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'Homo Viator': los viajeros que ensancharon nuestro mundo

Pepe Pérez-Muelas traza un apasionante itinerario de los exploradores que ampliaron las fronteras del conocimiento

‘Homo Viator’: los viajeros que ensancharon nuestro mundo

Imagen de la portada de 'Homo Viator'. | Siruela

¿Qué es lo exótico? Supongo que es ese punto ciego en los mapas, o en las personas o en las culturas, que pide ser reconocido, todo aquello de lo que se tiene noticias vagas –una mujer o una ciudad de cúpulas doradas- y alienta el deseo de conocer. Lo exótico es entonces la frontera entre lo intuido y lo domesticado. Y entre medias de esos dos puntos se sitúan el viajero y el pionero, cuya motivación es ver, volver y hablar de ello.

Pepe Pérez-Muelas hace notar en Homo Viator (Siruela), un libro de viajes sobre viajeros, la paradoja de que el ser humano, que pasó siglos hasta inventar el sedentarismo, se lanzara no mucho después a la exploración itinerante. «Somos exploradores, pioneros», repite el piloto de astronaves Copper en Interestellar. Aparentemente, en el ADN del hombre hay un instinto por buscar un lugar en el mundo del que escapar luego en busca de nuevos horizontes. Ese instinto está más desarrollado en el viajero y pervive hoy como reflejo de consumo interno en el turista, que profesa la «religión laica» del viaje, según Pérez-Muelas.

Portada de Homo Viator

Este lorquino, profesor de literatura radicado en Sevilla y columnista de La Verdad, ha escrito un apasionante compendio de lugares y de los viajeros que fueron «descubriendo» el mundo, colocando su pequeña tesela en la pared. De Heródoto a Yuri Gagarin. Homo Viator se gestó inicialmente en una cafetería de Vía Zamboni, en Bolonia, hace pocos años, pero se alimenta de viajes y lecturas que acompañan al autor desde su adolescencia. «El gusanillo o la enfermedad del viajero me surge desde bastante pequeño, incluso cuando no podía viajar -explica a THE OBJECTIVE-. A través de la lectura descubrí territorios y que el mundo era mucho más que las paredes de mi casa. Luego, a las 17 años, ya empecé a viajar y he ido complementando viajes y lecturas. Uno ya no sabe si primero es viajero o escritor».

Españoles ignorados

De aquella adolescencia le queda de serie el amor al mundo clásico, en especial a Grecia, la civilización que inventó el viaje como narración a partir de la Odisea o Heródoto. Grecia figura como una de las chinchetas sobre el mapa de este Homo Viator, que arranca donde nace el sol, en China, Japón y la India, y culmina en los Polos y la Luna. Entre medias, asistimos al «descubrimiento» de Mesopotamia y Oriente, al Camino de Santiago, al periplo español por Hispanoamérica. Por aquí transitan viejos conocidos como Marco Polo, Plinio, Magallanes, junto con fascinantes personajes más oscuros como Richard Burton, Ibn Battuta o Marie Paradis, que subió al Mont Blanc antes que la primera mujer que lo documentó pero cometió el error de no contarlo.

Entre ellos, destaca una nómina de españoles ignotos: Pedro Páez, que rondó las fuentes del Nilo, Rui González de Clavijo, que llegó hasta los dominios del Tamerlán o el peculiar espía Ali Bey, es decir, Domingo Badía. «Si ya desconocemos la de historia de los españoles en América, imagínate la de los españoles en Oriente -señala Pérez-Muelas-. Además, España tiene la particularidad de que, al margen de la política, se crearon entes como los jesuitas que no viajaban en nombre de España sino de su orden pero escribieron sus crónicas en español. Uno de esos primeros viajeros por China y Japón fue San Francisco Javier». 

Pérez-Muelas es de esos lectores incapaces de viajar sin bibliografía, digamos. Le pregunto si la pasión por la literatura de viajes o esa necesidad tan extendida entre los lectores viajeros de documentarse antes con una novela, una crónica, un ensayo, no resta algo de descubrimiento genuino en el viaje. «En mi caso, el conocimiento genuino suele fracasar cuando no he hecho mis lecturas. Es una forma de anticiparte a la ciudad, de buscarla o encontrara antes de llegar, de empezar a querer o entender su geografía. Es cierto que cuando uno camina por una ciudad y se pierde está más en disposición de disfrutarla si no ha hecho ese ejercicio previo, pero creo que a las ciudades hay que anticiparse». 

Turismo de masas

Claro que, de todos modos, el viaje genuino es algo extraño, precioso, en los tiempos del turismo de masas. «En esta época de democratización de los viajes en que uno puede alquilar a precio asequible algo en cualquier lugar, se ha perdido un poco ese espíritu viajero de antaño, aunque suene tópico. Las ciudades cada vez son más parecidas, a nivel comercial te encuentras lo mismo en Berlín, París, Barcelona… Y los mismos turistas con selfie, tomando helados. En nuestra época, con la masificación, se impone ser turista. Hay quien dice que se va a África, al Congo, que son viajes menos accesibles. Pero yo no estoy dispuesto a renunciar a las ciudades que quiero pese al turismo. Ahí viene la pericia del viajero de intentar ver la ciudad con otros ojos, con paciencia, con una mirada diferente a lo esperado, más que buscar rincones secretos que ya no existen».

Pepe Pérez-Muelas

El autor de Homo Viator prepara las maletas mientras hablamos. En pocos días estará en Egipto. Reconoce que le queda mucho por andar y tiene cuentas pendientes del pasado: «Por dos veces he intentado ir al Himalaya y no he podido, la primera por el covid y la segunda por el terremoto en Nepal, que no nos dejaron cruzar desde India». Un viaje imposible en el que le hubiera gustado figurar es el de Orellana, quien partiendo de las cumbres andinas acabó singlando el Amazonas hasta el Atlántico.

Pérez-Muelas se dejó muchos viajeros en el tintero. Homo Viator es un libro moderadamente voluminoso en el que se van desplegando periplos que tienden al infinito. En cualquier caso, están todos los que son y están, sobre todo, «mis viajeros de cabecera». «Yo no he intentado arrojar una mirada objetiva, estas son mis referencias», explica. Este libro, que encaja a la perfección en esa escudería ensayística de Siruela aupada por el éxito de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, ha encontrado un hueco inmediato entre los libros más vendidos de no ficción y ha agotado en pocos días su primera edición. 

Dice Pérez-Muelas que, una vez «conquistada» la tierra, «el hombre necesita nuevos retos». Exactamente igual que el viajero medio o que el escritor. Veremos con qué se desmarca en el futuro este joven y talentoso profesor.  

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