'Verano cruel': morirse de miedo en la playa

¿Quién no le teme un poco a nadar a mar abierto? Toda esa oscuridad sin forma bajo nuestros pies que aletean, tan sugerente y desproporcionada… Muchas han sido las películas que exploran el miedo a las amenazas submarinas, desde la clásica Tiburón (1975) hasta la reciente Megalodón (2018). Son historias perfectas para el verano cuando la costa se llena de vida y la juventud campa sin horarios, elementos perfectos para un buen slasher o para cuentos con monstruos.

En esta línea se sitúa Verano cruel (2023) de Wesley Southard, editado por Dimensiones Ocultas, que certifica el gran papel de la editorial exportando terror queer, horror slasher y splatterpunk.  Narra la historia de Melissa Braun, que es una mujer rota que solo quiere lo mejor para su familia y está dispuesta a hacer lo que sea para salvar la relación con su novio. En un último y desesperado intento, espera que el sol y las playas de Florida vuelvan a unirlos. Hoyt Rainey es un hombre vil, incapaz de mantener las manos quietas y de controlar su ira. Esta vez él será el castigado y descenderá hasta las oscuras profundidades del océano. Madre e hijo creen que por fin están a salvo, que su problema ha desaparecido para siempre. Pero se equivocan: cuando una bestia tan antigua como el tiempo descubre a Hoyt… este no permanecerá muerto demasiado tiempo.

Posteriormente en la entrevista, Wesley comparó su historia con El hombre invisible (2020) por compartir un exnovio muy sádico, también con Furia de Titanes (2010) y la mitología griega de Perseo y Andrómeda. También me contó lo muy alegre que está con que la primera tirada se haya agotado toda en la preventa: «Ver a gente del otro lado del mundo poseer un ejemplar de mi libro que alguien se ha tomado la molestia de traducir a su idioma es algo realmente especial. La emoción de la que he sido testigo hasta ahora me ha calentado el corazón y me ha llenado de orgullo. Espero que todos los que disfrutan del terror en España se animen a probar esta novela».

Wesley Southard es autor de The Betrayed, Closing Costs, One for the Road, Resisting Madness, Slaves to Gravity, Cruel Summer, Where the Devil Waits, The Final Gate, Try Again, They Mostly Come at Night y Disasterpieces, dos veces ganador del Splatterpunk Award y del Imadjinn Award, así como de numerosos relatos cortos en diversos mercados. Varias de sus obras han sido traducidas al italiano y al español. Es licenciado por el Instituto de Música de Atlanta y actualmente vive en el centro sur de Pensilvania con su mujer y su hijo. 

Entrevista en la costa

Es un placer conectar con Wesley para charlar de nuestra pasión compartida del splatterpunk, género literario dedicado a la violencia extrema. Así que no tardamos en compartir impresiones sobre su importante ascenso en los últimos años, algo que también comentó en el último programa de Brian Keene Live. Esto es lo que me decía: «Sinceramente, creo que estoy en un momento bastante bueno de mi carrera. He tenido la suerte de ganar tres premios literarios distintos en los últimos cuatro años, lo cual ha sido un honor, y he escrito más de una docena de libros que actualmente se imprimen en tres idiomas diferentes. Si alguien me hubiera dicho eso cuando era adolescente, probablemente me habría muerto de risa. Crecí queriendo ser guitarrista de una banda de heavy metal, pero la vida se mueve en direcciones extrañas y lo único que puedes hacer es agarrarte fuerte y seguirla». 

Resulta imposible leyendo la sinopsis del libro que no recuerde un poco a la historia de otro clásico splatterpunk, El sótano de Richard Laymon, en la que también un exnovio abusivo persigue a la protagonista y a su hijo. Estas son sus influencias cuando le pregunto: «Crecí, como la mayoría de los niños de mi generación, devorando la serie Goosebumps de R.L. Stine. También me gustaban mucho los libros de Alvin Schwartz Historias de miedo para contar en la oscuridad, con las maravillosas ilustraciones de Stephen Gammell. De hecho, aún conservo los tres volúmenes de cuando era pequeña, que pienso pasar a mi hijo. A medida que fui creciendo, empecé a descubrir las obras de Richard Matheson, Stephen King y Clive Barker. Luego conocí a escritores como Brian Keene, J.F. González, Tim Lebbon, Graham Masterton, Mary SanGiovanni, Edward Lee, Ray Garton, Richard Laymon, Jack Ketchum y Simon Clark, y me enamoré de sus historias. Cada uno de ellos era único y diferente, y me inspiraron para querer ser escritor y probar suerte en la narrativa». 

Es inevitable cruzar referencias en lo que a horror marino se refiere, los primeros nombres que me vienen a la mente son H.P. Lovecraft y W.H. Hodgson, ambos editados por Valdemar. Wesley añade esto sobre el terror marino: «Creo que el miedo a lo desconocido es un miedo que todos compartimos colectivamente. A algunos les aterroriza la oscuridad, a otros las alturas y a otros los espacios estrechos. Pero incluso si no se tiene necesariamente miedo al océano en sí, siempre está la idea de lo que acecha justo debajo de la superficie. Sabemos muchas cosas sobre el océano y sus habitantes, pero hay mucho territorio inexplorado que nunca llegaremos a comprender realmente y que podría estar bajo el agua. Como aficionado al terror, hay una plétora maravillosa de películas y literatura basadas en las profundidades marinas. Por ejemplo, Tiburón. Esa película tiene casi cincuenta años, y sus efectos en la cultura pop y en nuestro miedo a las aguas abiertas siguen vigentes hoy en día. Al igual que el espacio exterior, el océano está plagado de posibilidades y exploración ficticias».