataques que recibía, acaso como un modo de expiar la culpa que lo carcomía y que lo llevó a oponerse a la creación de la bomba de hidrógeno. Esto lo convirtió en alguien muy incómodo para el poder en plenas tensiones con Moscú.

Reparto de estrellas

Si vamos al aspecto cinematográfico, toda esta operación de acoso y derribo cuyos hilos movía un personaje importante, está muy bien desarrollada, porque se consigue generar tensión dramática con el tema que de entrada podría resultar muy correoso. Y lo mismo sucede con el encuentro junto al lago de Oppenheimer con Einstein (interpretado por Tom Conti), en el que los dos científicos mantienen una conversación cuyo contenido solo se desvelará al final.

La película cuenta con un elenco de estrellas: Cillian Murphy -que ya ha trabajado con Nolan en varios títulos anteriores- es un muy creíble Oppenheimer, y también aparecen Emily Blunt, Matt Damon, Robert Downey Jr., Kenneth Branagh, Gary Oldman… Algunos tan bien caracterizados que de entrada cuesta reconocerlos. A ver si adivinan a la primera quién hace de Lewis Strauss, y quien tiene una escena memorable como el presidente Truman en un encuentro con el protagonista en el despacho oval.

Matt Damon es Leslie Groves y Cillian Murphy es J. Robert Oppenheimer en ‘Oppenheimer’

Este no es el Nolan de Origen, Interestellar y Tenet, mucho menos el de la trilogía de El caballero oscuro. Si con alguna de sus películas conecta esta es con Dunkerque, por su aspecto histórico. Solo que Dunkerque plasmaba una batalla épica y Oppenheimer plasma los demonios interiores de un genio atormentado. El cineasta logra sacar adelante un proyecto muy ambicioso con el que muchos otros se hubieran estrellado.

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