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Cultura

'Saltburn', el provocador y último (o primer) gran fenómeno cinematográfico del año

Emerald Fennell vuelve a la dirección con una historia polémica que ya se ha llevado el premio de la viralidad en las redes

La mentira tiene las patas cortas. Eso dice el refrán, o el lugar común, como prefieran llamarlo. Es una máxima, en cualquier caso, que bien podría aplicarse el protagonista de Saltburn, la provocadora película de la cineasta británica Emerald Fennell. Saltburn llegó a nuestras vidas directamente a través de la pantalla pequeña –está disponible en Amazon Prime Video– hace apenas unos días y es el último gran fenómeno del año. O el primero del que acabamos de estrenar, para quienes se aventuren a verla estos primeros días de enero. Si acostumbran a navegar por las redes sociales, no es de extrañar que se hayan topado con algún fotograma, clip o gif de la película. Tampoco sería de extrañar que no entendieran absolutamente nada.

Vayamos por partes. Primero: ¿qué cuenta Saltburn? La sinopsis oficial reza tal que así: «Luchando por encontrar su lugar en la Universidad de Oxford, el estudiante Oliver Quick (Barry Keoghan) se ve arrastrado al mundo del encantador aristócrata Felix Catton (Jacob Elordi), quien lo invita a Saltburn, la residencia de su excéntrica familia, para pasar un verano inolvidable». Claro está –y eso se lo añadimos a la sinopsis oficial– que nunca nada es lo que parece, y ese verano idílico termina convirtiéndose en un auténtico infierno. Por lo menos, para los ricos. Porque en Saltburn los ricos también lloran, y mucho.

Una película pensada para escandalizar

Si bien con su debut en la gran pantalla –Una joven prometedora (2020)– Emerald Fennell consiguió el respeto de público y crítica –sobre todo de esta última–, con Saltburn podríamos decir que es más bien al revés. Mientras que en su debut hacía una radiografía muy exacta de una problemática como es el acoso sexual, en esta obra intenta hacer algo tan viejo y tan manido como es épater le bourgeois. Es decir, la premisa es clara: escandalizar. En este caso, más que al burgués, al tuitero medio. Y en esta trampa han caído unos cuantos.

De hecho, Saltburn parece concebida, desde la escritura de guion –también de Fennell–, con ese objetivo único en mente. La viralización de la película, estrenada el pasado 22 de diciembre directamente en plataformas, no parece, en cualquier caso, algo fortuito. El guapísimo Jacob Elordi protagoniza no pocos planos pensados directamente para TikTok. Algunos de los diálogos de la película –como el de Rosamund Pike diciendo que habría sido lesbiana de no ser porque todo está «demasiado mojado»– son carne de meme en X –antiguamente Twitter–. Así una y otra vez. A pesar de forzada, previsible y sensacionalista, Saltburn tiene, sin embargo, algún que otro motivo de peso para verla. El principal: evitar el famoso FOMO (fear of missing out o, lo que es lo mismo, miedo de perderse algo).

Jacob Elordi en ‘Saltburn’. | Fotograma: Amazon Prime Video

Los ricos también lloran (y nos dan pena)

Ricos y pobres, víctimas y verdugos: una premisa tan vieja como eso de épater le bourgeois. Aquí la primera burguesa, por cierto, es la directora que está detrás de Saltburn. Como el protagonista de la película, Emerald Fennell también estudió en Oxford, y no precisamente becada. Su padre es Theo Fennell, un reconocido y multimillonario joyero salido de Eton College, el famosísimo internado de los royals. Entre las figuras destacadas que han asistido a las fiestas de Theo en Londres se encuentran Joan Collins, Elton John, Courtney Love y la princesa Beatriz. Su madre, Louise Fennell, publicó en 2012 la novela Dead Rich, una sátira que aborda el aislamiento y el malestar de la fama. Los orígenes de la artífice de esta película en la que los ricos también lloran (y nos dan pena) no son precisamente humildes.

Esta es una de las principales razones –aparte de la de escapar al FOMO– para ver Saltburn: que su creadora cuenta con el conocimiento suficiente de la alta burguesía y aristocracia británicas como para que la historia sea bastante verosímil. Todo menos la parte de beber el semen de una bañera o de yacer con una tumba, claro. Aunque, quién sabe. Todo lo anterior, como ese chico marginado que no encaja en Oxford y el elitismo que lo rodea, parecen bastante reales, y siempre es divertido asomarse al mundo oculto de los ricachones.

Rosamund Pike en ‘Saltburn’. | Fotograma: Amazon Prime Video

Por otro lado, y aunque se trata de una película bastante insustancial y previsible, a fin de cuentas es entretenida. Pasan muchas cosas, algo que no siempre es de alabar, pero por lo menos no es una película que podríamos describir como lenta. El estilo y la fotografía son estupendos, y su reparto clava un sinsentido, sí, pero lo clava. Mención especial para una banda sonora que a los que rebasamos ahora lo treintena nos lleva a nuestra primera juventud. Una película que no pasará a la historia pero que puede verse, tranquilamente, por lo menos para entender qué es eso de lo que está hablando todo el mundo. Su objetivo, en ese sentido, ha sido cumplido.

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