Unamuno retorna como detective
«El primer caso de Unamuno» es la primera entrega de las aventuras del salmantino convertido en detective
El que haya estado frente a la cama de Miguel de Unamuno en Salamanca, en el museo en el que se convirtió la casa del rector de la universidad, habrá podido apreciar dos cosas: el estilo de vida espartano de Unamuno y el clima igual de austero que puede apreciarse por la ventana del cuarto cubriendo la ciudad.
He viajado a esa época gracias a la pluma de Luis García Jambrina (Zamora, 1960), profesor de literatura en la Universidad de Salamanca, que publicó diversos libros y monografías hasta dar en El manuscrito de piedra (Alfaguara) con una novelización del pesquisidor Fernando de Rojas que encantó a los lectores de novela negra, de modo que publicó cinco entregas más, la última de ellas El manuscrito de la niebla (Alfaguara, 2022).
Jambrina ya había escrito numerosos artículos sobre Miguel de Unamuno, ya que es director de la revista Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, y autor de un ensayo junto al cineasta Manuel Menchón. Ahora en El primer caso de Unamuno (Alfaguara, 2024) usa todo ese conocimiento para novelizar la vida del rector y convertirlo en un detective amateur en la España rural de 1905.
La obra tiene un doble trasfondo real relacionado con la cuestión agraria y el problema del campo en España. La novela parte de dos hechos que en ella aparecen amalgamados. El primero tuvo lugar en el otoño de 1905 en el pueblo de Boada: los vecinos enviaron una carta al presidente de Argentina para manifestarle su deseo de emigrar en bloque —que luego apareció publicada en la primera plana del periódico La Correspondencia de España—. También es real la enorme repercusión mediática y política que la noticia tuvo en España. Unamuno se enteró de que las cosas en Boada habían empeorado cuando el Gobierno tomó la decisión de vender, a través de una subasta pública, los bienes comunales del municipio, a pesar de las protestas y las reclamaciones puestas desde el Ayuntamiento, pues se trataba de bienes exceptuados que no se podían enajenar. Así, el pueblo se quedó sin tales recursos y sin la parte del dinero que le correspondía por la venta —nada menos que el ochenta por ciento—, ya que el Estado necesitaba hacer caja con urgencia para cubrir los gastos originados por la guerra de Cuba. El comprador, por su parte, convirtió de inmediato los bienes comunales en pastos para la crianza del ganado y en un gran coto de caza, lo que hizo que la mayor parte de los vecinos no tuviera ya tierras que poder arrendar o cultivar, o de las cuales beneficiarse de algún modo. Solo unos pocos trabajaban como jornaleros por un salario de miseria. Todo esto lo denunció Unamuno en un artículo que publicó unos días después en La Correspondencia de España.
Por otro lado, los asesinatos que se narran en la novela son inventados, pero el primero de ellos está basado en uno que tuvo lugar en Matilla de los Caños del Río, un pueblo cercano, veinticinco años antes de lo ocurrido en Boada; un asunto del que también habló Unamuno. Ambos hechos están vinculados con la situación económica y social del campo salmantino en ese momento, sobre todo en comarcas como la del Campo Charro o Campo de Yeltes. Muchos vecinos se vieron desahuciados y obligados a abandonar por la fuerza algunos pueblos y aldeas.
Charlamos con Jambrina
Conectamos por teléfono con Luis García Jambrina que nos cuenta que quiso hacer lo que él llama un detective andante, alguien que de manera inesperada tiene que lanzarse a la aventura de investigar unos crímenes, de deshacer entuertos, en definitiva, como hacía don Quijote, que es el personaje literario con el que Unamuno más se identifica y al que más admira. «Se trata de un cruce entre detective y caballero andante. Hay que tener en cuenta que el comportamiento de Unamuno siempre fue muy quijotesco, sobre todo en sus cruzadas contra el poder».
Don Quijote tiene su Sancho Panza, Sherlock Holmes tiene a Watson, así que no podía ser de otro modo y Unamuno cuenta con la ayuda de un joven abogado como toda novela detectivesca que se precie. Es una especie de contrapunto del protagonista, cuenta Jambrina, ya que lo equilibra con el fin de que no se desmande demasiado. Otro contrapunto al detective es la joven anarquista catalana Teresa, que lo ayuda a resolver el caso cuando comprende que se necesita algo más que la razón.
Añade: «Teresa es uno de los libros más originales e innovadores de Unamuno, un libro todavía mal comprendido y peor clasificado. Suele editarse entre sus libros de poesía, pero en realidad es una novela muy rompedora. En mi relato, yo imagino que la inspiradora de esa obra fue esa activista anarquista, una mujer valiente, seductora, inteligente y con mucho carácter de la que Unamuno queda fascinado, y fabulo sobre el origen de ese libro y su proceso de creación. Este juego literario me ha servido para mostrar a don Miguel inmerso en su gabinete de escritura mientras los peligros y las tentaciones lo acechan por todos lados».
Sobre el proceso de escritura cuenta que la escribió de forma impulsiva después de una ruptura amorosa que lo afectó bastante y que la terminó justo después de ser diagnosticado con una enfermedad muy grave, por lo que «de nuevo me agarré a la escritura y a Unamuno como si fuera una tabla de salvación». El resultado es que ha superado esos problemas y ha escrito la que para Jambrina es su mejor novela, que es en realidad el inicio de una tetralogía basada en hechos criminales reales de las épocas de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra civil.
Los paralelismos entre la situación agraria de entonces y el presente parecen evidentes: «Es eso que tiene que ver con la España vaciada, o desahuciada, en el libro yo sugiero que empezó a finales del XIX como consecuencia directa de la fallida reforma liberal y el fracaso de la desamortización de Mendizábal que hace que buena parte de las tierras de labor vaya a parar a unas pocas manos. Eso se ha agravado en los últimos años por la globalización y el ingreso en la Unión Europea que hace que buena parte de la población rural decida abandonar sus poblaciones, por lo que se entra en una espiral de pocos servicios que hacen que más gente abandone».
Finalmente, quiero saber que encontrará el joven lector en su tetralogía: «Soy consciente que corro un riesgo muy grande y que muchos lectores pueden sentir un rechazo por el protagonista. Pero lo que he tratado de hacer es un personaje fiel que creo es atractivo para un lector joven porque es de carne y hueso, un hombre de acción, valiente. Además, en nuestro mundo hoy en día hay una nostalgia de la verdad, las generaciones que vienen no ven futuro porque les está negado, y yo creo que Unamuno encarna a la perfección la búsqueda de la verdad por encima de cualquier circunstancia».