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Thomas Piketty

El economista se ha convertido en uno de los expertos más influyentes en el debate sobre la desigualdad económica

Yolanda Díaz y Thomas Piketty. | Europa Press

Thomas Piketty nace en 1971. Se doctoró con veintitrés tacos. Con cincuenta y dos años el economista francés se ha convertido en uno de los expertos más influyentes en el debate contemporáneo sobre la desigualdad económica. Sus investigaciones y propuestas están generando gran controversia, sobre todo desde la derecha y los partidos de carácter individualista como el PSOE, el nuevo defensor de la identidad frente al colectivo, lo que traiciona la historia de la socialdemocracia europea y en particular la española.

A la percebeira Yolanda Díaz se le puede ver alguna vez con un libro de Piketty bajo el brazo. No lo ha entendido, pues el pensador señala a los nacionalismos como las nuevas clases extractivas, los independentismos a los que favorece Sumar.

Piketty saltó a la fama mundial en 2013 con la publicación de su extenso libro El capital en el siglo XXI. En esta obra fruto de más de una década de trabajo, el economista analiza la distribución de la riqueza y los ingresos en varios países desarrollados durante los últimos dos siglos. Y ataca directamente a los neoliberalismos, la escuela económica que tiene en Trump a su mayor defensor y que aplaude Junts, el socio que ha rendido al estado con la colaboración indispensable del PSOE.  

La principal conclusión del pensador es que, cuando la tasa de rendimiento del capital es superior al crecimiento económico, la desigualdad tiende a aumentar hasta extremos insostenibles. Esto es justamente lo que ha ocurrido en las últimas décadas, agravando la brecha entre ricos y pobres. En España contamos con un 30% de la población en el umbral de la pobreza, injusticia acaecida después de un lustro de un gobierno mal llamado progresista. 

Según Piketty, desde los años setenta se ha revertido el efecto igualador que tuvo la gran expansión económica posterior a la Segunda Guerra Mundial. Debido a factores como la globalización, el auge de las finanzas o el retroceso de los sindicatos, el capital ha ido acumulándose cada vez más en pocas manos. Como consecuencia de este proceso, predice un futuro de desigualdad creciente que puede poner en peligro los valores meritocráticos y la estabilidad política de las democracias liberales. 

El remedio que propone Piketty para evitar la amenaza de los ricos pasa por los impuestos progresivos globales sobre el capital, los patrimonios y las herencias. De este modo, argumenta, se podría frenar a las tendencias inherentes al capitalismo que fomentan la concentración de la riqueza. Las tesis del economista francés han abierto un acalorado debate que traspasa el ámbito puramente académico y que toca lo esencial en el cuerpo de la izquierda, la emancipación de la clase trabajadora, ahora la clase trabajadora y la clase media, a la que machaca la gestión torticera del Gobierno.

«En España contamos con un 30% de la población en el umbral de la pobreza, injusticia acaecida después de un lustro de un gobierno mal llamado progresista»

En Capital e ideología, se remonta hasta la época de la esclavitud y el colonialismo para rastrear las raíces históricas e ideológicas de las desigualdades. Aquí Pikkety encuentra la razón del auge del nacionalismo, el sueño romántico, nada racional, de volver al antiguo régimen, un tiempo de amos y siervos. Los malos resultados del último informe PISA en Cataluña se deben a los extranjeros; lo dice ERC, que abraza tesis racistas propias de la extrema derecha. Viva la república xenófoba.

Pero Piketty amplía el foco de análisis más allá de las puras tendencias económicas. Sostiene que vencer la desigualdad requiere cuestionar el papel que históricamente se le ha asignado a la propiedad privada y repensar conceptos. Sus libros suponen una invitación a reflexionar sobre cómo revertir esa tendencia para construir sociedades más justas y cohesionadas. En Breve historia de la igualdad escribe: «Según un cuento de hadas muy extendido, la igualdad jurídica está definitivamente instaurada en los países occidentales». Fíjense en España, donde el poder legislativo se ha entrometido en el judicial, todo para favorecer al que más tiene, el territorio de Cataluña. Al final todo se reduce a eso, a que la burguesía catalana, Junts, pretende ser más rica que la burguesía por ejemplo extremeña. Las clases medias y obreras pagan el banquete.

El Gobierno, los muy progresistas PSOE y Sumar, al pactar con la extrema derecha nacionalista, condena a la clase media y trabajadora a perder derechos. El PSOE, el de hoy, es el mayor enemigo de las clases medias y trabajadoras. El PSOE, al referirse a la mayoría parlamentaria, afirma que cuenta con una mayoría social de progreso. Miente, la mayoría social responde a los 183 diputados de centro derecha y extrema derecha.

La izquierda apuñaladaLa izquierda apuñalada
5 comentarios
  1. Grossman

    El capital a veces ni existe materialmente, es un valor mental subjetivo de los millones de inversores y de los millones de consumidores que hoy pagan x y mañana, en 24 horas cero.

    El capital libre no empobrece, si alguien produce millones de unidades de lo que sea no es para el, nadie se come un millón de jamones de jabugo, los produce y los vende a millones de consumidores, si tiene la propiedad de los medios de producción, porque tiene el talento de crear riqueza.

    Podemos expoliar a Amancio Ortega, arruinarlo y empobrecer a todos los que lo han hecho rico, lo que no podemos es repartir e igualar el talento de creación de riqueza de Amancio Ortega, eso es imposible.

    Cuando el merluzo de Harvard nos diga cómo se reparte el talento que nos lo explique.

    Quién sabe, capaz es, estos estafadores se atreven a todo.

    Doctor con 23 años, que lo pongan en la colección de doctores de Pedro Sánchez.

    Yo vi las primeras páginas del libro, un millón de números para embarrar, cero análisis, cero racionalización.

    Que lea a Mises.

  2. Grossman

    Marx, un sinvergüenza que buscaba el activismo mediante el odio, sí tuvo la suficiente inteligencia para entender que el socialismo era incapaz de crear riqueza.

    De hecho él se inventó un historicismo mágico según el cual la historia evolutiva tenía un sentido hacia una sociedad igualitaria socialista, él era el mesías que la predicaba y le puso el perifollo de materialismo científico, porque en el camino se había cargado a Dios que era la forma de justificar la magia.

    Pero reconocía que la riqueza la creaba el capitalismo, había que esperar a una situación de maduración y entonces intervenir los medios de producción.

    En contra de lo que se cree nunca dijo de repartir nada, decía intervenir las empresas una vez alcanzada su estado de máxima producción.

    Lo que no sabía, como no sabe este merluzo de Piketty, es que el capitalismo, la economía real, la riqueza, es dinámica, nunca estática y está deconstruyéndose y creándose continuamente, por eso el capital aumenta pero no la concentración de capital, porque muchos mueren, se arruinan, el o sus descendientes y el capital se regenera en manos nuevas.

  3. Grossman

    Lo interesante de Piketty es que una chorrada llena de numeritos tenga éxito internacional y sea avalada por universidades de un alto desprestigio como la de Harvard.

    Este merluzo dice, y se queda tan Pancho, que la riqueza es estable y aumenta por sí sola en manos de los ricos, y echa la culpa al capitalismo.

    Realmente no es nada nuevo, eso es exactamente lo que decía Marx, éste lo ha disimulado.

    Efectivamente la riqueza es acumulativa en los ricos, sin hacer nada productivo, en los países con fuerte intervención del estado, es decir, con dictaduras.

    En el capitalismo es imposible, la globalización lo que ha hecho es aumentar la igualdad, me refiero a la estadística, ni quiero igualdad ni falta que hace, lo importante es la libertad para crear riqueza para los demás.

    El capitalismo crea riqueza para los demás porque en el libre mercado la riqueza propia es sirviendo a los demás, ofreciendo bienes y servicios mejores y a mejor precio. Esa es la riqueza.

    El propio capitalismo va canibalizando las empresas y acabando con los capitalistas que son sustituidos por otros más productivos.

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