'El mundo en llamas': la BBC explora cómo la II Guerra Mundial impactó en la gente corriente
Esta serie combina a la perfección el género bélico, el drama romántico e, incluso por momentos, la comedia
La Segunda Guerra Mundial es uno de los eventos históricos más retratados en la ficción audiovisual. Muchos son los títulos de películas y series que centran en este conflicto su mirada. Desde batallas concretas a historias de espías, pasando por perfiles de grandes personajes históricos de uno u otro bando. Y, especialmente, son muchas las películas centradas en el Holocausto. Sin embargo, no tantos títulos exploran el impacto del conflicto en la gente corriente, la gente de a pie. Esta es la principal característica de El mundo en llamas, la serie de la BBC que en España puede verse en Movistar+.
La primera temporada de la serie –ahora mismo está en emisión la segunda– nos sitúa en pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial. Un joven traductor, un músico de jazz, una camarera, un médico americano y una corresponsal de guerra son algunos de los rostros anónimos que tratan de sobrevivir a las consecuencias del conflicto. Harry es un joven inglés de clase alta que trabaja como traductor de la Embajada Británica en Varsovia, donde conoce a una risueña camarera llamada Kasia. Mientras tanto, Lois, su prometida, lo espera en Manchester, trabajando en una fábrica. En París, Albert se gana la vida como saxofonista en un club de jazz. Allí conoce a Webster, un atractivo médico americano que trabaja en un hospital de la capital francesa. Nancy, una experimentada corresponsal de guerra norteamericana, es incapaz de encontrar la paz a menos que su vida esté en peligro constante. En Berlín, la familia Rossler sigue angustiada por su hijo, en el frente, y se muestra dispuesta a hacer cualquier cosa por proteger de la mirada del régimen nazi a su hija enferma.
El sello de la BBC
La corporación británica de radiodifusión es famosa por la calidad de sus dramas históricos. Producciones casi siempre ambiciosas, bien ejecutadas, maravillosamente recreadas y con elencos de actores admirables. El mundo en llamas no se queda atrás. Es el sello de la BBC. Inconfundible y, sobre todo, una marca de prestigio en cualquier gran producción de estas características.
El objetivo principal de esta serie es el de explorar la naturaleza humana en tiempos de crisis, así como honrar el sacrificio y la valentía de quienes vivieron aquel horror. Y lo hace basándose en personajes ficticios, pero con una verosimilitud aplastante. El destino de estos hombres y estas mujeres es, en definitiva, el destino de la humanidad. Hombres y mujeres que se implican en la lucha, dentro de sus posibilidades, de una u otra forma. Una producción ambiciosa y cara que combina a la perfección el género bélico –con muchas escenas de acción y batalla–, el drama romántico e, incluso por momentos, la comedia.
Además, la serie no cae en el maniqueísmo más evidente. Ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. Un ejercicio de responsabilidad que no trata al espectador con condescendencia. Si bien casi todos los personajes están en una lucha constante contra la amenaza nazi –ya sea desde el ejército, desde la resistencia, desde cualquier lugar–, también hay algún que otro nazi bueno. Porque no todo es blanco o negro. El responsable de esto es el dramaturgo y guionista británico Peter Bowker, conocido por adaptar a la pequeña pantalla títulos de gran éxito como la serie Blackpool.
Preguntas sin respuesta
El mundo en llamas es capaz de explorar un conflicto archiconocido y analizado desde perspectivas poco abordadas por grandes proyectos audiovisuales hasta ahora. Por ejemplo, en la segunda temporada nos presentan a un oficial del Ejército del Raj británico, el ejército de la India que intervino en el conflicto. Este oficial y sus hombres lo dan todo en la lucha contra los nazis en el norte de África, trabajando mano a mano con el Ejército británico. Sin embargo, se enfrentan a un racismo latente entre sus filas. Los oficiales y soldados ingleses y escoceses no les ven con buenos ojos. Una problemática que no ha sido tan retratada en ficciones de estas características, y que pone frente al espejo al Ejército británico en su propia casa, la BBC.
También, otro de los personajes de la segunda temporada, es una joven alemana a la que envían a una casa en la que el Reich pone en marcha su programa de perpetuación de la raza aria. Traducido al cristiano, la adolescente es violada sistemáticamente por soldados y oficiales alemanes para procrear a pequeños bebés del Reich. Una realidad a la que se enfrentaron no pocas jóvenes germanas en aquel momento y de la que tampoco se ha hablado tanto. La única pega en este sentido es que muchas preguntas quedan sin respuesta, bien porque no la tienen o bien porque no hay tiempo para dársela. Algunos personajes quedan bien perfilados, sobre todo los que se mantienen a lo largo de las dos temporadas, pero otros muchos quedan sin profundizar. Es el riesgo que toma un creador cuando propone una obra realmente coral.
Un elenco internacional y varios idiomas
La coralidad de El mundo en llamas se traduce en un elenco con muchos protagonistas. Algunos de ellos terminan cruzándose por el camino, otros muchos no. Dada la naturaleza del proyecto, era imperativo dar con un elenco realmente internacional. En la serie oímos, indistintamente, distintos idiomas. Inglés, alemán, francés, y polaco, mayoritariamente. La facilidad con la que se pasa de una a otra lengua es admirable. Algo que es posible ahora, con producciones televisivas pensadas para verse en el mundo entero, pero que hace algunas décadas no era tan habitual. La mezcla de acentos es también notable.
Para hacer esto posible, los creadores de la serie se han afanado en su búsqueda de actores que pudieran dar el pego. Hay algunos rostros más conocidos, como Brian J. Smith (Sense8), Sean Bean (El señor de los anillos) o Helen Hunt (Mejor… imposible), pero sobre todo vemos a intérpretes no tan conocidos fuera del Reino Unido. Los absolutos protagonistas, dentro de que el elenco es muy coral, son el inglés Jonah Hauer-King, la escocesa Julia Brown, y la polaca Zofia Wichłacz. Los tres protagonizan el gran trío romántico de la serie.
La serie está ambientada en varios países europeos, e incluso en el norte de África. Son muchas localizaciones que sirven para dotar a la trama de movimiento constante. Las escenas pasan instantáneamente del lujo de un salón de té en Manchester a la miseria de las calles de Varsovia, arrasada por la invasión alemana. Una ambición correctamente ejecutada, aunque por momentos algo confusa. Esta serie es, en definitiva, imprescindible para los grandes amantes del cine bélico, sí, pero también para aquellos que quieran acercarse al conflicto más narrado de la historia desde una perspectiva diferente. Tiene la garantía de la BBC, que no es poco.