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Cultura

El periodista que abre diarios con el pasado: «La arqueología es una historia de expolios»

Vicente G. Olaya publica un libro repleto de ilustraciones para ayudar a comprender una ciencia «maltratada»

El primer contacto con la arqueología estuvo a punto de costarle un disgusto. Vicente G. Olaya (Madrid, 63 años) se presentó en el Museo de Ciencias Naturales una calurosa mañana de 1991 acompañado de una bolsa de plástico. Cuando la abrió, el subdirector de la galería se echó las manos a la cabeza. Luego le amenazó con llamar a la Guardia Civil si no le decía dónde había encontrado ese trozo de mandíbula de Amphicyon, una especie mitad oso mitad lobo extinguida hace millones de años. Esa iniciativa supuso el hallazgo del Cerro de los Batallones, uno de los yacimientos del Mioceno más importantes del mundo. Aquel joven periodista ha publicado su segundo libro sobre arqueología, Pequeña historia de los grandes descubrimientos arqueológicos (Espasa). Un viaje en el tiempo repleto de ilustraciones que lleva semanas liderando las ventas.

Olaya recibió el soplo de un empleado de una empresa minera que extraía sepiolita en Torrejón de Velasco (Madrid). Preocupado por lo que estaba pasando, el directivo contactó con el periodista para evitar que se destruyera el yacimiento. Las excavaciones habían tocado en hueso. Literal. El mineral congeló gigantescos fémures, descomunales quijadas y voluminosos cráneos que las taladradoras descubrieron millones de años después. A finales de 2017, el número de especies vertebradas halladas eran 62, de las que 42 eran mamíferos. Gracias a su descubrimiento, los científicos han podido reconstruir a los bisabuelos de los seres que hoy pueblan la Tierra.

El amor de Olaya por la arqueología nació en su infancia. Curioso por lo que le rodea y lo que le precede, el periodista dudó si estudiar Historia o Periodismo. Se decantó por la segunda: «Es más difícil porque en la arqueología nadie se queja; están todos muertos». Trabaja desde hace más de tres décadas en El País y ha recibido diversos premios por su labor profesional. Hace un lustro se especializó en patrimonio histórico. Una información por la que nadie apostaba. Sin embargo, sus historias se convirtieron en las más leídas del periódico y comenzaron a hacerse habituales en la portada.

El boom de la arqueología

«La arqueología nos ayuda a comprender de dónde venimos. Es una manera muy interesante de aprender historia y de ver objetos que ya han desaparecido. Nos enseña cómo ha ido evolucionando el ser humano», sostiene Olaya. Su último libro, Pequeña historia de los grandes descubrimientos arqueológicos (Espasa), consta de 19 capítulos. Todos acompañados de las ilustraciones de Quino Marín, que ha sido capaz de reconstruir con todo lujo de detalle los grandes yacimientos «con una exactitud milimétrica». Sus páginas están repletas de personajes reales, pero hay dos ficticios que buscan atraer la atención del lector: Sherlock Holmes e Indiana Jones.

La aventura comienza hace 30.000 años en las cuevas del Altamira y atraviesa diferentes épocas y lugares. Desde el antiguo Egipto hasta los asentamientos vikingos en América del Norte, pasando por China o la isla de Pascua. «La editorial dice con cierta gracia que el libro está dirigido al público de entre cero a 99 años», destaca Olaya con una sonrisa. Sus páginas incluyen las pinturas prehistóricas de Altamira; el misterioso Stonehenge; Pompeya (la urbe romana que destruyó la erupción del Vesubio en el año 79); o Machu Picchu, la ciudad perdida de los Incas.

«Están los hitos más importantes, pero me he dejado muchos fuera», reconoce. Olaya afirma que su capítulo favorito es el de la piedra Rosetta: «Es la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. Detrás de ese descubrimiento hay una historia de guerra que une a Napoleón y a Nelson». El periodista subraya que ambos se llevaron piezas que no le correspondían, por eso si el British Museum las devolviera «no habría pintura suficiente para pintar sus paredes vacías». En su opinión, «la arqueología es una historia de expolios». Sin embargo, cree que esto también tiene su parte positiva, ya que ha conseguido salvar muchas piezas.

Uno de los episodios del libro narra la historia de los Guerreros de Xi´an, unas estatuas de terracota que representan el ejército del primer emperador de China de la dinastía Qin. Las figuras, descubiertas hace medio siglo por agricultores, forman parte de su tumba. Olaya asegura que se trata de uno de los yacimientos más impresionantes que existen, aunque aún falta por determinar el lugar donde fue enterrado el soberano.

Vicente G. Olaya durante la entrevista. | Carmen Suárez

Falta de financiación

«Se encuentra bajo una montaña. El Gobierno chino no lo abre porque en el momento que contacte con el oxígeno es probable que se caiga la laca de las figuras, como pasó con los Guerreros de Xi´an. Otro problema es la salud de los arqueólogos. Hay dos ríos de mercurio que expulsarían unos gases muy peligrosos para los seres humanos. Es el gran descubrimiento por hacer en los próximos 20-30 años», avanza Olaya.

El autor de Pequeña historia de los grandes descubrimientos arqueológicos sostiene que la arqueología es un campo con futuro. De hecho, cifra en más de 10.000 los yacimientos sin investigar solo en España: «Se mantienen ocultos, tapados, para evitar expolios». Olaya explica que esa parálisis viene motivada por la falta de financiación. En nuestro país, la mayoría de los proyectos cuentan con un presupuesto inferior a los 18.000 euros. «Con ese dinero no se puede hacer prácticamente nada, hay que hacer un esfuerzo para aumentarlo».

Olaya indica que la arqueología está transferida a las comunidades autónomas y que cada región hace la guerra por su cuenta: «Es el ejército de Pancho Villa». Pide a los políticos «un esfuerzo» para abordar proyectos de una ciencia que considera «maltratada» y cambiar la legislación: «Hay que hacer una modificación fundamental de los detectores de metales, porque se arrasan yacimientos buscando objetos cuando lo importante es el contexto. Los detectores de metales deben incorporar GPS para advertir a las autoridades y evitar el expolio».

«Cuando empecé a hacer arqueología, apenas se escribía sobre ella en los periódicos, pero se convirtió en un boom», se sincera Olaya, el periodista que consiguió abrir diarios con el pasado. Un mérito incuestionable en un mundo que premia la inmediatez y la última hora. Es consciente de que el interés por esta ciencia se ha multiplicado, aunque huye del mérito que tiene en esa empresa. Y no solo eso: también ha ayudado a democratizarla gracias a sus libros.

El primero fue La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis, donde solo abordó yacimientos localizados en España. Los visitó todos, algo que no ha podido repetir con su segunda obra, para la que se ha tenido que documentar. El periodista proyecta ya su tercer libro, aunque descarta desvelar su contenido. Eso sí, pide darle más importancia al papel de la mujer en la arqueología: «Está un poco tapada en la museología nacional».

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