Josu de Solaun, un pianista contador de historias
El intérprete español tocará este viernes música de Brahms, Schumann, Chopin y Prokofiev en el Auditorio de Madrid
El pianista Josu de Solaun (Valencia, 1981) recibió, en septiembre de 2006, el Primer Gran Premio del XV Concurso Internacional de Piano José Iturbi. De esta forma, se convirtió en el primer pianista español en conseguir el codiciado galardón después de 25 años de existencia. Hasta entonces De Solaun no era conocido en España porque vivía en Estados Unidos desde 1999. «Estuve viviendo ahí hasta el 2019. Cuando gané el Iturbi tenía 24 años y yo llevaba siete años ya en Estados Unidos sin venir a España prácticamente más que en los veranos para estar con mi familia. Pero no tenía ninguna presencia en el mundo musical. Estaba muy metido en el estudio. Vivía en una especie de mundo aislado, casi como un monje, estudiando, y ni siquiera tocaba en público. Era un absoluto desconocido. Entonces fue una sorpresa para todo el mundo», cuenta en THE OBJECTIVE.
El premio le dio a conocer en nuestro país y desde entonces no ha parado de realizar conciertos y de colaborar con orquestas españolas. Mañana, 3 de noviembre, el pianista español más brillante e internacional tocará en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, dentro del Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo.
De Solaun ganó también el Premio Helen Cohn a los mejores logros en música de cámara de la Manhattan School of Music, escuela donde, además, obtuvo una licenciatura, un máster en Música y Doctorado en Artes Musicales. Una de sus principales profesoras fue Nina Svetlanova, alumna del legendario Heinrich Neuhaus. «Al ser sobre todo una ciudad de inmigrantes, Nueva York reunía un poco más de heterogeneidad de diferentes tipos de músicos que habían acabado ahí, sobre todo europeos. La mayoría de mis profesores en Estados Unidos eran europeos exiliados. Entonces había más mezcla, más eclecticismo. En ese sentido, quizás ese tipo de variedad, hubiera sido más difícil encontrarla en España».
La improvisación no es un mérito especial
Amante, sobre todo de Beethoven, Schumann, Brahms, Haydn y Janáček, el pianista se formó en su ciudad natal, Valencia, en el conservatorio desde los 10 años. «Tuve un grandísimo profesor de composición y contrapunto, Salvador Chuliá». El amor por la música le viene por su madre que siempre quiso ser músico-bailarina, pero que por las circunstancias de la vida no pudo. «Ella quería que yo me embarcara en la música desde pequeñito y ella fue la que me empujó hacia ese mundo».
La improvisación es su arma secreta. La entiende como ejercitar los conocimientos que uno tiene de música. «Desde los años 50 hasta más o menos los 2000 cambia el rol de lo que es un músico. Se profesionaliza y se gremializa mucho cada cosa que se hace. Unos interpretan música histórica, otros componen, otros improvisan. Pero antes no era así: antes los músicos hacían todo eso y creo que mi profesor en España venía de una tradición muy antigua en la que todo eso era parte de ser músico». Para De Solaun la improvisación forma parte de su profesión, «no es un mérito especial».
No le parece adecuado hablar de «proyectos musicales» porque ese término tiene algo «muy empresarial en su espíritu». Prefiere hablar de «resultados» y estos emergen y no se deben planificar. Para De Solaun la música es un acto de generosidad y de amor hacia los demás y por ello cree que pensar en ello como en proyectos «te aleja de los verdaderos materiales artísticos y musicales». Tampoco hay que hablar con etiquetas. Decir música clásica no sería idóneo según el pianista porque es un concepto demasiado «equívoco». «La equivocidad quiere decir que hay muchas voces. Es decir, que significa demasiadas cosas al mismo tiempo. Entonces en lugar de aclarar la situación la confunde más».
Para su concierto de mañana Josu de Solaun ha elegido a compositores románticos y a uno contemporáneo: Brahms, Schumann, Chopin y Prokofiev. Pero cuando planea su repertorio para un concierto, el pianista no se ciñe a épocas musicales ni históricas, más bien lo idea como «un cancionero personal». Se denomina «poeta ambulante», una especia de cantautor. «Utilizo la música, las partituras de grandes escritores, como contexto desde el cual narrar una historia. En ningún momento pienso en cuestiones de estilo de una época determinada».
Narraciones poéticas
Para profundizar en esta idea de contar una historia con su programa, cuenta que la primera pieza del concierto, Cuatro baladas op. 10, es el relato de un poeta exiliado, de persona solitaria que desde algo terrible que le ocurre va pasando por una serie de acontecimientos vitales que le conducen a una especie de redención o de calma después de la tempestad. La segunda, Gran sonata en Fa sostenido menor op. 11 de Schumann –según De Solaun– es un manifiesto poético sobre la idea de obsesión y depresión, manda la pasión humana. «Me gustaba mucho empezar con el ciclo de las baladas como si fuera una especie de resumen de todo el recital porque estas cuentan la historia de casi una vida. Y después hacer una especie de flashback y mostrar en la sonata de Schumann la idea de una pasión joven y obsesiva con todas las consecuencias que eso conlleva. Tanto Brahms como Schumann también hablan mucho de la persona solitaria e incomprendida frente al mundo. Creo que todos los músicos nos hemos sentido alguna vez solos o con nuestros propios pensamientos y esa música es testimonio de eso».
Después incluye composiciones de Chopin, quien ahonda en lo anterior, pero de una manera «más nostálgica y más introspectiva, menos externa y menos dramática». Y, por último, con la Sonata nº 8 en Si bemol mayor op. 84 de Prokofiev hay algo «improvisatorio que creo que participa del mismo tipo de expresión que ese grupo de piezas de Chopin». La sonata de Prokofiev es una obra escrita durante la Segunda Guerra Mundial y tiene mucho que ver con las tensiones de enfrentarse al conflicto o escapar de él vía los sueños o la poesía. «Pienso que la sonata de Prokofiev trae, de alguna manera, el recital a la contemporaneidad y al presente. Las primeras piezas son una especie de narración poética musical que tiene más que ver con el pasado y pretendo que el recital termine con una sonata escrita durante la guerra pues tiene grandes paralelismos con nuestra época».
Así construye este artista historias a través de la música. Y además de un excelente músico es un gran lector y poeta. En 2021 publicó Las grietas (EdictOràlia Música), un poemario que abarca un largo periodo de 20 años, coincidente con su trayectoria Nueva York. En su concepción, «la música se parece a la poesía». Ahora mismo está leyendo el libro en dos volúmenes Teoría de la expresión poética del poeta español Carlos Bousoño. Josu de Solaun es mucho más que un virtuoso pianista: es un curioso y estudioso de la vida, un hombre con inquietudes intelectuales más allá de la música.