Julián López 'El Juli', a corazón abierto
El torero repasa en esta entrevista exclusiva los hitos de una vida dedicada al arte de la tauromaquia
Semanas después de su retirada de los ruedos, Julián López Escobar dice adiós a El Juli y afronta su nueva vida como ganadero. Ante la cámara de Luis de las Alas y la grabadora de Domingo Delgado de la Cámara, hace el repaso más sincero de su trayectoria, en exclusiva para CLASSPAPER.
«El toreo ha sido, es y será la inspiración y el motor de mi vida, y doy este paso con la más absoluta felicidad por haber cumplido todos mis sueños, incluso más de lo que podía imaginar». Con estas palabras El Juli se despedía de la afición tras 25 años como máxima figura del toreo. Desde ahora, afronta una nueva vida de tranquilidad como Julián López, un ciudadano normal que se quiere dedicar a su familia, al campo y a continuar, desde Extremadura, con su ganadería de toros de lidia El Freixo. Su divisa, lleva los colores celeste y oro viejo, y la señal de oreja es hendido en la izquierda y orejisana en la derecha. En su hierro pueden verse las iniciales JL, el nombre de quien desde los nueve años ya tenía claro que quería ser torero, y comenzó a formarse para ello.
El torero más joven de la historia
Siendo aún un niño marchó con su padre y su mozo de espadas a México, ya que aún no tenía edad para poder torear en España. Allí confiesa que pasó momentos difíciles, ya que «estaba muy arraigado a mi madre y mis hermanos… hasta que un día de triunfo lo cambió todo». Se refiere al novillo Feligrés: «Ese novillo me cambió la vida radicalmente. Empecé a triunfar. Acabé un año en México con 90 novilladas y llegué a España ya prácticamente como figura de los novilleros».
El Juli tomó la alternativa en la plaza de Nimes, en septiembre de 1998, ya instalada en España la Julimanía, y tras haber matado en solitario seis novillos en Las Ventas como despedida de novillero. No había cumplido aún los 16 años. «En el aspecto profesional no me costó mucho porque estaba muy mentalizado… Lo que me supuso más dificultad fue convertirme en un personaje público… yo eso no lo quería», confiesa con la humildad y la sencillez de las que hace gala durante toda la entrevista. Cantapájaros, Orgullito, toros de La Quinta, de FuenteYmbro, un sobrero de Ana María Bohórquez, algunos de Victorino Martín, de Guardiola… Recuerda uno a uno los toros que han marcado su carrera taurina. De todos ellos habla con cariño y a la vez con la profesionalidad de quien se siente responsable «con el toro y con el público. Me siento orgulloso de haber dado muchísimas tardes buenas a la gente y que se hayan ido contentos».
Acerca de las plazas españolas declara: «Sobre Madrid, la sensación más grande que he tenido siempre es de ansia porque reconocieran mi tauromaquia, que se emocionaran con mi tauromaquia. Cortar una oreja, o dos, o tres, o salir en hombros, no me ha obsesionado tanto… Sevilla ha sido la plaza en la que he tenido más comunión en el sentido de que más veces he podido desarrollar mi tauromaquia, que la gente más me ha valorado…. Pamplona y Bilbao han sido dos plazas que me han marcado mucho».
«En el aspecto profesional no me costó mucho porque estaba muy mentalizado… Lo que me supuso más dificultad fue convertirme en un personaje público… yo eso no lo quería»
Un hombre frente a su destino
Todo torero asume, desde el inicio de su vocación, que el sufrimiento o incluso la muerte pueden estar agazapados en cualquier esquina. Las cornadas también marcan la vida y el carácter de un hombre valiente en su fragilidad, que siendo aún un muchacho afrontó la cogida de un toro de Guardiola en Madrid, y algo más tarde se volvió a jugar la vida, en Sevilla, ante un toro de Victoriano del Río. «En esas dos faenas cuando cogí la muleta, sabía que el toro me iba a coger. Y me cogió». Julián se muestra tal como es, vulnerable. «Al final la verdad siempre es la verdad. No intento defender una posición mía que no sea real. A mí me gusta como soy, con lo bueno y con lo malo. Todo forma parte de mi historia».
Una historia que, lejos de acabar tras su retirada de las plazas, comienza como ganadero, creando lo que él llama «la magia de entender a un toro, de fundirte con él». «Busco el toro que me guste a mí, que me guste torearlo. Como concepto de ganadero, no soy quien busca el éxito de cara al espectáculo. Me gusta la entrega, me gusta la verdad; un toro que quizá no es muy habitual».
Disfrute la entrevista completa –varias horas de conversación llena de verdad, de filosofía y de amor al toro– y una sesión de retratos excepcionales, en la edición impresa de CLASSPAPER.
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