THE OBJECTIVE
El purgatorio

Nacho Guerreros: «El cine español es un coto privado»

El conocido actor por su papel en ‘La que se avecina’ presenta su vuelta a los escenarios madrileños con ‘Juguetes rotos’

Muchos creen conocerle, pero nada más lejos de la realidad. Sucede con multitud de personajes de fama catódica. Los espectadores, acostumbrados a verlos siempre en un mismo registro, contemplan con pasmo como ese actor, esta actriz, aquel cantante o ese otro presentador que tantos días los ha acompañado, no es como aparece siempre en pantalla. ¿Quién es de verdad cuando le acompaña una cámara, varios guiones, el barniz del maquillaje? Nacho Guerreros puede pasear de punta a punta de nuestro país y siempre se escaparán las miradas–furtivas o confesas–de los que le conocen por su papel de Coque en La que se avecina, un extoxicómano y expresidiario que ejerce como jardinero de Mirador de Montepinar, la urbanización que tanto ha entretenido a España durante más de 13 temporadas.

Pero Guerreros es un antagonista de ese Coque que tanto bien le ha hecho en su carrera. Es un hombre educado, esforzado trabajador, grandísimo deportista, apocado, pero directo en lo que piensa y defiende. Le pillamos de promoción con Juguetes rotos, obra de teatro con el telón de la transexualidad de fondo, que estará en cartel hasta el 30 de julio en el Teatro Pavón de Madrid. Baja el actor calagurritano a este Purgatorio para confesar que odia las alfombras rojas, «hacen mucho daño a la profesión»; admite que el cine español es un coto privado, aunque «afortunadamente en el último año hemos visto muchas más caras». Y narra algo que nunca había contado, con el famoso «no a la guerra» y como le dijeron que él no hacía falta que se manifestara porque no era famoso, «me di cuenta de que la ideología a veces es muy vanidosa».

PREGUNTA.- Yo, más que una pregunta, he pensado en empezar con una afirmación porque le iba a preguntar ¿cómo está?, pero casi le voy a decir cómo está, se le ve muy bien físicamente.

RESPUESTA.- [ríe] Es que estoy bien.

P.- ¿Está mejor ahora que hace…?

R.- Total, estoy mejor ahora. Yo me encuentro muy bien físicamente porque también me lo curro. Y me parece que esto es un pico pala, pico pala. Pero también mentalmente, eso me parece muy importante. Es verdad que esto no es algo que caiga del cielo. Uno lo trabaja, pero también es verdad que si tú tienes un trabajo como el mío, en donde mi vocación la he convertido en profesión y me va bien, oye, y tengo salud, pues la felicidad en seguida se ilumina en la cara.

P.- ¿Qué hace en el día a día?

R.- Hago mucho deporte todos los días y es lo primero que hago en el día. A las 07:00 ya estoy en el gimnasio. Me levanto a las seis todos los días del año, incluido los domingos. Incluido el 31 de diciembre, es que yo no celebro la nochevieja. Creo que soy de las pocas personas del mundo que se va a la cama antes de las uvas. Es que no me gusta terminar el año y que empiece otro. No es mi noche favorita. Bueno, me gusta empezar el día 1 sin saber que el 31, ha sido el día anterior. Es una tontería como un piano, pero me da como cierta nostalgia esa noche.

Y también es cierto que empecé a hacer deporte con 33 años, ahora tengo 52. Y de los 45 hasta ahora, todavía lo practico con más intensidad. No me preguntes por qué. Pues no lo sé. Quizá porque yo salgo de ahí y me siento muy bien. Me da fuerza para empezar el día, para trabajar con otra cara, para intentar tener buen humor, que es importante, porque hacer deporte genera endorfinas y te genera esa cosa de la felicidad. Y me gusta hacer la vida fácil y creo que el deporte me ayuda también a tener mi vida más fácil.

P.- ¿Y es un mundo complicado el de las artes para cuidarse?

R.- Pero yo creo que eso es un mito. Evidentemente, he conocido gente viciosa de todas las profesiones, amas de casa, ingenieros, abogadas, de todo, eh. Precisamente ahora hay una corriente de actores y actrices que aboga más por una vida sana.

P.- ¿No hay una deriva viciosa de tomarse unos cubatas después de la obra de teatro, por ejemplo?

R.- Yo nunca he bebido, no he sido un gran bebedor de cubatas, pero he sido muy cervecero. Y entonces descubrí que efectivamente, después de la función, cuando te viene la gente a ver, pues oye, tienes una diferencia y tienes que ir con ellos a tomar una cerveza, porque además así compartes esa opinión de qué les ha parecido, y compartes un buen momento. Pero claro, yo me he hecho dos o tres o cuatro cervezas, luego me iba a la cama y al día siguiente tenía “La que se avecina” y función, entonces no me compensaba y decidí que para mí lo mejor era quitármelo y ya está.

P.- Ya que hablamos de cervezas, Nacho Guerreros trabajó como camarero en un bar de copas, El capote, ¿qué se aprende del ser humano cuando uno sirve?

R.- Se aprende que la gente bebía mucho o por lo menos bebía mucho y con mucha ansiedad, porque este bar abría a las 23:00 de la noche y se cerraba a las 07:30. Y la gente bebía con más ansiedad conforme iba pasando la noche. Y a veces tenías la barra, era una barra ovalada y estábamos como cuatro o cinco o seis dentro. Y yo recuerdo estas noches de delirio, de viernes, de sábado, con todo cabezas levantándote la mano para pedirte su copa.

P.- Casi es como un cursillo previo a ser actor el ser camarero.

R.- Yo creo que sí. De todas formas, yo recomiendo a todo el mundo, si puedes y tienes la oportunidad, que sea camarero por un día. Creo que deberíamos, porque también es un espejo. Porque también cuando tú estás en el otro lado de la barra entiendes al que está adentro. Es un poco empatizar con el trabajo del otro.

P.- Sé que ha venido a El purgatorio, Nacho, habiéndose repasado alguna que otra entrevista como la que hicimos a José Mota o a José María García. No sabía que era fan de García. 

R.- Pues es que fíjate que curioso, yo nunca he sido futbolero, pero este hombre me gustaba. A mí me ha gustado siempre la comunicación y desde niño yo quería ser presentador de televisión o cantante o actor. No he querido hacer otra cosa nunca. Y entonces José María García para mí era un referente de la comunicación. Me acabo de ver el documental que tiene en Movistar. Me parece brutal, porque este hombre sí que es verdad que ha sido muy valiente en muchos aspectos, ha sido un comunicador valiente, independientemente de oye, de si te gusta o no, pero hay que reconocerle el mérito de que ha sabido llegar a millones y millones de personas y que yo creo además que la mayoría le admiramos.

P.- ¿Somos menos valientes ahora?

R.- Mucho menos valientes, porque si no te censuras, te censuran. Porque cuando vienes a una entrevista siempre dices «oye, a ver lo que hago para no ofender al otro», por ejemplo. Y además primero pienso en mis padres, «no voy a decir nada porque mis padres tal», no, yo qué sé si digo tacos, que no me gusta, pero alguna cosa se me escapa, «ay mi madre si lo oye, me va a reñir». Si hablas de política siempre vas a ofender al del otro lado, incluso aun defendiendo tu propia ideología. Es verdad, yo tengo mi propia ideología, pero yo no soy un kamikaze de la política.

Es decir, yo al partido que he votado hay muchas veces me he visto obligado a criticarlo, porque hay que criticar a los políticos. La política no es como el Real Madrid, o sea, como un equipo de fútbol, es real. Tenemos que criticarlos porque estos señores viven de sueldo público. Yo colaboro con mis impuestos al sueldo de estos señores. Entonces, oye, vamos a hacer autocrítica, que se hagan ellos autocrítica y que nos permitan criticar sin que nos hagan una cruz. Me parece de sentido común.

Primer plano de Nacho Guerreros durante la entrevisa – Carmen Suárez

P.- Al hilo de lo que dice usted de los invitados que yo a veces noto y he notado en estas entrevistas, que hay algunos que vienen acobardados de «cuidado, que digo que no me lo pongan como titular». Y lo pienso, y no sé a qué tienen miedo, ¿a cuatro twitteros?

R.- Yo en Twitter poco miedo porque no tengo. Pero sí que es verdad, ahora se me asemeja un poco todo como a la Inquisición, que te señalan por cualquier cosa y que un día por lo menos permaneces en la hoguera y al día siguiente, como viene otra noticia, es la hora de quemar a otro o a otra. Pero bueno, también es verdad que no hay que contarlo todo. Hay una privacidad y sí que es verdad que hay que establecer a tu alrededor una privacidad en la que tienes que tener una armadura. Porque creo, además, como actor, que cuanto más sepan de ti es peor.

P.- Mucha gente le conoce, Nacho, pero sin conocerle.

R.- Claro, porque conocen al personaje.

P.- El personaje es Coque de La que se avecina, que hizo saltar a la fama a Nacho Guerreros, le preguntamos mucho por ese personaje, pero al final es incluso normal, ocupa tantos años de su vida.

R.- Claro, ocupa, fíjate, yo empecé en La que se avecina en 2006, que fue el año que entré en Aquí no hay quien viva entonces de 2006 a ahora, hemos hecho 200 capítulos casi de La que se avecina y esos 15 de Aquí no hay quien viva. Con todo lo que supone también estar en una comedia de éxito. Hay muy pocas comedias y esta es muy disparatada. Ha llegado a mucho público, no sólo de español, sino fuera también.

Y yo, lejos de ofenderme porque la gente me llame Coque por la calle, que por cierto, ahora ya me van llamando Nacho, oye, que bien, pero a mí no me ofende, a mí me reconforta saber que mi trabajo de alguna forma llega de a través de este personaje y es un personaje que está tan alejado a mí que lo disfruto tanto y se le quiere tanto que estoy muy orgulloso de pertenecer a esa familia.

“Ahora se me asemeja un poco todo como a la Inquisición”

P.- Nacho Guerreros está de vuelta en los escenarios. Lleva de gira cinco años, no seguidos, eso sí, con Juguetes Rotos junto a Kike Guaza, con la dirección de Carolina Román. Y vuelve a los escenarios madrileños, estará en el Teatro Pavón hasta el 30 de julio. Para aquellos que no saben qué es Juguetes Rotos, ¿qué nos cuenta esta historia?

R.- Juguetes rotos es nuestra primera obra, además producida por nuestra empresa. Estoy asociado a Fabián Ojeda, que es mi socio en nuestra productora Rocamboleskas y curiosamente es la que permanece en el tiempo. Fue la primera y es la que permanece en el tiempo. Entonces, Juguetes Rotos trata de la vida de Mario. Mario es un chaval de pueblo en aquellos últimos estertores de la dictadura franquista que descubre que él es una señora, él es un niño, pero que le gusta jugar con cosas de niñas. Entonces tiene tanta represión en el pueblo por parte de su familia, del pueblo y tal, que decide marcharse a Barcelona cuando aquella Barcelona despertaba con los cabarets. Y allí conocí a Dorin, que es uno de los personajes que interpreta Kike Guaza y Dorin le va llevando a Mario por ese camino hacia buscar su propia identidad, su felicidad.

P.- ¿Tenían mucha preocupación por el hecho de tocar un tema tan sensible como es el de la transexualidad?

R.- Sí, nosotros empezamos con esta producción en 2017, creo que fuimos de los primeros que empezó a tratar este tema, luego vinieron muchos más, luego vino La veneno, luego han venido muchos más después, pero creo que fuimos los primeros en teatro en tratar un tema de este, de este tipo de manera dramática, porque siempre que se había tratado el tema del travestismo y del transformismo y de la transexualidad, que es completamente diferente. Y luego lo aclararé si quieres. La cuestión es que sí que teníamos miedo por el hecho de que cuando tú presentas ciertos proyectos a productores o a teatros, viene la censura.

Es que esto de la censura lo estamos viendo ahora, pero a mí esto me ha pasado en el 2017 y 2018, te lo ponen como difícil. Ya me habían puesto muy difícil en 2005, Bent, que era una obra que trataba de la historia de amor en un campo de concentración nazi. Quiero decir que la censura no es de ahora, la censura y la autocensura está siempre. Y entonces cuesta mucho llevar determinados temas a los teatros. Curiosamente, también ahora estaba en el teatro Fernán Gómez, con una obra de Ignasi Vidal llamada Sobre el caparazón de las tortugas, un ex matrimonio donde se habla abiertamente de los abusos sexuales que ha cometido este hombre a su hija.

Y también es un tema delicado que cuesta, porque también nos dijeron «es que esto», ¿pero entonces es que hay que contar en el teatro?, ¿qué tenemos que contar? La cuestión es que sí tuve miedo, sí tuvimos miedo, pero la respuesta del público ha sido tan apabullante, que fíjate que nos ha dejado también como sorprendidos y decir joder, pues qué bien que lo hemos intentado, qué bien que lo hemos hecho, porque todavía seguimos y hemos estado además en Latinoamérica, hemos estado dos veces en México, en el Festival de Guanajuato, la única compañía española que estuvo hace un par de años.

P.- Le iba a preguntar más adelante por ello, pero ya que lo ha mencionado, ¿cómo ha sido su relación con la censura?

R.- Yo he sufrido la censura. Con esta obra de teatro, por ejemplo, con Juguetes rotos, ha habido programadores que no se han atrevido a programarla. Y eso es censurar. Lo que ocurre ahora es que parece que ha habido como más casos seguidos de obras de teatro que han sido canceladas, censuradas, con el pretexto que puede ser verdad, no lo sé, de falta de presupuesto. Pero yo digo si la partida de cultura ya está otorgada, no sé, me parece raro, pero censura ha habido siempre. Lo que pasa es que hay que pararla, porque además eso lo recoge la Constitución. Nosotros tenemos que ser libres para crear. Y las personas que quieran acercarse, a nadie le obligan a ir a un teatro. Pero la gente que está interesada en ver cierto tipo de obras, pues tiene todo el derecho a consumir ese producto.

P.- ¿Ve ahora más peligro de censura que hace años?

R.- Yo creo que más quizá. Yo creo que más, sí. Sí, porque hay cosas en ciertos temas que ya no se pueden tocar sí o sí. Estamos hablando de Orlando, por ejemplo, una joya de la literatura universal. Pero insisto, a mí, como me ha pasado ya anteriormente y yo no he hecho tanto ruido porque no he hecho ruido, yo me lo comí.

P.- ¿Había que haberlo dicho?

R.- Pues no lo sé, no lo sé. Mira, hay un refrán o un o una cita o no sé qué coño es: «Tú espera en la puerta y verás el funeral de tu enemigo». No tienes que hacer nada para que el tiempo te dé la razón. Entonces yo muchas veces me he metido la pata por ser impetuoso, pero quieto, que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Es muy importante esperar.

“Las alfombras rojas hacen mucho daño a la profesión”

P.- Decía ante esto de la diferencia entre el travestismo, la transexualidad…

R.- Claro, es que hay otro tema fundamental, yo soy hombre, Kike que es un hombre, y estamos interpretando a dos transformistas, porque en esa época no existía la transexualidad, se les llamaba travestis a estas personas. Entonces nos preguntaron «¿Por qué no lo interpretaban estos personajes, personas transexuales?» Y yo les dije que «porque es que no son transexuales, son travestis, no han pasado por una intervención quirúrgica». Además hay un momento en que a mi compañero Kike se le ve completamente desnudo, entonces también, y me parece muy bien que todo el mundo el mundo me pregunte, pero es que en esa época este término no existía.

Eran travestis que por el día tenían su vida, su vida como hombre. En este caso Mario y Dorin, que tenían su vida, trabajaban en una oficina y por la noche se vestían y se iban a trabajar en los cabarets de Barcelona. En este caso es lo que contamos en esta época concreta, de esa España concreta. Ahora, afortunadamente no es así y podemos ver que hay muchos grupos de que cada uno se puede sentir lo que le dé la gana, pero en aquella época, e insisto, esta obra tiene que ser representada por dos actores hombres masculinos, porque la historia así lo requiere.

P.- Es verdad que a veces hay un debate sobre esto, muchas veces incluso se llega a decir pues un personaje homosexual que lo tengan que interpretar un actor homosexual.

R.- ¿Pero por qué?, ¿un actor para que está? Y además, ojo, y yo a estas personas que me lo han preguntado, os digo oye, también es verdad y es muy lícito que tú puedes montar tu propia productora, producir tú lo que quieras y contratar a quien te dé la gana. No tengo que contratar yo a quien tú quieras que yo contrate.

P.- Tengo entendido, Nacho, que no es usted un actor al que le gusten mucho las alfombras rojas.

R.- Las odio, las detesto. Me parece que además hacen muchísimo daño a la profesión porque se ve desde fuera una profesión frívola. Y mi profesión no es frívola. Mi profesión es una profesión, un oficio muy complicado, muy difícil, que requiere mucha disciplina. Entonces, si yo veo a un actor que está más en una alfombra roja que en un escenario, ¿cómo le voy a poder respetar? Yo quiero ver actores y actrices que trabajen y la mayoría se esfuerza por trabajar. Pero si siempre hay cuatro o cinco que van a una alfombra roja a echar por tierra el trabajo de otros y a decir tonterías, pues entonces realmente estamos alejando nuestro oficio de la gente. Y un actor tiene que trabajar mucho, de verdad.

Yo quizás soy demasiado autoexigente conmigo mismo, pero he intentado que esta profesión sea mi forma de vida. Mi estilo de vida, además. Y es verdad, ojo, cuando hay un estreno, una peli tuya, de un amigo, evidentemente. Pero, ¿es necesario estar a toda hora en esos saraos? Pues oye, está muy bien, pero no creo que sea el camino adecuado para un actor o una actriz, porque además podemos engañar a estos chavales y chavalas que están empezando. Podemos hacerles creer que con eso ya tienen el oficio hecho. Y este oficio es un oficio artesanal. Yo imparto clases a chavales y chavalas de todas las edades.

La cuestión es que siempre te preguntan «Oye, pero todo el mundo nos aconseja no hacer figuración, no hacer publicidad». Digo, «¿pero por qué? Si hacer figuración es un trabajo, tío». O sea, tú te levantas para ir a trabajar en figuración, que si te dan 50 euros al día son 50 euros que tienes en tu bolsillo. Y además, con ese trabajo tú estás viendo cómo es un rodaje y estás viendo dónde situarse y cómo es el oficio desde abajo. Yo empecé en figuración mientras estudiaba la carrera y a mí me encantaba, me encantaba hacerlo.

P.- ¿Esto cuando lo habla con compañeros lo entienden todos o hay algunos que no?

R.- No, evidentemente nuestra generación, hay que trabajar. Yo veo a Lola Herrera trabajar con 87 años y estar de gira por ahí. Y hay personas, hay actrices que a mí me han llegado a decir, jóvenes, que no quieren hacer gira, pero en serio, estamos hablando de nuestro oficio, que encima tenemos un paro brutal y nos podemos permitir el lujo de decir «no quiero hacer gira». Vale, sí, es lícito, pero me parece cuestionable en cualquier caso.

P.- Me parece interesante lo de los saraos.

R.- No me gustan nada. Primero, es verdad que soy una persona tímida. Si yo fuera una persona salerosa, pues yo qué sé, pero soy una persona tímida y no conecto muy bien con ese rollo.

P.- He estado pocas veces, muy pocas, en alguna presentación de una peli o una serie y es cierto que se ven, al menos mi sensación, relaciones un tanto de hipócritas…

R.- Un tanto no, puedes quitar ese tanto. Sí, lo son.

P.- ¿Eso le cabrea?

R.- No me cabrea, pero me molesta. Quiero decir, cuesta mucho más el trabajo de un actor, una actriz, siendo independiente, yendo independiente por la vida, no dar palmaditas en la espalda. No, pero por propia timidez también. A mí me hubiera encantado ser capaz de hacerlo. Ojo, no lo critico, pero es que yo soy incapaz de llegar a un señor, a una señora, y darle una palmadita en la espalda o lamerle el culo por el hecho de conseguir un personaje. No lo he hecho nunca, ni de joven. No creo que ahora con mi edad lo pudiese hacer.

P.- ¿Cuántos buenos actores se han perdido por malos representantes?

R.- Pues me imagino que muchos, porque claro, confías en alguien en tu carrera y yo creo que aparte de tu representante, tu salvador eres tú. Tienes que buscar la vida tú. Eso es evidente. Tengo suerte, llevo cinco años con mi representante Javier, estoy encantado. Creo que es un trabajo de tú a tú, porque también es verdad que hay actores que confían todo en el representante, «no, es que llama a mi representante». Oye, yo a veces digo «llámame a mi» y yo luego comento con mi representante ciertas condiciones o ciertas cosas, no sólo a nivel económico en general sí hay es un proyecto que te va a beneficiar.

Nacho Guerreros posa en la sede de THE OBJECTIVE – Carmen Suárez

P.- ¿Y cuántos buenos actores y actrices se han perdido por el camino de la vanidad?

R.- Muchos.

P.- También es el oficio, un lugar complicado para tener buena relación con la vanidad, para saber gestionarlo.

R.- Sí. Y luego también creo que cuando empiezas en este oficio y todo se te da bien y tienes 20 años, 25 y empiezas a hacer cosas, piensas que siempre va a ser así, que a lo mejor hay algunos casos que es así, pero la mayoría no lo es. Y a lo mejor hay mucha gente que trabaja con 24, 25 años tal y a los 32 y ya no tiene ese tirón, ya no trabaja por lo que sea y hay que volver a empezar. Lo bueno es saber, creo, es saber reinventarse y es saber que esta carrera es una montaña rusa impresionante y que eso lo tenemos que saber.

P.- Ya que hablamos de la cultura y de los actores. ¿Considera que hay muchos actores y actrices que hablan en nombre de la cultura, pero que solamente se representan a ellos mismos?

R.- Hombre, claro. Sí, sí, sí, claro que sí.

P.- Y que a veces los defensores de la cultura, más que defenderla, casi están tirando piedras contra ella.

R.- Va en detrimento de nuestro propio interés. Sí, claro, sí, sí que hay como ahí, como estos grandes pensadores que hablan del oficio, yo me identifico poco. Te digo que yo voy a lo mío y a veces me pierdo. Hay discursos o hay cosas que no me entero. Hace poco vi una entrevista que yo se la recomiendo a todos los chavales que empiezan, de Gracita Morales, que la entrevistó Mercedes Milá y está en YouTube.

Y entonces esta mujer que a mí me dio una ternura y una pena impresionante, esta mujer dijo con esa voz que tenía tan característica de decir «mira, yo, claro, se me fue un poco la cabeza, porque yo como estuve siete años, que yo no sabía que me quería tanto la gente porque nunca caminé por la calle. Yo me iba, hice todo películas, hacía películas y me iba al teatro del teatro, me tenía que tomar pastillas para dormir y pastillas para despertarme».

Y así estuvo siete años y en ese proceso, ella era muy querida y nunca lo vivió. Porque trabajar, trabajar, trabajar. Y encima además no había día libre en el teatro. Trabajabas de lunes a lunes, no existía el famoso día de descanso. Entonces esto ¿qué le pasó a esta mujer? Yo se lo recomiendo a todos los actores para que vean que es una vida complicada, que tienes que tener los pies en el suelo y que tienes que trabajar también con cabeza, porque esto de pastillas para dormir y pastillas para despertar no está bien. Y luego, la ausencia de vanidad de esta mujer, ella no vio las alfombras rojas.

P.- ¿Por qué le hemos visto tan poco en el cine español?, ¿por decisión propia?

R.- Espera, que ahora me vas a ver más. No ha sido decisión propia. Yo creo que los actores de mí, los directores de mi generación, no les ha interesado. Entonces, cómo es verdad que yo me siento más joven de lo que soy y me gusta mucho la gente joven, pues hay unos directores jóvenes que me han redescubierto ahora y bueno, ya han hecho varios largos.

Tengo dos este año que he participado Sobre las olas de Horacio Alcalá, que la rodamos en México.  Y ahora en mayo hice una colaboración especial con una película que también este chaval va, va a dar mucho que hablar, un director con 25 años, pero que el productor de la peli también tiene 25. Brutal. Gianfranco Cirilo es el productor y Lorenzo Lerín es el director. Y ahí tengo una colaboración especial y bueno, y tengo otra para el año que viene.

“Hay muchos actores que hablan en nombre de la cultura, pero solo se representan a ellos mismos”

P.- ¿El cine español es un es un coto privado?

R.- Sí. Afortunadamente en el último año hemos visto muchas más caras, pero sí que es verdad que era un aburrimiento ver siempre los mismos. Y si es.

P.- Vemos a los mismos, a veces en películas muy parecidas.

R.- Y yo también lo digo. Ya verás, a alguno le va a sentar mal. Pero bueno, es que es la verdad, no me lo estoy inventando, que todo el mundo lo dice. Oye, ya está bien, somos muchos, hay mucho pastelito para repartir. Pues oye, deja algo para los demás.

P.- ¿La cultura tiene ideología?

R.- Sí, yo creo que sí. Pero no debería. Creo que ahora parece ser que la izquierda se lleva toda esta ideología de tal. Y hubo muchos actores que apoyaron a Zapatero, los de la ceja que les llaman ahora, qué bien hice yo en no apoyar nunca a nadie. No, es que yo tengo mi propia ideología, como todos. Y yo ejerzo mi derecho al voto porque me gusta votar además. Pero luego ves ciertas cosas. Yo vi una cosa, lo he contado en privado, pero nunca lo he contado en público con el famoso no a la guerra. Yo no era popular todavía. Yo pertenecía al sindicato de la Unión de Actores y Actrices y sigo perteneciendo, aunque luego, por este motivo, me quité de la filiación.

Y yo trabajaba entonces en el bar este, que estuve un par de años y tal. Y bueno, todo el mundo estaba en contra de la guerra, todo el mundo con sentido común. ¿A quién le va a gustar la guerra? A nadie, yo estaba en contra de la guerra. Lo que pasa que yo veía que ciertos actores se estaban apropiando de ese no a la guerra para salir en la foto, como ocurrió después. Todos salieron en la foto. Muchos de ellos querían salir en la foto, querían ser esos actores.

Y te digo porque yo lo viví en primera persona cuando me acerqué y había varios actores «bueno, tú llévate firmas» y había como unas firmas para para eso, para presentar y tal. Y entonces cuando yo pedí de «oye, yo tengo tiempo, yo puedo estar, puedo venir por la mañana» y me dijeron «no, no, pero es que tú no eres conocido, necesitamos gente conocida». Ahí me di cuenta de que la ideología a veces es muy vanidosa y que hay personas que actuaron en su propio beneficio para desprestigiar al resto.

P.- Con la excusa del «no a la guerra», qué pensarían muchos de ellos…

R.- Claro. Pero salgo con esa excusa, salgo en la foto. Porque entonces, porque a mí me dijeron oye tú no, porque no eres conocido. Y desde entonces intento no ser abanderado de nada, porque no sirve para mucho.

«La ideología a veces es muy vanidosa»

P.- Eso es inteligente. Pero es que es verdad que este es un país en el que uno tiene casi que estar siempre en una trinchera.

R.- No es un país fácil, en cierto sentido. Creo que es un país, hombre yo qué sé, soy español y veo sus pros y sus contras y me gusta además presumir cuando salgo de ahí.  Es verdad que tenemos cosas malas, pero son cosas buenas. Cuando te vas fuera sobre todo valoras más lo que tienes, pero no es un país fácil burocráticamente hablando. A la hora de presentar proyectos siempre tienes negativas, cosa que es más fácil en México, por ejemplo, presentas un proyecto y todo el mundo dice «ah, qué bien, vamos a hacerlo». Y aquí cuesta más, cuesta más.

P.- ¿Los gobiernos en España se han tomado en serio la cultura alguna vez o siempre ha sido una segunda categoría?

R.- Yo intento pensar que ha habido ministros de Cultura, pero hace tanto. A mí Carmen Alborch me pareció una muy buena ministra de Cultura. Estoy hablando de una señora que ya se ha muerto hace muchos años y que fue ministros en los años 90 primeros, creo. Ha habido otros también, pero desgraciadamente tenemos esa cosa de cómo ser la hermana pobre y me parece, mira también vi, parezco el abuelo cebolleta contando cosas, vi un documental sobre Corea del Sur.

Y entonces se hablaba del milagro económico de Corea del Sur, de un país tan pobre como ahora es una potencia mundial. Y entonces todos los entrevistados, todos los coreanos, decían «bueno, milagro, ninguno. Aquí trabajamos 16 horas diarias». Pero además es que el gobierno invirtió en cultura y educación y me parece que también es un ejemplo a seguir. Vamos a mirar a esos países y vamos a ver cuál es el milagro. También es verdad que hay un poco de menos corrupción. Entonces, claro, todo suma.

P.- De los actores y de las actrices que hacéis giras teatrales y conocéis mucho España, eso me parece interesante e incluso de cómo aplaude una parte en Gijón y en Sevilla, o de cómo se ríen en Murcia y no se ríen en Oviedo.

R.- Sí que es verdad que los públicos son diferentes, incluso si estás en la misma ciudad dos días. El público es diferente cada día. Sí que es verdad que he tenido la suerte de recorrer toda la geografía gracias a las giras y a todos los eventos que he hecho y creo que me falta de capitales de provincia he estado en todas menos en Teruel y Lugo. En todas las demás he estado.

Y creo que el público, por ejemplo, con este miedo que te hablaba de Juguetes rotos, cómo va a aceptar la gente, las personas de esta sociedad que nos ha tocado vivir ahora los problemas que vivieron esas personas en los años 60, 70. Pues oye, como Carolina Román es una maestra que lo ha hecho todo tan bonito, pues la verdad que el público se queda sobrecogido y no solo en España, cuando hemos salido fuera también. Creo que cuando algo está bien hecho, la gente lo recibe bien.

P.- ¿En qué le ha cambiado a Nacho Guerreros la idea de España? El recorrerla y visitarla.

R.- Primero que todo ese ruido que se ve en las redes a veces, yo no lo noto en la calle. Yo noto en la calle gente que va a trabajar, gente que es muy amable, muy hospitalaria y no noto ese ruido y ese odio y esa España de unos con otros no lo noto. Igual es que soy muy inocente y voy por la vida de otra forma, pero es verdad que no, que no noto eso.

P.- Por acabar, Nacho, unas cuestiones breves. ¿Es cierto ese mito que dice que los actores se lían todos con todos?

R.- Ojalá, [ríe] Yo estoy abierto a cualquier posibilidad.

P.- Los actores que hacen mucho teatro, ¿tienen muchos trucos para retener información en la cabeza?

R.- Si te refieres a que para memorizar, yo, como en el instituto, soy de hincar los codos, fíjate, y si hay alguien conoce trucos, pues que lo deje en los comentarios.

P.- ¿Es Nacho Guerreros un actor de tener muchos rituales antes de una función?

R.- Sí, tengo, siempre tengo rituales, siempre los mismos. Llevo como dos horas antes al teatro. Kike Guaza también hace igual. También llega dos horas antes. Yo me pongo a hacer mis ejercicios de calentamiento y tal y repasamos el texto entero. Luego pongo música, diferente para cada obra, en el camerino.

P.- ¿Le ha influido algo en su carrera actoral, el ser riojano?

R.- Bueno, ser riojano es ser la hostia, [ríe]. Oye, de La Rioja es el guionista más importante del cine español Rafael Azcona, era de Logroño. Javier Cámara es de La Rioja. Hay muchos actores y actrices riojanos, pero no sé si me ha influido nada. Pero sí que es verdad que mi cordón umbilical nunca lo olvido. Yo soy riojano, me siento riojano, soy calagurritano.

P.- Tengo entendido que usted quiso ser presentador de televisión. ¿Qué programa de la televisión actual le gustaría presentar?

R.- Veo muy poco la tele. Pero, por ejemplo, un Pasapalabra no estaría mal.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D