Emilio Bueso: la profesionalización del horror
‘Naturaleza muerta’ de Emilio Bueso, profundiza en el terror rural con una protagonista que pierde la cordura en una alquería valenciana
Se preguntaban algunos al ver el lanzamiento de la novena novela de Emilio Bueso si se había pasado al thriller comercial, con más o menos mala intención, engañados por la portada. Pero es abrir Naturaleza muerta (Ediciones B, 2024), empezar a leer y encontrar al Bueso de siempre, con su lenguaje seco heredero del realismo sucio y empleando los mismos secundarios canallas. Como decían en la presentación del libro en la librería Gigamesh de Barcelona, uno encuentra en Bueso el mismo lenguaje aplicado a distintos géneros, desde los vampiros al horror cósmico, pasando por el biopunk y ahora, finalmente, el folk horror o terror rural.
Digo lo de la mala intención porque el castellonense Emilio Bueso, ingeniero de profesión, ha logrado en la ficción especulativa o literatura de género lo que muchos solo sueñan, provocando más de una envidia. De 2011 a 2013 se hizo un nombre con su particular estilo en el panorama español publicando en Salto de página. En 2014 logró algo excepcional siendo uno de los pocos españoles publicado en la colección más vanguardista de la mítica editorial Valdemar, con una novela de horror cósmico llamada Extraños Eones. Finalmente de 2017 a 2020 fue la estrella del panoramas en Gigamesh con una campaña espectacular con el lanzamiento a precio exclusivo de la trilogía Los ojos bizcos del sol, hasta que un año más tarde aparecía la edición de bolsillo, en esencia una narración de espada y brujería de corte biopunk.
Ahora ha acabado en uno de los dos grandes grupos editoriales de nuestro país, Random House, donde nos ofrece Naturaleza muerta. En la novela la protagonista sigue la política de tierra quemada para alejarse de sus problemas, lo deja todo atrás para comprar una alquería en Valencia en la que, como en las mejores películas de casas encantadas, se ha dejado todos sus ahorros, ya no hay vuelta atrás, se va a quedar pronto sin analgésicos y sin antipsicóticos. Y entonces empieza a hablar con un gato y poco a poco abandona la cordura con el estilo de Bueso, mezclando lo que tiene de terror neorural con el terror subterráneo.
Ya entrevisté a Emilio Bueso hace diez años cuando empezaba en esto del periodismo, lo que nos permite al recordarlo empezar echando la vista atrás: «Son 18 años con la tontería de la escritura. Empecé a lo tonto y al principio era horrible, costaba mogollón salir adelante, ahora ya me pasan cosas súper raras como que cuando me ficharon para Ediciones B no tenía planes, no tenía agenda, estaba en unas vacaciones indefinidas porque había cerrado el sello en el que estaba, Gigamesh había suspendido actividades, yo me encontraba con las ganas a cero y me preguntaron qué me apetecía hacer. Estaba con la moral por los suelos porque era la cuarta vez que cerraba el sello conmigo dentro».
Me cuenta también como quebró Salto de página y el sello Insomnia de Valdemar justo cuando sacaba sus novelas. Ha sido una montaña rusa: «Las he pasado canutas pero lo cierto es que me aprecio de haber reunido a algunos de los mejores lectores del panorama de terror ahora mismo, que son poquitos pero son muy fieles. Me gusta comprobar que habiendo pasado diez años desde mi última novela de terror hasta aquí, estaba con mi trilogía, estos diez años me hacían pensar si a lo mejor se habían olvidado de mí. Pero no, ahora que llevo dos semanas distribuido ya veo comentarios en Goodreads y tweets, también veo las ventas por Amazon. No sé si llegaré a vender la friolera que espera Random House de la novela, pero sí veo que la gente se acuerda de mi. Estoy contento porque es más de lo que esperaba a priori. Hay gente que me verá como un privilegiado, yo la verdad que lo sigo viendo muy precario todo, será porque tengo un empleo de verdad como ingeniero ocho horas diarias».
Tanta quiebra ha hecho que Emilio decida gestionar por su cuenta su catálogo, apostando en varias plataformas como hacen para sobrevivir los autores estadounidenses: «Yo mis descatalogados los tengo en mi Kindle Store, y me sirven para no perder lectores. Cuando un libro está descatalogado no existe. Tener un pie en la small press y otro en las multis te puede servir para acceder a distintos públicos y ver si hay sinergias entre ellos. Yo ahora lo comprobaré, siempre me he mantenido fiel al principio de mantenerme indie, ahora veremos si hay ciertas simbiosis entre las pequeñas plataformas y el mainstream».
Volvemos a la novela y al tema del terror rural: «Tiene un poco de thriller, pero yo me mantengo en mis raíces, empecé haciendo terror rural. Si te fijas como han cultivado el género los anglosajones no hay una comunidad, no hay un pueblo, hay mucho más aislamiento. Tu estás en tu finca y a tres kilómetros está el vecino más cercano. Este tipo de aislamiento me permite cultivar el terror de un modo más eficiente».
En la presentación de Barcelona comentó que había quienes enloquecían al tratar con el material onírico para la escritura. Sobre su relación con técnicas oníricas cuenta: «Material de mis sueños he empleado en muchos relatos. En esta novela me he fijado más en el tratamiento que hacen de lo onírico Ligotti y Lovecraft, la idea de que haya otra realidad en paralelo con la que contactar y conectar con fuerzas y criaturas. Me interesaba que hubiera un ambiente pesadillesco y que la protagonista tuviera fases de sueños en las que no sabes qué está sucediendo, para tratar el narrador no confiable que es un tipo de terror que no había tratado hasta el momento».
Finalmente, es obligatorio detenerse en el universo de influencias que hace posible cada libro: «Me he fijado en Catriona Ward y he leído con atención a Mariana Enriquez. He leído también bastante poesía. Brian Lumley me ha dejado un poso, como todos los que tratan con los mitos de Cthulhu. Para muchas cosas me he fijado en Stephen King, que es un autor muy denostado. En Estados Unidos el ciudadano promedio tiene entre sus libros una biblia y un libro de Stephen King. Imagina el impacto gigantesco, yo creo que es imposible olvidar lo que ha hecho este hombre en la literatura anglosajona. Me gustaba más cuando escribía bajo el efecto de las drogas, era más joven y tenía más energía, pero ahora se ha vuelto terriblemente eficiente, porque la experiencia es un grado».