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Hanna-Barbera: dibujos animados para niños de otro tiempo

Adrián Encinas dedica un atractivo ensayo a las producciones de este legendario estudio

Hanna-Barbera: dibujos animados para niños de otro tiempo

'Los Picapiedra'. | Hanna-Barbera

A causa de las numerosas plataformas de streaming y canales temáticos de televisión, la infancia actual tiene a su disposición una oferta casi ilimitada de películas y series infantiles. En décadas previas, cuando todo se limitaba a uno o dos canales, todos los niños veían los mismos dibujos animados, y no todos esos dibujos eran «nuevos». En los 80, por ejemplo, causaban furor series recién salidas del horno como D’Artacán y los tres mosqueperros o David el Gnomo, pero estos títulos convivían con otros dibujos animados de etapas anteriores, incluyendo algunos con 40 años a sus espaldas, como Looney Toons o Tom y Jerry, o tan propios de los 70 como La Pantera Rosa, aunque quizá «las caricaturas» (como decían aquellos magníficos doblajes latinos) más populares eran las que venían de la productora Hanna-Barbera, que vivió su momento de mayor gloria durante la década de los 60. Por esa causa, series como Los Picapiedra, Scooby-Doo o Los Autos Locos están incrustados en la memoria de varias generaciones.

Diábolo Ediciones publica Yabba Dabba Doo! La animación ilimitada de Hanna-Barbera, un libro escrito por uno de los mayores especialistas en animación de nuestro país, Adrián Encinas. Inspirado, como tantos amantes de la animación, por su enamoramiento infantil con el cine de Ray Harryhausen, Encinas es autor de los libros ¡Bien hecho, Gromit! (2016), sobre el estudio británico Aardman, y Animando lo imposible. Los orígenes de la animación stop-motion (2017), ambos editados por Diábolo.

Portada del libro

Como pide un trabajo de esta naturaleza, Yabba Dabba Doo! cuenta con un amplio material gráfico. Este repertorio de ilustraciones a color incluye detalles como los diseños originales de los personajes y las ‘referencias’ para los animadores. Ni las imágenes ejercen de mero adorno ni el texto se añade como justificación para las mismas, sino que se apoyan mutuamente, en una simbiosis generadora no solo de disfrute, sino también de información.

En las páginas del libro conocemos la historia de un estudio cuyos dibujos animados se han criticado frecuentemente por la economía de su ejecución (los fondos repitiéndose durante las persecuciones ya son un chiste recurrente), pero de los que no se puede negar el carisma de sus personajes y lo potente de sus fórmulas, imitadas hasta la saciedad (¿qué son Los Simpson o Padre de familia sino Los Picapiedra actualizados?).

La interesante historia de la pareja formada Bill Hanna y Joe Barbera (de padres sicilianos, pese a los fantásticos rumores sobre sus antecedentes españoles) se inicia cuando, teniendo ya una experiencia como animadores, ambos se conocen en la concepción y realización de los mencionados cortometrajes cinematográficos de Tom y Jerry, producidos por Metro-Goldwin-Mayer. A esta obra le dedicarían dos décadas desde 1937 a 1957, llegando a ganar siete premios Oscar con la eterna y frenética guerra entre el ratón y el gato. En 1959 fundaron Hanna-Barbera Productions, Inc, centrada principalmente en productos para televisión. Su gran bombazo sería Los Picapiedra (1960), adaptación prehistórica de las populares telecomedias de la época, con The Honeymooners (Los recién casados), show pionero en el género y de tremenda popularidad en Estados Unidos, como principal inspiración. Los Picapiedra gozaron de tanto éxito que fueron los primeros dibujos animados en emitirse en horario de máxima audiencia.

Póster de ‘Hey There, It’s Yogi Bear’ (1964)

Hanna-Barbera cultivaron principalmente la comedia, con shows tan memorables como El Oso Yogui, Maguila Gorila, Los Supersónicos, La Hormiga Atómica, La Tortuga D’ Artagnan, Leoncio y Tristón o el siempre actual Scooby-Doo, curiosa combinación de terror de baja intensidad, misterio, comedia y cierto espíritu juvenil de la era hippie, no en vano estrenada en 1969.

Pero el estudio no solo se volcó con el humor, sino que también trató géneros como el de superhéroes y aventura. A sus adaptaciones de celebérrimos personajes de DC (como la Liga de la Justicia en Súper amigos) y Marvel (Los 4 Fantásticos) se unieron creaciones propias entre las que destacan Space Ghost, Birdman, The Herculoids o El poderoso Mightor. Todas estas series contaron con magníficos diseños de la leyenda del cómic Alex Toth. No obstante, quizá la serie de aventuras más memorable de Hanna-Barbera sea Jonny Quest, excelente regreso a la aventura pulp con solera cuyo estilo visual de puro cómic, unido a las vibrantes peripecias, la han convertido en una obra de culto.

En el libro, según indica el propio autor, se examina también «el desarrollo alocado del estudio durante la década de los ochenta, cuando crearon exitazos como Los pitufos, y absolutos disparates como El desafío de los GoBots o Popeye e hijo«.

Quizá la última creación memorable del estudio sea esa suerte de combinación de anime, comedia astuta y espíritu pop conscientemente naíf que fue Las Supernenas, si bien la producción pasaría a manos de Cartoon Network tras la cuarta temporada, en 2001, año del fallecimiento de Bill Hanna y del propio estudio, absorbido por Warner Bros. Animation. Solo un año después, Warner estrenaría con gran éxito una película de imagen real (y perro digital) basada en Scooby-Doo, personaje que no ha dejado de aparecer en nuevas series desde entonces.

El libro de Adrián Encinas funciona como recordatorio del universo creativo de Hanna-Barbera, quizá hoy asociado solo a los habitantes de Rocadura o a la banda de Scooby, pero mucho más amplio de lo que se suele recordar. Yabba Dabba Doo! La animacion ilimitada de Hanna-Barbera también cumple la misión de hacer justicia acerca de la calidad de estos dibujos, en los que posiblemente pesaba la premura y el volumen de trabajo de sus creadores, pero donde la creatividad artística nunca escaseaba. Un repaso, además, a la memoria colectiva y el reflejo de la sociedad de la segunda mitad del siglo XX, inevitablemente representada , aunque en forma de caricaturas inofensivas, en la extensa obra de este estudio.

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