Quinn, futbolista de la selección femenina de Canadá, se convirtió este viernes en la primera persona abiertamente transgénero y no binaria en ganar una medalla olímpica, en otro momento histórico que dejará Tokio 2020, tras la final ganada por su equipo ante Suecia (3-2 por penales tras 1-1 en el juego), en Yokohama.
Lo más importante: Quinn, quien tiene un solo nombre, arrancó de titular hasta su relevo al término del primer tiempo. Centrocampista de 25 años, Quinn tiene una larga trayectoria con la selección canadiense femenina, en la que debutó en 2014 y con la que ganó la presea de bronce en Rio 2016, aunque se declaró transgénero el año pasado. «Quería ser auténtica en todas las esferas de mi vida, y una de ellas es el espacio público», dijo Quinn aquel momento. «Así que esa fue una de las razones detrás de esto, porque estaba cansada de ser maltratada y todo eso», añadió.
Su participación como persona transgénero en los Juegos de Tokio 2020 se ha dado al mismo tiempo que el de la levantadora de pesas transgénero de Nueva Zelanda Laurel Hubbard.
Hubbard, a quien el Comité Olímpico Internacional (COI) reconoce como tal, desató polémica y debate. ¿Por qué? Los críticos argumentaron que la neozelandesa tenía ventajas físicas encerradas en su cuerpo desde sus años de desarrollo como hombre, por lo que era injusto para ella competir en el cuadro femenino del torneo contra levantadoras nacidos como mujeres. Sin embargo, el debut de Hubbard en los Juegos finalmente no hizo ruido deportivo porque no pudo completar el levantamiento y quedó fuera de la pelea por los metales. Hubbard, de 43 años, quien tenía el doble de edad que algunas de sus rivales y no había competido internacionalmente desde antes de la pandemia del coronavirus, admitió más tarde que estaba «abrumada» por estar en el centro de la atención.
No es el caso de Quinn, quien se mueve como defensa centrocampista y se alinea a nivel de club junto a las principales estrellas femeninas, como la estadounidense Megan Rapinoe. Quinn, quien juega en el OL Reign de Seattle de la Liga nacional femenina estadounidense, tampoco ha enfrentado preguntas sobre su presencia en la selección femenina canadiense.
«Quiero que se cuente mi historia porque cuando tenemos mucha visibilidad trans, ahí es donde comenzamos a hacer un movimiento y comenzamos a hacer avances en la sociedad», ha apuntado Quinn al sitio web de su club. «Estoy recibiendo mensajes de jóvenes que dicen que nunca antes habían visto a una persona transgénero en los deportes», ha dicho Quinn a la cadena pública CBC después de que Canadá sorprendiera ganara por 1-0 a las favoritas, Estados Unidos, que finalmente ganaron la medalla de bronce.
«El deporte es la parte más emocionante de mi vida. Si puedo permitir que los niños practiquen los deportes que aman, esa es mi lucha y para eso estoy aquí», ha confesado.
Después de llegar a Tokio, Quinn ha reflexionado sobre lo que significaba aparecer en el escenario más importante del deporte como deportista abiertamente transgénero. «No sé cómo sentirme. Me siento orgullosa de ver a ‘Quinn’ en la planilla de alineación y en mi acreditación. Pero me entristece saber que hubo atletas olímpicos antes que yo incapaces de vivir su verdad por el mundo», ha publicado Quinn en redes sociales.
Aunque la lucha continúa. «Hay niñas transgénero a las que se les prohíbe practicar deportes, mujeres transgénero que se enfrentan a la discriminación y prejuicios mientras intentan perseguir sus sueños olímpicos», ha reflexionado. «La lucha no ha acabado. Voy a celebrar cuando todos estén aquí», ha concluido Quinn.
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