THE OBJECTIVE
El purgatorio

Miguel Lago: «El español, por humor, es un hijo de la gran puta»

El popular cómico presenta en El purgatorio su nuevo espectáculo cómico, «es muy fácil hacerle bromas a Vox, son un exabrupto constante»

Hace tiempo que Miguel Lago (Vigo, 1981) se convirtió en un rostro conocido para la mayoría de españoles, es lo que tiene la televisión, te odian o te aman, pero siempre te ven. Primero en Todo es Mentira, luego con Pablo Motos y su Hormiguero, el paso por Tu Cara me Suena, y ahora cada tarde se sienta junto a Sonsoles Ónega. Antes que eso fue monologuista, lo sigue siendo, de los clásicos, de los más seguidos y de los más salvajes. ‘Lago’, escueto y directo, es el nombre del espectáculo que estrena el próximo 14 de septiembre en el Teatro Alcázar de Madrid, «aquí se viene a verme a mí».

PREGUNTA.- Hace un rato, en este mismo set de grabación, ha estado Santiago Abascal.

RESPUESTA.- Pues tiene que venir a hablar contigo, y expiar sus pecados.

P.- Todos tenemos pecados, pero ya están Esther Jaén y Marcos Ondarra encargados de las entrevistas políticas. Y después, del asunto variedades ya me encargo yo.

R.- De los personajes más frívolos. No pasa nada por decirlo, porque de hecho, una de las cosas que irás viendo es que no hay cosa más terrorífica que un artista de varietés poniéndose estupendo. Entonces, apostemos por la frivolidad.

P.- ¿Qué tal el verano?

R.- Corto como siempre. 

P.- ¿Mejor que el de Maite Galdeano?

R.- (Ríe) Me imagino, en tanto en cuanto mis hijos me hablan y me quieren. Eso, quieras o no, es un detalle que no me hace estar al borde de la López Ibor. Comparado con el de Maite Galdeano y María José Suárez, ha sido un gran verano.

P.- Siempre hay un verano peor para alguien.

R.- El verano pasado fue el de Daniel Sancho, que también tuvo un verano regular. A su vez, fíjate, Maite Galdeano, comparado su verano del 2024 con el de Daniel Sancho el 2023, pues una maravilla.

P.- Dejamos atrás un verano donde hemos tenido muchos asuntos que han sido objeto de comentario nacional, desde ligar en el supermercado hasta ganar la Eurocopa, con el apretón de manos entre Carvajal y Sánchez, incluido.

R.- Estuvo muy correcto. De todas maneras, lo feo hubiera sido no darle la mano al presidente. 

P.- También es verdad que los futbolistas después de venir de medio fiesta, borrachera, que lo primero que les pongan sea una recepción oficial en La Moncloa, tampoco les puede apetecer lo más de lo más. Aparte, la cara de pocos amigos con Sánchez la tuvo Carvajal y la tuvo Lamine Yamal, aunque del segundo se destacó menos.

R.- Bueno, pero tú no tienes obligación de ser simpático, tú tienes obligación de ser correcto. Porque creo que Dani Carvajal, uno de los capitanes, fue correcto, lo que no tiene que ser es cordial y ya está, no pasa nada. 

P.- Y después Puigdemont. Eso ha sido lo mejor del verano. 

R.- Eso es increíble. Este año en el teatro estreno un bloquecito sobre esto ¿Sabes qué pasa? Que aquí, contado fuera de contexto puede quedar raro, pero es que hubo ahí un abuso. Lo que más risa me hizo, y esto me va a traer problemas, pero te lo voy a contar igual porque qué más da. A hubo una cosa que fue lo que más gracia me hizo, más que lo del sombrero, porque ver al jefe de los Mossos diciendo «se puso un sombrero», y ya como que desaparece. Fue lo de que la conductora iba en silla de ruedas, entonces claro, mi teoría es que abusó de la placa de minusválidos. Ella pudo llegar a sitios donde otros coches no pueden llegar. Y aparcó ahí y luego ya no puedes pararlo porque está feo parar un coche con la placa de minusválido. 

P.- Una de las cosas que se exige a la ficción o a los monólogos, donde siempre se pueden estirar la realidad para llevarla a una parodia, sin embargo el público te exige un principio de verosimilitud ¿Cómo va a ser creíble que un tipo prófugo anuncie que va a hacer un mitin en mitad de Barcelona a la hora señalada con un atril, se presente, lo emitan por televisión, se vaya y ya nunca más se sepa de él en España?

R.- Solo contada la enumeración de hechos, solo contado sin meterle chistes ya es muy gracioso. 

P.- O indignante.

R.- Yo ya no me indigno. Con este tipo de cosas no, porque ya tenemos que ser suficientemente adultos para saber que todo forma parte de la gran tomadura de pelo. Entonces esta era una más, no pasa nada. Quiero decir, todos sabíamos que iba a venir, iba a hablar y que se iba a ir. Y resulta que para sorpresa de nadie vino, habló y se fue. Entonces, ya estaba hablado, porque yo tengo una gran confianza en las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, y estoy seguro de que esto es otra cosa. 

P.- Como siempre en El purgatorio, preguntamos por la relación con la fe de los invitados ¿Cuál es la suya?

R.- Creo en Dios y tengo una relación con la fe constante y con según qué cosas intermitentes, pero sí, creo. Me cuesta encontrar las palabras ahora, pero tengo fe y me ayuda a estar más tranquilo. Es un lugar para tener paz. Me han pasado muchas cosas buenas de unas maneras que no encuentro otra explicación a que haya alguien que me acompaña. Y luego me gusta pensar que después de esto me voy a encontrar con gente que ya no está, eso me produce mucha paz también.

Lago, durante la entrevista en THE OBJECTIVE – Víctor Ubiña

P.- Miguel Lago viene con un estreno pendiente este próximo 14 de septiembre. Estará más de 40 semanas en la cartelera de Madrid en el Teatro Alcázar, con un espectáculo que se llama Lago. 

R.- Aquí se viene a verme a mí. Ya tuve mi época de tener un espectáculo con el nombre de “Todo al negro”, otro que era “Miguel Lago pone orden”, pero al final, como no me gusta estar cerrado al texto durante dos años, a lo mejor pues lo llamo Lago y así puedo ir cambiando cada semana las rutinas que me apetezca. Entonces cuento todo, cuento todo de todo, lo nuevo, lo clásico. Viene público nuevo que me pide rutinas clásicas, viene público nuevo, que no conoce esas rutinas.

Luego yo sigo escribiendo mucho porque esto es como ir al gimnasio. Cuando empiezo ya, pues ten en cuenta que esas 42 semanas que has dicho, añade que actuo por España todos los viernes. Entonces llega un momento en que cojo un ritmo que en donde más escribo comedia, sobre todo es encima del escenario. Entonces ahí estoy a tope y luego que me van pasando cosas porque el espectáculo soy yo, entonces me van pasando cosas y llega el fin de semana y empiezo contando lo que me ha pasado esa semana.

P.- ¿Hay presión ante un estreno o ya después de 25 años en los escenarios eso se pasa?

R.- No tanto en eso, pero sí porque como implemento cambios en iluminación, voy a tener novedades tecnológicas en el escenario, pantallas, más cabezas móviles. Luego hay un número musical en la entrada. Solo voy a cantar una, voy a cantar porque ahora soy cantante. Pero para no dar chapas, lo que hago es que nos lo sacamos rápido. Y luego ya te hago stand up porque aquí hemos venido a ver stand up, el género que yo reivindico.

P.- Stand up, que es lo que se conoce como monólogos, ¿Es algo que se está perdiendo en España? Porque ahora vemos ese fenómeno de ir a hacer un espectáculo, pero que sean quienes van al teatro los que lo rellenen.

R.- Es otro género. Lo respeto absolutamente porque es otra manera de hacer comedia, es otro género, pero yo soy un señor mayor en cuanto a la comedia se refiere, porque ya son 25 años, entonces yo hago ese género. No creo que mi género sea mejor que otros, es el que es y es el que a mí me ha dado las mayores alegrías y es el que en España ha alcanzado un nivel increíble con Goyo Jiménez, con Luis Piedrahita y tantos otros que me dejo en el tintero. Pero yo abogo por el standup, abogo porque el cómico escriba. 

P.-¿Fue Miguel Lago el primer cómico en España que llevo traje?

R.- Hombre, no sé tanto, que se convirtiera en marca, creo que sí. 

P.- ¿Por qué empezó a llevar traje? 

R.- Ya tenía una tendencia a una serie de temas más profundos y todo se dio de una manera casual. Estaba en Valencia, actuaba tres noches allí en la sala Ópera de nuestro querido amigo Javier Alastrue, que lo perdimos hace poco tiempo. Corría el año 2009 y esa semana estaba nominado a un TP, por un programa que hice en Antena 3 que se llamaba Curso del 63. Entonces tenía que ir a la gala y no tenía traje. Entonces estoy en Valencia, además, era la época de Paco Camps, quiero decir, podrías tener traje todos los que quisieras (ríe).

P.- Esto Arcadi Espada si lo lee se va a cabrear, nunca condenaron a Camps por los trajes.

R.- Pero volvemos a lo que decías al principio, quedó para el imaginario colectivo. Entonces una broma sobre Camps y trajes entra en Valencia, es que es sota, caballo y rey. Entonces me compré el traje, un buen traje. Yo estaba en el hotel y la actuación era a las 11, entonces por la tarde me pruebo el traje y veo que es bonito, «qué guapo estoy con este traje» Y me dije: «¿Pero de verdad voy a esperar a la gala del martes, teniendo aquí a este público maravilloso con este traje?» Y fui a actuar en traje.

Me subí al escenario y de repente todo lo que yo contaba cogió otro tono, otra gravitación. Hablaba de corrupción, de Mario Conde y de repente, en cuanto me puse el traje, los temas adquirieron mayor empaque, y se reían más. Ya está, y además, uno siempre tiene que buscar aquello que le diferencia de otros cómicos. Entonces eso lo consiguió y a los hechos me remito, y es que ningún otro monologuista se ha vuelto a poner un traje y una corbata. Porque ya lo he hecho mío.

P.- Tengo leído que iba para profesor. 

R.- Sí, me licencié en Filología Hispánica por tener algo seguro si me fallaba lo del humor (ríe).

P.- ¿Hay semejanzas entre ser profesor y estar delante de un público en un escenario?

R.- Sí, al principio de mi carrera, la hostilidad. Cuando te vas a bares por dos duros en donde no te conoce nadie, donde te cruzabas España de Vigo a Almería en un Renault Clio y en entrada libre. Donde el dueño te decía «no los puedo mandar callar porque son clientes de todos los días». Tenías que bregar como en clase, pero sobre todo la carrera me sirvió para escribir. Todo lo que leí y todo lo que aprendí me sirvió para escribir después y escribir bien y hablar bien.

P.- Personajes mediáticos que hayan estudiado Filología Hispánica, materia de letras, pensándolo me sale Miguel Lago y Federico Jiménez Losantos.

R.- Y Jorge Javier Vázquez, mira qué cena más divertida sería esa. Pero me vino bien estudiar, claro, el saber no ocupa lugar y me permitió además ser uno de los pocos cómicos de este país con formación universitaria (ríe).

P.- ¿El humor de Miguel Lago, se adapta al teatro y a la televisión?

R.- Hay una cosa fundamental que es que yo en la tele tengo un jefe y en el teatro mi jefe soy yo, porque además soy mi productor, con esto queda respondido. Traen a Miguel Lago para la tele y yo me adapto porque creo que es lo que tiene que hacer un buen profesional y un buen artista es adaptar su humor al público que tiene delante. Y en este caso yo sé cuál es el target objetivo de la televisión de tarde, llevo haciendo televisión de tarde muchos años, primero con Risto en una franja, ahora con Sonsoles en otra.

Cuando he estado haciendo El Hormiguero era tele de prime time y eran las 23:00 de la noche, eso te permite otro tono distinto, que es cierto que al final es un poco ridículo en el sentido de que Internet hace que cualquier contenido tuyo pueda aparecer a cualquier hora del día. Pero bueno, hay que cumplir las normas en la tele del horario protegido, el súper protegido y el no sé qué. Pues lo cumplimos y no pasa nada, pero creo que lo inteligente es saber adaptarse. Sería muy mal profesional si yo pretendiese hacer en Y ahora Sonsoles el mismo tipo de chiste que yo puedo hacer a las 23:30 de la noche, un sábado en un en un teatro madrileño. Entonces sí, claro que claro que me adapto, pero sigue siendo Miguel Lago. 

P.- ¿Uno se cansa de las polémicas o no tiene por qué?

R.- Al principio me afectaba más, ahora me las tomo con mucha distancia. Podríamos repasar muchas de las que he tenido y todas son mentira. Todas son por intereses de un tercero, nunca hay un interés genuino en una polémica de las que yo he tenido. Es porque les interesa hacer ruido por otra cosa, porque aparte todas han venido por el mismo lado y siempre ha sido interesado porque en realidad, ¿A quién le importa lo que diga yo? Si soy un payaso. A mí me sigue llamando poderosamente la atención la enorme capacidad de influencia que tengo.

Y lo digo así porque me flipa que en El Hormiguero haga una reflexión con unos pendientes dorados y un vestido de tres piezas rosa fucsia sobre la amnistía y se convierta en la reflexión sobre la amnistía más viral que ha habido en este país nunca. Y es un tipo absurdo, con mechas rubias en, insisto, en un tres piezas fucsia hablando sobre la amnistía. El análisis particular que puedo hacer es que es que yo lo digo de verdad. Es que yo soy de verdad y creo que eso traspasa la pantalla. Y creo que España es un país que me quiere mucho, porque sabe que lo que hay es lo que ves. 

P.- Entiendo esa reflexión, sin embargo, muchas veces desde parte del poder político, sí importa lo que digan los cómicos o determinados personajes mediáticos. Les molesta más eso que una crítica seria.

R.- Porque los políticos todo lo que dicen la gente lo toma con distancia, porque dependiendo quién sea el político es muy probable que te esté mintiendo, por no decir que sea un hecho, eso está claro. Entonces no se fían, pero de mí sí. ¿Por qué les voy a mentir si no tengo interés alguno? Si yo a la gente la quiero y la gente me quiere a mí.

P.- No va a cambiar de opinión, o sea, mentir.

R.- No, claro. A ver, yo entiendo que es una rara avis que un artista español como yo de repente salga del discurso oficial del artista español. Entiendo que puede llamar la atención, pero la verdad es que la única diferencia entre yo y todos los demás, es que yo lo he dicho en El Hormiguero, delante de toda España y he sido sincero. Hay una frase que le escuché a Javier Chicote, el periodista, «siempre hablo como si me estuviera grabando Villarejo». Y esa frase me encantó porque tiene una gran verdad, lo que te diga yo a ti es lo mismo que voy a mantener cuando hable con otra persona. Eso lo unes a que la verdad os hará libres, entonces yo no enredo, siempre he pensado igual. 

P.- Hablando del humor y de las bromas, le escuché una vez que golpear a los de abajo es de cobardes. 

R.- Nos dio una gran lección a los humoristas de este país, Pablo Iglesias, que sabe muchísimo de todo y también de esto. No solo es un gran hostelero, también sabe muchísimo. Dijo que el humor se tenía que hacer de abajo arriba, y que los que hacían humor de arriba abajo eran unos cobardes. Entonces eso nos abrió los ojos a muchísimos cómicos. Y me hace mucha gracia porque precisamente él y los suyos me han insultado mucho. Y siempre me he preguntado ¿qué hay más de abajo arriba que un autónomo como yo haciéndole bromas a un ministro, a un vicepresidente o a un presidente del gobierno? No puede haber más de abajo arriba.

Entonces yo que no tengo derecho alguno a nada más que a pagar y le hago un chiste al presidente del gobierno, se enfada este y luego me dice que es que tiene que ser de abajo arriba. Pues mira amigo, de abajo arriba lo hago. De hecho, una de las claves de mi éxito como cómico es que yo siempre pierdo en el chiste, que es otro de los fundamentos que tiene, que creo debe tener la comedia.

Yo siempre pierdo, mi voz cómica, que no mi personaje, que es el lugar desde el que yo hablo. Mi voz cómica es mi hijo que tiene 13 años y que ya es muy fan. Y mi hijo me dice «es que no te aguanto», habla del artista del escenario, dice «es que es malo, es que se ríe de todo el mundo, es que es un cabrón, es que es mala gente». Y le digo yo «¿Y te ríes?» y me responde que sí, pues esa es la clave, porque yo encontré un lugar. Es que todos somos muy cabrones.

«¿Qué hay más de abajo arriba que un autónomo como yo haciéndole bromas a un presidente del gobierno?»

P.- ¿El humor debe molestar a Pedro Sánchez? Debe ir dirigido contra el que manda, el poderoso.

R.- Al final era esta cosa del bufón, que era el que le decía las verdades a la reina. No quiero decir obligación porque obligación volvemos a lo de ponernos estupendos y no es obligación, cada uno que haga lo que quiera, pero sí creo que si eres un artista que le gusta estar un poco comprometido, lo suyo es señalar al rey desnudo. Y repasando mi histórico de polémicas, todas han sido por señalar la estupidez, y por eso la gente se ríe conmigo, porque es verdad, lo que digo es verdad.

P.- ¿Hay compañeros humoristas cuyo límite del humor es lo que molesta de la Moncloa?

R.- No lo sé, eso habría que preguntárselo a ellos.

P.- ¿No lo percibe?

R.- No lo sé. Lo único que sé es que esta es una profesión muy difícil, que hay que comer todos los días y que hay que trabajar. Y entonces, a veces, si estás mucho en el foco, puede costarte trabajo. Y respeto muchísimo al que no se pone el foco porque le puede costar trabajo, porque esto es muy difícil. Mira, yo no necesito que un cómico le haga bromas a la Moncloa, lo que necesito es un cómico haga bromas que sean graciosas y que el público vaya a ver al cómico y se ría. Si te ríes con un cómico hablando de la vez que se fue a coger un avión, me parece cojonudo.

Pero luego había gente que quiere ver a un cómico que apriete un poco más y que tire más a otro lado, pues cojonudo también. En mi show hay de todo. No es un monólogo contra Pedro Sánchez porque sería aburridísimo y porque no da para hora y media. Entonces hay de todo y te cuento mi faceta de padre con mis cuatro hijos, luego te cuento cosas de mi mujer que se ha ido a hacer crossfit, pero luego también hay reflexiones de actualidad. ¿Pero cómo no voy a hacer reflexiones de actualidad? Si te lo ponen así. Lo que hablábamos de Puigdemont o un señor que era portero de puticlub y se forró vendiendo mascarillas ¿Cómo no voy a hacer chistes de eso?

P.- Con Koldo es como si de repente aparece el pequeño Nicolás y la gente no hiciera bromas.

R.- Lo que ocurre es que ahí hay un campo que muchos no han utilizado y yo sí, pero del mismo modo que aquel monólogo mío con el traje, la corbata, hablando de Mario Conde y de la corrupción, es que nunca se había hablado de la corrupción en un monólogo humorístico. Y yo aparecí ¿Qué ocurre? Que es que a mí hacer de «qué malo, los corruptos que mira que se lo han llevado, la Gürtel, el no sé qué» Yo lo hice desde quien pudiera, me puse por debajo. Aquella frase mía de «yo me llevo hasta la alfombra. Entraba en el despacho, me encontraban enrollando la alfombra, me lo llevaba todo». Todo aquello fue muy sorprendente por la manera de contarlo. 

P.- Lo innegociable es el humor.

R.- Es que no hay otra cosa, si el chiste hace risa, es bueno. ¿Cuáles son los límites del humor? Que haga risa. Si yo salgo y cuento un chiste y de los 700 que vienen cada sábado a verme, no se ríe ninguno, ese chiste la semana que viene no está. Y a mí me cae un sudor frío por la espalda que te mueres.

«Sería muy mal profesional si hiciera con Sonsoles Ónega el mismo chiste que hago un sábado por la noche en el teatro»

P.- Luego hay muchos popes de la derecha que piden cómicos de derechas y buscan forzar la máquina. Pero lo necesario, como usted dice, no es que haya de derechas o de izquierdas, es que sean graciosos. 

R.- Es que no hay más. Y no hay una etiqueta de cómico de derechas y de izquierdas, que no la hay. A ver, mencionabas antes a Santi Abascal y fíjate que vengo a la entrevista y no quiero hacer comentarios ad hominem, pero es que es muy fácil hacerle bromas a Vox porque son un exabrupto constante. Es muy fácil hacerle bromas a Mariano Rajoy porque era un personaje que daba pie a ello. Y sin embargo, tú te fijas en la cantidad de pocas bromas que se le hacían a Albert Rivera, se le hacían pocas ¿Por qué? Porque no tenía interés ni para eso.

Se le hacían comentarios feos, que eso no eran bromas, eran ataques. Acordémonos de Monedero y compañía, hablando de droga, eso no eran bromas, eran comentarios repugnantes. Pero bromas se le hacían pocas porque su perfil no lo daba. En cambio, a Casado se le hacían muchas, y a García Egea, hombre, sale un señor que es campeón de España de lanzamiento de aceituna. La realidad es que yo hago bromas de lo que me da la gana, esta es la primera premisa, y la segunda es que a veces no hay de donde sacar.

P.- Ya que hablamos con un cómico gallego, entre Rajoy, Feijóo o Yolanda Díaz, es que Mariano tenía una predisposición para el humor. 

R.- Era muy gracioso. Recuerdo cuando estuve en una sesión de control al gobierno invitado por Alberto Garzón, de Izquierda Unida, cuando éramos amigos. Y me lo pasé bomba porque Rajoy era muy listo y era muy gallego en las réplicas. Entonces lo que creo es que muchas de las cosas de Rajoy no las entendéis los del resto de España, lo digo totalmente en serio.

P.- ¿Cree que no le pillábamos?

R.- Muchas veces no le pillaban, es muy gracioso ese señor. O sea, es que aparte salía y repartía mandobles, era muy gracioso. 

El comico gallego posa en la sede de THE OBJECTIVE – Víctor Ubiña

P.- Feijóo es otro tipo de gallego.

R.- Feijóo es de una aldea de Os Peares y es un gallego más para dentro. Y entonces Feijóo es más discreto, no tiene esa ironía que tenía Rajoy. Pero Feijóo, por el contrario, transmite rigor y seriedad. 

P.- Y Díaz, que es de Ferrol. ¿Qué tipo de humor hay o qué vis cómica ves a ella?

R.- No le veo mucha vis cómica, es muy intensa. Tendría que estar más suelta, a veces le falta la ironía, se lo ha creído mucho. Entonces le falta a veces esa retranca, no sé si es porque es una mujer que va muy de frente, es que no la conozco. Es que volvemos a Rajoy, que es el paradigma del gallego con retranca. Si es que a Rajoy le daba igual todo y se fumaba un puro y leía el Marca. He conocido a muchos Rajoy en Galicia, tengo familiares mayores son muy Rajoy, y es una manera muy bonita de afrontar la vida. Yo ejerzo de gallego y esa filosofía gallega de lo que tenga que pasar, pasará, y si pasa, pasó, a mí me ha venido muy bien en mi carrera.

«Me sorprende la enorme capacidad de influencia que tengo»

P.- ¿Hay un humor gallego?

R.- Sí, Carlos Blanco, Cándido Pazó, Roberto Vilar, hay grandes exponentes. Es un humor muy irónico, muy fino, se están riendo de ti y no lo sabes. No te das cuenta de que te están dando por todas partes y no te enteras. Tiene carga de profundidad. Y luego tiene otra cosa que es lo que a mí más me gusta, y en eso el gran maestro es Luis Piedrahita, el relato. El relato te va llevando la cadencia y te va contando y te va envolviendo y de repente entra la broma. Por eso yo hago una comedia muy gallega. 

P.- ¿Por qué nos gusta tanto el humor negro? Miguel Lago es referente del humor más salvaje. Y hasta los que lo niegan, aprecian el humor negro, y lo practican en la intimidad. 

R.- Porque el español, por definición, es un hijo de la gran puta, somos muy cabrones para el humor. En el momento en el que sale una noticia escabrosa están circulando 35 chistes del niño en el pozo, del otro en no sé dónde, siempre están circulando. 

P.- El problema de las redes sociales es que la broma salvaje que antes hacíamos con un colega hay gente que se le va la olla y la pone en redes y no saben que es un espacio abierto.

R.- Yo no estoy en Twitter desde hace años. Pero entendí pronto, a base de hostias, que es como se aprende a veces, que un tweet es una declaración. Pero si hemos tenido discusiones con nuestros amigos y familiares por WhatsApp, por eso se inventaron los emojis. Me pones el guiño para que no se tome el mensaje mal, no vaya a pensar nada. Y es en el momento en que se rompe la comunicación. Y luego hay una cosa fundamental y es que yo le escribo a mis seguidores.

Pero claro, el problema está en que a un seguidor mío le hace gracia lo que yo digo y lo retuitea, entonces se lo cuenta a los suyos, pero es que los suyos necesariamente no son los míos. Es más, puede que ni les guste ni les caiga bien, y ya está, ya se montó el quilombo. Por eso prefiero Instagram, que a día de hoy es un remanso de paz.  Aun así, abogo porque en las redes sociales eso siempre lo diré, el DNI. Así, si te atreves a decir una barbaridad o cometer un delito de injurias, de calumnias contra mí, pues no sé quién eres y te voy a denunciar y voy a poder hacerlo. A mí ya me ha pasado, yo ya lo di por imposible, porque iba a denunciar y el propio Guardia Civil me decía que no se podía hacer mucho.

P.- Para ir cerrando, ¿Elton John o Luis Miguel?

R.- Elton John. Es que es otra cosa, lo llevo tatuado aquí, el Rocket de Elton John, el oficial, y versos de las canciones que más me llegan. La diferencia hay muchas, pero para mí, entre Elton John y Luis Miguel es que de Elton John admiró al artista, su obra, al músico, al cantante, a la persona, su legado, su ejemplo. Yo quiero a Elton John mucho más que a gente de mi familia, pero muchísimo más. Luis Miguel, admiro al intérprete, al artista. 

No es que sea mala persona, que será encantador, y estoy deseando darle un abrazo. Pero no tiene una fundación contra el SIDA que ha recaudado mil millones de dólares y que está, según sus últimas declaraciones, a cinco años de desarrollar una vacuna. Quiero decir, es que es una pasada, es que John Elton le ha salvado la vida a través de su fundación a millones de personas en África.

P.- Para cerrar El purgatorio tenemos pregunta que hemos incorporado esta nueva temporada. La única novedad que hemos incorporado porque no nos da para más. No tenemos el presupuesto de Sonsoles ni el de Pablo Motos.

R.- El de Motos nadie, porque eso es de locos «Vamos a cerrar el espacio aéreo de Madrid, y van y lo cierran», es una pasada.

P.- ¿Echa de menos trabajar con alguno de los que ha trabajado en televisión? 

R.- Personalmente, la verdad, he tenido mucha fortuna porque claro, mi debut televisivo es de la mano de Risto Mejide, donde me senté allí sin saber leer un CUE, porque parece que llevo toda la vida, porque llevo desde el 8 de enero del 2019, saliendo en la tele todos los días. Pero la verdad es que mi carrera televisiva empieza el 8 de enero del 2019. Y con Risto aprendí mucho, de Pablo Motos, aprendí del sentido del espectáculo. Y sí, claro, echo de menos estar en El Hormiguero porque me lo he pasado muy bien.

Pero llegó un momento en el que coincidía el día que elegir El hormiguero o Tu cara me suena y escogí Tu cara me suena, porque era un sueño de mi vida hacer ese programa. Y ahora con Sonsoles, cada tarde he aprendido que de verdad la televisión acompaña. Mira qué cosa más cursi, pero qué bonita. Porque yo hacía Todo es Mentira y me daba igual lo que produjese, porque generalmente lo que producía eran movidas. Entonces era otra cosa distinta. Y aquí es distinto, nunca he recibido tanto amor como trabajando con Sonsoles. 

P.- A lo que iba antes, para cerrar cada entrevista de El purgatorio, por motivos obvios, si tuviera que poner un epitafio en su tumba, ¿Cuál sería?

R.- Vivió como quiso, riendo.

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