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Ralph Fiennes invoca los 'Cuatro cuartetos' de T. S. Eliot

Filmin estrena la película de la sublime interpretación por el actor británico de una de las cumbres de la poesía del siglo XX

Ralph Fiennes invoca los ‘Cuatro cuartetos’ de T. S. Eliot

Ralph Fiennes. | Europa Press

Durante los meses de confinamiento de la pandemia Ralph Fiennes (Ipswich, 1962) releyó los Cuatro cuartetos, el último y monumental poemario de T. S. Eliot (1888-1965). Lo conocía bien, ya que lo había recitado para un audiolibro. Entre los actores ingleses hay una notable afición por recitar poesía (lo cual habla muy bien de ellos y el vínculo que mantienen con su cultura). De los Cuatro cuartetos hay grabaciones memorables de Alec Guinness, Jeremy Irons (que lanzó una edición en tres CDs con toda su obra poética de Eliot) y Tom Hiddleston (sí, el actor que da vida al malvado Loki, pero también uno de los más apasionados y prolíficos en esto de las lecturas poéticas). Tras su relectura del confinamiento, Fiennes decidió ir más allá y cuando reabrieron los teatros dirigió e interpretó en el Harold Pinter Theatre de Londres y en una gira por Inglaterra un montaje escenográfico de la obra. La propuesta era visualmente austera, dando todo el protagonismo a los versos y su recitado. Un escenario casi desnudo, con unos paneles metálicos móviles, una mesa y una silla; una iluminación nada enfática y medida al milímetro para crear fugaces efectos dramáticos, y el actor solo, descalzo, exprimiendo todos los matices de la composición de Eliot, una de las cumbres de la poesía del siglo XX.

Quienes no pudieron ver el montaje en alguna de sus representaciones están de suerte. Una de las hermanas de Fiennes, Sophie, ha rodado una película que documenta para la posteridad esa actuación. Se acaba de estrenar en el Festival Atlántida de Mallorca y puede verse en Filmin. Sophie Fiennes (Ipswich, 1967) tiene una breve pero sólida carrera como documentalista. Es autora de Grace Jones. La pantera del pop, y sobre todo de dos jugosas colaboraciones con el filósofo más verborréico, histriónico y rutilante del panorama actual: el esloveno Slavoj Žižek, que monologa sin freno ante la cámara en Guía ideológica para pervertidos y Manual de cine para pervertidos, la segunda centrada en las pasiones cinéfilas del pensador, que extrae provocadoras ideas filosóficas de sus títulos favoritos. En Cuatro cuartetos, la directora se pone al servicio de su hermano: los encuadres de la cámara buscan captar hasta el último detalle de los gestos y las entonaciones de la actuación. Ralph Fiennes sostiene él solo la lectura del extenso poema y con ella la película. Tan solo se incorporan unos muy comedidos subrayados musicales en momentos puntuales y se añaden, de forma también muy moderada, bellísimos planos de los cuatro paisajes que fueron el punto de partida de la composición de Eliot.

Cuatro cuartetos se escribió entre 1936 y 1942 y la primera publicación íntegra es de 1943. Consta de cuatro partes, cada una de las cuales lleva por título el nombre de un lugar con el que Eliot tuvo algún tipo de vínculo íntimo. El primero es Burnt Norton, una mansión en el campo con un vasto jardín boscoso que visitó en 1934; el segundo es East Coker, un pequeño pueblo en el condado de Somerset donde vivieron sus ancestros ingleses antes de emigrar a América y donde reposan las cenizas del poeta por su expresa petición; el cuarto, las Dry Salvages, son tres rocas en la costa de Massachussets, cerca de Cape Ann, donde pasó vacaciones veraniegas en su infancia, y por último, Little Gidding es una pequeña iglesia campestre en Cambridgeshire, cuyo origen se remonta a la fundación en la zona de una pequeña comunidad anglicana en el siglo XVII.

Crisis moral

T. S. Eliot, nacido en Saint Louis, Misuri, viajó a Europa a estudiar filosofía y en 1914 se instaló en Londres. En 1927 adquirió la ciudadanía británica y se convirtió a la fe anglicana. Trabajó un tiempo en la banca Lloyds y fue después muchos años editor de la prestigiosa Faber & Faber (una placa en Russell Square, muy cerca del Museo Británico, recuerda que allí tuvo su despacho el poeta). El americano Eliot acabó convirtiéndose en el más británico de los británicos, con bombín, paraguas, traje de raya diplomática y flema inglesa incluidos. En su obra poética destacan tres hitos de la literatura contemporánea. Primero la temprana La canción de amor de Alfred J. Prufrock (1917), que expresa las incertidumbres y anhelos de la juventud. Después llega La tierra baldía (1922), un angustiado collage poético en respuesta a dos crisis: el hundimiento moral que supuso para su generación la Primera Guerra Mundial y el desgarro íntimo de su desastroso matrimonio con Vivienne Haigh-Wood, que desarrolló problemas mentales y a la que Eliot, con la potestad que le otorgaba la condición de marido, internó en un sanatorio mental y no quiso volver a ver nunca más. Su trayectoria poética culmina y se cierra con Cuatro cuartetos (1943). Cinco años después, en 1948, gana el Nobel de literatura y hasta su muerte sigue escribiendo ensayo y teatro.

Hay un eterno debate entre sus admiradores sobre cuál es su obra maestra: La tierra baldía o los Cuatro cuartetos. La primera es una obra de enorme relevancia histórica por ser una de las piezas fundamentales de las vanguardias literarias de los años veinte y la segunda despierta ciertos recelos en algunos lectores por su dimensión religiosa y el creciente conservadurismo -político, pero también estético- de Eliot. En mi modesta opinión, Cuatro cuartetos es la cima de su producción y uno de los tres poemas extensos del siglo XX cuyo tema central es la dimensión temporal, la finitud y la trascendencia del ser humano. Los otros dos son las Elegías de Duino de Rilke y Piedra de sol de Octavio Paz. En los tres el agua es un elemento simbólico fundamental. De hecho, en el poema de Eliot cada parte tiene como eje uno de los cuatro elementos.

La vivencia del tiempo impregna sus versos: «En mi principio está mi fin. Una tras otra,/ las casas se levantan y caen, se derrumban, se amplían,/ son respuestas, derruidas, restauradas, o en su lugar/ se extiende un descampado, o una fábrica, o una circunvalación./ Viejas piedras en edificios nuevos, vieja leña en nuevas hogueras,/ nuevas hogueras en ceniza, y ceniza en la tierra…» Todo el poema está atravesado por esta conciencia del ser humano como ser mortal en un mundo en perpetua transformación. Pero frente al desgarro de La tierra baldía, aquí hay una búsqueda espiritual que lleva a la asunción de la trascendencia en la finitud, con los poderosos versos que cierran el ciclo: «Y todo irá bien y/ toda suerte de cosas irá bien/ cuando las lenguas ardientes se entrelacen/ en el nudo de fuego coronado/ y la llama y la rosa sean uno».

Piel de gallina

Eliot escribió buena parte de los Cuatro cuartetos en los años sombríos de la Segunda Guerra Mundial, durante la que fue movilizado como vigilante para prevenir ataques aéreos alemanes en el periodo del Blitz. Es una obra de gran complejidad y profundidad filosófica, pero rebosante de arrolladoras imágenes poéticas y de una exquisita musicalidad en sus versos. Son aspectos que la interpretación de Ralph Fiennes logra transmitir hasta poner la piel de gallina de quien lo contempla en escena. No se limita a declamar, sino que, como un chamán, invoca las palabras de Eliot y les da nueva vida. Pocos actores son capaces de afrontar un reto semejante, pero es que Fiennes tiene a sus espaldas una extensa carrera teatral, interpretando sobre todo a Shakespeare (en su juventud formó parte de la Royal Shakespeare Company). Aunque el público lo conoce sobre todo por sus papeles en el cine: el conde Almásy de El paciente inglés, el brutal oficial nazi de La lista de Schindler, el jefe de recepcionistas de El Gran Hotel Budapest, el sofisticado y desesperado director europeo de Ave César de los Coen, el chef psicópata de El menú

Un último apunte sobre Eliot, Quienes lo trataron como editor de Faber & Faber lo recuerdan como una persona circunspecta y retraída. Pero en la intimidad mostraba un agudo ingenio y sentido del humor. El fruto literario de esta faceta es su delicioso poemario humorístico de 1939 El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum (por si no lo sabían, estos poemas son la base del celebérrimo musical Cats de Andrew Lloyd Webber). Hay otra historia muy curiosa sobre su sentido del humor: era un entusiasta de las películas de los hermanos Marx y al final de su vida se carteó con Groucho. Llegaron a conocerse en persona: aprovechando una estancia del actor en Londres, Eliot y su segunda esposa lo invitaron a cenar en su casa. Parece que la velada no fue del todo satisfactoria: el poeta quería escuchar anécdotas de la carrera de los Marx, mientras que el cómico estaba interesado en hablar de poesía. Tras el fallecimiento del escritor, Groucho intervino en un homenaje que se le organizó en el Globe Theatre de Londres en 13 de junio de 1965. Subió al escenario, hizo un chiste sobre La tierra baldía (diciendo que era un libro sobre la televisión americana) y leyó Gus, el gato del teatro, uno de los juguetones poemas gatunos de T. S Eliot.

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