¿Por qué vuela el Real Madrid? El factor diferencial se llama Antonio Pintus

El pasado verano se criticó duramente la política de incorporaciones en el Real Madrid. Desde los medios (e incluso) entre un amplio sector de los aficionados merengues se consideraba que los fichajes de David Alaba y Eduardo Camavinga «se quedaban cortos». En Concha Espina esbozaban una media sonrisa escuchando a unos y otros. Nadie estaba reparando en un regreso fundamental: el de Antonio Pintus. El artífice en la sombra de la preparación física del legendario Madrid de las tres Champions consecutivas.

Su retorno no tuvo nada de casual. En el club estaban «preocupados por la plaga de lesiones musculares que asoló a la plantilla la temporada pasada». La manera en la que se cayó el equipo en la segunda vuelta de la competición con ZZ en el banquillo y Gregory Dupont al mando de la puesta a punto adquirió tintes alarmantes que «no se podían volver a repetir».

Cabe recordar que Pintus acabó con sus huesos fuera del Madrid por lo que Zinedine Zidane consideró como una «traición». Cuando el francés decidió poner tierra de por medio en su primera etapa como entrenador de la casa blanca Pintus apostó por respetar su contrato y cumplir lo que le quedaba. A Zidane, semejante deslealtad le sentó a cuerno quemado y cuando regresó casi de inmediato al banquillo de la Castellana, prescindió de los servicios de su antiguo preparador sustituyéndolo por Dupont.

No soy nadie para meterme en lo que Zizou sintió para sus adentros, pero sí para sentenciar que perdió a su principal baluarte para conseguir que sus chicos volaran sobre el césped. Y es que Pintus no sólo (como si fuera poco) esculpió los torsos y piernas de aquellas tres Copas de Europa. También es el culpable del Mónaco finalista de la Champions en 2004 o del Inter campeón de la Serie A tras 10 campañas de sequía, entre otros. Un valor seguro si deseas que tus futbolistas lleguen como motos al tramo final de temporada.

El ‘método Pintus’

Quienes están cerca hoy de Antonio Pintus lo definen como «metódico y exigente». Algunos en Italia lo llegaron a calificar de sargento, pero me consta que el vestuario blanco no lo asemeja en absoluto a esa percepción militarizada que nos quieren vender. Puede que esa aura marcial que le acompaña se deba a su primera etapa en el país transalpino y a su rudo aspecto. Lo que es incontestable son los resultados que su particular método confiere a las plantillas que alecciona.

Pretemporadas «duras» y casi «al límite». Uso de nuevas tecnologías con un producto estrella: la máscara de hipoxia. Un aparatoso instrumento que simula el trabajo en altura y que por tanto regula la entrada y salida del aire en el organismo del deportista. A esto hay que sumarle su alta capacidad para la prevención de lesiones y sus famosas mini pretemporadas aprovechando los parones de selecciones. Un combo preparatorio medido al milímetro que ya dio sus resultados en el pasado y que, de nuevo, está dando sus frutos en el presente.

Desde el club se remiten a las evidencias. A estas alturas de la anterior temporada, el Madrid (monitorizado por Dupont) era un mar de bajas y de tocados. Los blancos acudieron en cuadro a Stanford Bridge y les costó la eliminatoria. Y para la Liga no alcanzó. Desde Valdebebas saben de sobra que «las comparativas son tan odiosas como necesarias en esto del fútbol» y se fijan, como muestra, en el último mes de competición. Los datos son «incontestables»: el conjunto rinde «más y mejor en las segundas partes e incluso en las prórrogas». El Chelsea y el PSG pueden dar buena cuenta de ello en Champions y el Sevilla, Mallorca o Real Sociedad certificar lo mismo en la competición local.

El Real Madrid vuela en el tramo más importante de la temporada y, sí, la culpa la tienen también Ancelotti desde el banquillo y Benzema con sus goles o Courtois con sus paradas, pero hay un factor diferencial que los pone a todos en marcha y que vive detrás de los focos : Antonio Pintus.