THE OBJECTIVE
Cultura

Capítulo 25: R.I.P.

THE OBJECTIVE publica en exclusiva y por entregas la nueva novela del escritor Álvaro del Castaño. Cada día, un nuevo capítulo de un thriller de acción electrizante que, a su vez, es un espejo que refleja la realidad que a menudo preferimos ignorar

Capítulo 25: R.I.P.

Ilustración de Alejandra Svriz.

En la oscuridad de la noche se veía como la lámpara de su despacho proyectaba un haz de luz directa y fría sobre la máquina de escribir que, aparentemente orgullosa de su supervivencia, reposaba sobre su mesa de trabajo. Parecía más una pieza de museo que un útil artilugio. Al comienzo de su carrera, Paulo redactaba sus artículos periodísticos primero escribiendo en una libreta, le parecía lo más detectivesco, elegante y retro. Más adelante se dejó llevar por la tecnología y el progreso que representaban las famosas máquinas de escribir Olivetti. Estaba muy orgulloso de su gallardía mecanógrafa, pues nunca cedió ante la tiranía del ordenador que dejó absolutamente obsoletas estas increíbles obras de ingeniería mecánica. El afamado periodista guardaba como un tesoro la máquina de escribir que compró una mañana de domingo en el rastro de Madrid con su primer salario. Se trataba de la famosa Olivetti M1. De este artilugio le fascinaba tanto su innovación como la historia de su creador. La M1 fue la primera máquina de escribir italiana, con un diseño propio inspirado en las prestigiosas Underwood. Su creador, el legendario Camillo Olivetti, se centró en desarrollar novedosas soluciones que la hiciesen más versátil y rápida. A Paulo, que era un poco friki de estos temas, le fascinaba la historia. Ahora, la M1 era un ejemplo de belleza y elegancia al servicio de la funcionalidad. 

Hoy, Paulo no se había sentado a escribir un artículo, ni a admirar la belleza de su reliquia. Simplemente había acudido a su despacho para reflexionar. Allí era donde mejor le funcionaban sus neuronas, pues era un templo de quietud. Estaba profundamente preocupado y, sobre todo, inmensamente triste. Hacía muchos días que Gracia no daba señales de vida, y, aunque era normal que desapareciera del mapa continuamente por sus compromisos profesionales en el banco, esta vez había desaparecido por completo. Ningún email, ningún SMS, ningún WhatsApp, ninguna llamada. A Gracia se la había tragado la tierra. 

Además de la desaparición, le preocupaban dos temas fundamentalmente. Primero y, el menos importante de los dos, era el dolor que le producía lo mal que habían acabado los dos la última vez que se vieron: enfadados, enfrentados, y sin hablarse. ¿Habrían roto? ¿Cómo se sentía ella? ¿Estaban en una interrupción afectiva, de las que ella hacía como habituales? Pero el tema más importante y el que de verdad le torturaba era que la madre de Gracia acababa de fallecer y no había manera de transmitirle esa información a su hija. Curiosamente, el equipo de la residencia donde vivía estaba acostumbrado a comunicarse con Paulo en vez de con ella, porque ella era muy difícil de contactar y nunca atendía a las llamadas. Así que, aunque Paulo no fuese un familiar directo oficialmente, fue al primero al que llamaron para darle la mala noticia: la madre de Gracia había muerto la noche anterior plácidamente mientras dormía, por causas desconocidas, pero muy seguramente a causa de un paro cardiaco. A Paulo le desgarraba que no pudiera despedirse de su madre antes de ser enterrada. Sabía la extraña relación que les unía desde su infancia, siempre en tensión, con escasa comunicación y repleta de desencuentros. Pero desde que su madre cayó enferma, Gracia la trataba con ternura y con un profundo cargo de conciencia.

Paulo se devanaba los sesos para encontrar la fórmula de contactar con Gracia. Ella era muy estricta con su intimidad y tenía absolutamente prohibido a Paulo interaccionar con su equipo en el banco, por lo que no conocía a nadie allí. No tenía a quién llamar para preguntar por el paradero de su compañera. Solamente tenía constancia del nombre del máximo directivo de la organización por las noticias de prensa económica en las que salía. Con grandes reparos, pero sabiendo que la ocasión lo requería, logró comunicarse con alguien del banco. Para su enorme sorpresa y gran desilusión, le comentaron que ellos tampoco tenían noticias desde hacía días. Ante la preocupación y la insistencia de Paulo, le comentaron que tampoco estaba trabajando en remoto. La gente de informática había comprobado su huella digital del banco y no había ni rastro.

Ahora Paulo estaba estancado, pues sus amigas tampoco la localizaban. A Gracia le había pasado algo grave, no cabía otra alternativa. Desde el punto de vista profesional, también estaba algo paralizado. Desde que había recibido el mensaje anónimo avisándole de que investigara el origen del atentado y desconfiara de la autoría yihadista, estaba buceando y analizando continuamente las posibles relaciones corruptas entre el Gobierno español, la expresidenta Manzanero, Reino Unido y Marruecos, pero no lograba encontrar ningún indicio que le llevara a conclusiones precisas. Sabía ya a estas alturas que el acuerdo tripartito no era lo que parecía, y que detrás, entre bambalinas, había una red corrupta, y que el atentado contra la ministra Montoya era parte de este entramado. Durante días tocó todas sus fuentes sin ninguna pista interesante. A estas alturas solo confiaba en que el misterioso confidente secreto que le envió el mensaje en su momento volviera a la superficie por arte de magia. Aunque su instinto periodístico le susurraba que esto a estas alturas era harto improbable. Desgraciadamente, su garganta profunda no daría las ansiadas señales de vida que Paulo necesitaba.

Su ingenio le condujo finalmente a una solución, algo anticuada pero siempre efectiva: la colocación de una esquela en el periódico de referencia de Gracia: The Objective. Pero el primer problema que se encontró es que el periódico digital nunca había publicado una esquela, pues esta función era más propia de los periódicos tradicionales en papel. Solventado ese primer obstáculo, el segundo era cómo editar esa noticia para que apareciese a simple vista, destacada de las otras noticias, pero sin que pareciese algo extraño. Con astucia, con voluntad y con firmeza logró convencer al editor de la imperiosa necesidad de llevar a cabo esta pequeña innovación: esa misma mañana aparecería desde primera hora en la edición digital destacando como si fuera una noticia de alcance nacional. 

Eran ya las seis de la mañana y si Gracia estaba realmente viva, era el momento en el que solía despertarse habitualmente para hacer su gimnasia mañanera y leer el periódico con detenimiento. Y The Objective era lo primero que leía. Paulo esperaba una llamada inminente de su pareja. Esperó, esperó y esperó.

***

Gracia sacó a Badía con urgencia de su habitación que, afortunadamente, daba directamente al descansillo de la suite, desde donde no se veía el salón. Lo hizo con la excusa de una potencial e inminente llegada de los servicios de seguridad nacionales de Marruecos porque temían que pudiera haber habido un chivatazo. Gracia consiguió que desalojaran el hotel rápido, casi sin maletas. Ruiz Ahmed se encargaría de recogerlas en caso de que hubiera sido una falsa alarma. 

Mientras tanto, Ruiz, que estaba escondido en los aledaños de la suite, volvió a la misma para esperar a los servicios de limpieza traumática que iban a ocuparse de dejar el cuarto inmaculado de cualquier rastro de los acontecimientos. Era esencial realizar esta función de manera discreta, pero en profundidad. El trabajo era muy complejo y Ruiz quería supervisarlo en persona. Había que borrar cualquier rastro biológico de la visita de Miguel allí.

Badía, como era de esperar, no preguntó nada sobre la precipitada salida del hotel, y no parecía sospechar que hubiera ocurrido algo extraordinario esa noche. Ambos se fueron a dormir inmediatamente al llegar a casa de Ruiz, ya era casi de madrugada.

Después de unas pocas horas de sueño Gracia se despertó. Su reloj biológico la sacaba de su profundo sueño todos los días muy de madrugada, hubiese trasnochado no. Era un tirano este maldito reloj, aunque en realidad era su AADD lo que le llevaba a dormir poco. Pero por una vez el destino le concedió un par de horas más de reparador sueño, que absolutamente necesitaba tras los acontecimientos de la noche anterior. Eran las siete de la mañana y, sorprendida por lo tarde que era, decidió iniciar el día de manera diferente, con tranquilidad, y prescindiendo de su ejercicio habitual. Agarró su iPad para leer las noticias y abrió instintivamente las páginas de The Objective. Tras unos breves instantes su corazón dio un repentino vuelco:

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+

Doña Gracia Vicálvaro del Molino

Viuda de

Don Amalio Pul Estévez

Falleció en Madrid el día 25 de febrero de 2023, a los 77 años, después de recibir los santos sacramentos y la bendición de su santidad

R.I.P.A.

Su hija Gracia, Paulo Sobrino y demás familiares y afectos,

Ruegan a sus amistades encomienden su alma a Dios nuestro Señor y asistan a la misa que por su eterno descanso tendrá lugar mañana 26 de febrero, a las once y treinta horas, en la parroquia de San Álvaro, en la calle San Martín de Alneiz 15, por cuyos actos de caridad cristiana les quedaran agradecidos.

El duelo no recibe ni despide en ningún tanatorio.

Fecha del funeral por concretar.

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Gracia explotó en una tormenta incontrolable de sollozos. Los años de desdén impostado hacia su madre se le fueron clavando uno a uno como alfileres en su corazón. La boca se le secó y no pudo articular palabra. Su cuerpo se quedó paralizado. No era posible. Su madre no podía haber fallecido sin ella, sin despedirse y sin pedir perdón. La figura de Paulo se engrandeció repentinamente al entender su estratagema para avisarla. Su recuerdo tierno, bondadoso, amable y profundo, se hizo familia. Gracia se dio cuenta de que él era lo único que tenía ya en el mundo. Paulo era ahora el verdadero y único vínculo que le unía a la sociedad y al mundo real. Pasó casi una hora llorando y reflexionando, y calculando sus próximos pasos. No podía llamar a Paulo, pues todas sus terminales mediáticas estarían intervenidas por los servicios secretos. No podía dar señales de vida. Se percató de que su madre iba a ser enterrada sin su presencia, y solo Paulo, el amado Paulo, iba a ocuparse de todo. Decidió que tenía que querer a Paulo más que nada en el mundo en el futuro y prometió hacerle feliz si alguna vez volvía a verle.

Al cabo de un rato, Gracia acabó procesando la información como siempre lo hacía, compartimentando sus sentimientos. Los empaquetó y los guardó en un cajoncito de su cerebro. Los cerró con llave, y se preparó, sin echar la vista atrás, para viajar a París.

La historia narrada en la presente novela, junto con los nombres y personajes que aparecen en ella son ficticios, no teniendo intención ni finalidad de inferir identificación alguna con personas reales, vivas o fallecidas, ni con hechos acontecidos. Por lo tanto, tratándose de una obra de ficción, cualquier nombre, personaje, sitio, o hechos mencionados en la novela son producto de la imaginación del autor y no deben ser interpretados como reales. Cualquier similitud a situaciones, organizaciones, hechos, o personas vivas o muertas, pasadas, presentes o futuras es totalmente fruto de la coincidencia.

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