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‘Samurái de ojos azules’: una nueva mirada a la venganza

La serie animada de Netflix sorprende por su narración adulta. Esta no es una producción para niños

‘Samurái de ojos azules’: una nueva mirada a la venganza

Imagen promocional de la serie. | Netflix

Pareciera que los samuráis están de vuelta. O al menos que las productoras han decidido regresar a este mundo para contarnos nuevas historias. No debería sorprendernos. Después de todo, estos guerreros, al igual que los dioses y semidioses griegos, fueron fundamentales para la creación de un modelo de superhéroes que fue expuesto en Star Wars y luego se expandió en los live-actions del universo marvelita. Es bien conocida la influencia de Los siete samuráis (Akira Kurosawa) en la obra de George Lucas.

La semana pasada hablábamos de la genial Onimusha, serie animada con una clara alusión a 13 asesinos, un remake de Takashi Miike y un homenaje a la cinematografía del propio Kurosawa. Ahora es el turno de Samurái de ojos azules, una mirada diferente a Onimusha, que tiene como protagonista a la venerable figura del ronin, con una gran particularidad, que se irá definiendo con el paso de los capítulos.

En una simplificación que nos ayudará a comprender lo que estamos tratando, mientras el samurái peleaba por el honor o la justicia, regularmente bajo el protectorado de un amo o impulsado por un pago, el ronin actuaba bajo su propio código de honor. El nombre se refiere al «samurái que no tiene maestro». Les iguala que son mundos completamente masculinos, a ellos se les sumaría el ninja, que tiene como regla principal el anonimato, de allí las diferencias en armas y vestimentas de unos y otros.

Pues bien, Samurái de ojos azules basa su particularidad en que rompe los códigos de este mundo masculino y entrega un personaje principal que se mueve por la venganza y cuyo origen es bastante confuso. La sinopsis es la siguiente: un maestro de la espada mestizo vive una vida disfrazado mientras busca venganza en el Japón del período Edo. El tráiler es bastante ilustrativo:

Muchas veces quienes reseñamos series y películas estamos a la caza de joyas que sorprendan al lector, de manera que se sienta agradecido por haberle reducido el tiempo de búsqueda ante tanta oferta. Pero esa tarea a veces nos lleva por caminos equivocados y en ocasiones recomendamos producciones que terminan aburriendo al espectador dada la singularidad de lo proyectado. En otras palabras, regularmente evitamos recomendar trabajos muy populares. Con Samurái de ojos azules no se corre este riesgo.

Creada por el matrimonio formado por Michael Green y Amber Noizume (Logan, Blade Runner 2049), Samurái de ojos azules complacerá al seguidor del género y a todo aquel que disfrute de una buena historia, mejor narrada. Además de repasar los clásicos de Kurosawa y Miike, rendir homenaje a Quentin Tarantino (se usa el tema Battle without honor or humaity de Tomoyasu Hotel), la serie se inspira en otras magníficas producciones como Lady Snowblood (1973, Toshiya Fujita), Zan (2018, Shin’ya Tsukamoto) y, claro está, los grandes clásicos del western.

Allí donde los homenajes suelen fracasar, la pareja formada por Green y Noizume triunfa debido al amplio conocimiento de este mundo de venganzas y traiciones. Además, lo hacen generando secuencias nunca antes vistas en el mundo de la animación. Y les ayuda, también, que la clasificación de edad serie les permite el uso de la violencia y el sexo como complemento narrativo de una época compleja en la transición del Japón feudal hacia la industrial.

«Trabajamos con tanta gente maravillosa, todos los cuales tienen conocimientos enciclopédicos. Fue muy divertido, todos trajeron sus clips favoritos y los vimos. Diré que a lo que quiero llegar con esto es que terminamos trabajando con Sunny Sun, un coreógrafo de lucha que es uno de los mejores coreógrafos de acrobacias del mundo. Así que realmente quiero hablar de sus películas. Llegó a esto centrándose mucho en su personaje. Jane Wu, nuestra directora supervisora, también tiene experiencia en artes marciales. O sea, hemos hablado de todo, desde El bueno, el feo y el malo con la tensión de las escenas o Érase una vez en el Oeste, es lo mismo. Pero en Eastern Films hablamos sobre cómo se mueve Zatoichi y cómo siempre se mueve de manera diferente a todos los que lo rodean. Por supuesto, nos fijamos en las composiciones de Kurosawa», dijo Green a la revista InterModelo.

Un reparto de lujo

La protagonista de la serie es Mizu, la Maya Ishii-Peters de la recomendable serie PEN15 y el villano clave es Abijah Fowler, interpretado por nada más y nada menos que el ganador del Oscar, Kenneth Branagh (Belfast). Entre los secundarios encontramos otros nombres pesados, como el de Cary-Hiroyuki Tagawa (The Swordmaker), el gran Shang Tsu de la inolvidable Mortal Kombat (1995, Paul W.S. Anderson) o George Takei (Seki), una de las leyendas vivientes de la serie original, Star Trek. Por eso recomiendo que se vea en su idioma original, si puedes aguantar los subtítulos.

Todos estos nombres se combinan en una producción que también al revisar el rol de la mujer en la historia. En la mayoría de nuevas ficciones se intenta celebrar los intrincados caminos del empoderamiento femenino, exagerando o manipulando los hechos, lo que va en detrimento de la verosimilitud del relato. Samurái de ojos azules lo consigue a través de diferentes caracteres, que van desde la dueña de un burdel hasta la princesa que se prepara para un matrimonio arreglado. La mirada desde diferentes roles, que por supuesto incluye a Mizu, complementa ese repaso de lo femenino en una serie que no pretende ser un tratado histórico, pero que respeta mucho el pasado y se esfuerza en ser lo más fiel al mismo.

Lo mejor de Samurái de ojos azules es que su camino apenas comienza. O al menos eso parece. Si la segunda temporada se aprueba (con Netflix nunca se sabe), quizás estemos ante una creación que puede marcar una época debido al fondo y la forma. Cansada como está la audiencia de los superhéroes, es probable que los buenos relatos contados desde la animación, pero para un público adulto sea un impulso para guionistas y directores que buscan una mayor libertad artística. La serie Invencible es un ejemplo, pero de esta hablaremos en una próxima entrega.

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