'Los Farad': los traficantes que inspiraron la serie
La producción española de Amazon Prime Video recrea la Marbella de lujo, corrupción y tramas internacionales de los 80
Oskar es un joven huérfano que intenta ganarse la vida como monitor de aerobic. Su sueño: prosperar montando un gimnasio en el barrio de Salamanca. Para ello cuenta con el apoyo de su tío, pero un encuentro casual con Sara Farad, hija del millonario traficante de armas Leo Farad, le hará desembarcar en Marbella para acabar jugando un importante papel en el negocio de su nueva familia.
La serie Los Farad, creada por Mariano Barroso y Alejandro Hernández, protagonizada por Miguel Herrán, Susana Abaitua y Pedro Casablanc, es una producción española de Amazon Prime Video que acaba de aterrizar en más de 240 países. Con ocho episodios, se desarrolla en la Marbella de los 80, una ciudad del lujo y de la opulencia en la que, tras el telón frívolo de las fiestas y las noticias de la prensa rosa, se esconde uno de los centros de poder del mundo: mientras Gunilla von Bismarck o Sean Connery atraen la atención de los paparazzi, traficantes de armas, dictadores y servicios secretos de medio mundo deciden el futuro de los conflictos que asolan el Tercer Mundo.
Con un presupuesto y una producción poco común para una serie española, nada tiene que envidiar a cualquier producto de primera línea de las plataformas, la serie muestra cómo las pequeñas decisiones, aparentemente simples, pueden cambiar la existencia de todos los personajes, sobre todo si esas decisiones se toman en nombre de la ambición y la codicia.
La Guerra Fría y las conflictos internacionales derivados de ella (Angola, el conflicto palestino, la guerra Irán-Irak, Nicaragua…) actúan de marco de la trama y dan contexto, explicado con imágenes de archivo tal y como se hacía en la serie Narcos, al negocio de los Farad y a la Marbella de la época.
Sin duda, una de las series del año, en la que destaca una excelente recreación de la Costa del Sol de la época, con su música (incluyendo por supuesto a Julio Iglesias) sus maillots y calentadores o sus cócteles. Una magnífica historia basada en siniestros personajes reales que en su día fueron auténticos protagonistas de la jet set marbellí.
El príncipe de Marbella
La vida del sirio Monzert al Kassar, conocido como el Príncipe de Marbella, reflejada en el libro El traficante, de David López Canales, ha servido de base para el guión de Los Farad.
Hijo de un diplomático que se aposentó en Marbella cuando era niño, al Kassar vivía en una villa de estilo renacentista junto a sus más de 40 sirvientes. Popular en la ciudad, dicen que se llevaba muy bien con Jesús Gil, estuvo involucrado en el escándalo Irán-Contra, en atentados del Frente de Liberación Palestino y en turbios negocios con la dictadura de Pinochet o con el presidente argentino Carlos Ménem. Todavía están por destaparse sus vinculaciones con los servicios secretos y con la Policía española, de la que ha trascendido su amistad con el famoso comisario Villarejo.
Tras décadas burlándose de la justicia de varios países, la DEA, la agencia antidroga norteamericana, le puso una trampa: unos supuestos miembros de las FARC se pusieron en contacto con él para conseguir fusiles, granadas, misiles tierra-aire y hasta mercenarios con los que enfrentarse al Gobierno colombiano. Fue detenido en Barajas y extraditado posteriormente a Estados Unidos, donde permanece en una cárcel de máxima seguridad.
Adnán Khashoggi
Más famoso todavía fue Adnán Khashoggi, cuyo algunos rasgos biográficos pueden entreverse también como fuente de inspiración de la serie. Fallecido en 2017 en Londres, fueron célebres sus fiestas en La Baraka (suerte en árabe) y en su yate Nabila, llamado así en honor a una de sus hijas.
Emparentado con la familia real saudí, los conflictos en Oriente Próximo le convirtieron en una de las personas más ricas del mundo. En su casa alternaban Liz Taylor, Brooke Shields, Farrah Fawcett o el dictador de Zaire, Mobutu Sese Seko, uno de sus mejores clientes. Cuando sus negocios empezaron a ir mal, probablemente al perder el apoyo de la CIA por sus negocios con los iraníes, empezó a perder algunas de las propiedades marbellíes.
La escala de su poderío económico se entiende dando dos datos: tras salir a subasta su casa de Marbella unos inversores la convirtieron en La Zagaleta, una de las urbanizaciones de lujo más exclusivas del mundo. Su barco, tras ser usado en el rodaje de Nunca digas nunca jamás, de la serie James Bond, fue comprado por el mismísimo Donald Trump. Siguió vinculado con la ciudad andaluza hasta su muerte, donde conservaba otras propiedades menores.