La Fórmula 1 se revuelve contra el castigo inmerecido a Fernando Alonso
El mundo de la velocidad no acaba de entender la dirección de carrera errática en Estados Unidos que impidió al piloto asturiano consumar una remontada heroica
La dirección de carrera de la Fórmula 1 está de nuevo bajo fuego amigo, y de forma merecida. Su última víctima ha sido Fernando Alonso, que tras protagonizar una de sus mejores carreras de la temporada, fue desposeído de la friolera de ocho puestos en la tabla final en el Gran Premio de Estados Unidos. Tal revuelo ha provocado la discutible decisión —y ya son varias— que su escudería ha reclamado una revisión del castigo aduciendo diversos defectos de forma.
Los hechos
Corría la vuelta 23 del Gran Premio de Estados Unidos el pasado fin de semana cuando en una discutible maniobra de Lance Stroll, Alonso que traba de adelantarle arremetió contra el tren trasero del Aston Martin del canadiense. A resultas de la colisión, el Alpine número catorce salió volando y se estrelló contra las protecciones en una aparatosa colisión de la que nadie se explica cómo ese monoplaza pudo seguir en marcha. El de Oviedo lo llevó hasta boxes, fue sometido a una verificación de urgencia, y fue remitido a pista para terminar la carrera tras un cambio de neumáticos.
Contra todo pronóstico, el bólido azul pudo continuar la prueba en aparente buen estado y mostrando unas prestaciones que no aparentaban un déficit visible en sus prestaciones. Fernando llevó su coche hasta la séptima plaza final, pero fue horas más tarde, de madrugada en España, cuando el aldabonazo cayó como un cañonazo en mitad de la siesta. Había sido sancionado con 30 segundos de castigo, lo que le remitía a la posición decimoquinta, fuera de la zona de puntos.
El razonamiento expuesto por dirección de carrera es que a resultas del lance con Stroll, el Alpine había perdido uno de sus retrovisores. El reglamento dice que los dos apéndices han de mantenerse utilizables durante toda la prueba, y siendo una aplicación correcta, los comisarios fallaron aquí por partida doble. Tras volver a pista el Alpine mostraba, y bien que se vio por televisión, la debilidad del soporte de su retrovisor derecho, que acabó cayendo… pero nadie abrió la boca.
Siguiendo las reglas
La norma indica que cuando ocurra algo así se ha de mostrar una bandera negra y naranja. Acto seguido el coche ha de pasar por boxes, y repararlo en lo posible o incluso retirarlo si fuera una avería de gravedad capaz de lanzar piezas sueltas contra otros participantes o el público. Nada de esto ocurrió. Por otro lado, y al acabar la prueba, los comisarios técnicos dieron su visto bueno tras la preceptiva revisión en el parque cerrado. Ninguno indicó que aquello estuviera mal, y, por lo tanto, Alonso recibió los seis puntos correspondientes a su séptima plaza final.
Todo se enrareció cuando el equipo Haas, y en su derecho están, reclamaron por esta circunstancia. El equipo que corre bajo bandera estadounidense está a doce puntos de Aston Martin, y si lograse darles alcance, el cálculo aproximado a su beneficio rondaría entre los doce y dieciocho millones de euros. Es lógico que peleen por estas cosas si además las reglas están de su parte. El problema es que estas circunstancias, menores y sin apenas afección al resultado final, se han dado antes en multitud de ocasiones sin consecuencia alguna.
Con toda seguridad, Alonso no hubiera llegado séptimo de haber seguido el procedimiento estándar; con la bandera caída, dirección de carrera asumió que el castigo de pasar por boxes y asumir una reparación de urgencia hubiera ‘costado’ los 30 segundos recetados al asturiano. De haber sido así, su estrategia hubiera sido otra y en consecuencia, distinto el resultado. Durante la videoconferencia convocada entre todas las partes para este jueves 27 con la idea de rejuzgar la situación, Alpine hará hincapié en lo deshilachado de la actuación de los comisarios, muy discutida en diversos ámbitos, incluidos los comisarios deportivos locales. Todos los equipos, todos, llevan meses pidiendo más consistencia en este tipo de decisiones.
Dirección de carrera
El problema de base es otro; el ‘incidente del retrovisor’ es solo el síntoma. El año pasado y tras una serie de decisiones desatinadas, el director de carrera previo —Michael Masi— fue despedido. La solución aportada por FIA fue chocante: que hubiera dos directores que se alternasen. Pero cuando han llegado situaciones controvertidas, como la vivida en el Gran Premio de Japón, con una grúa en mitad de la pista y coches corriendo por ella, uno de ellos fue apartado hasta al menos final de temporada. El portugués Eduardo Freitas, procedente de la resistencia, era acreedor hasta ese momento de una credibilidad y una trayectoria intachables. Tras esa carrera ha caído en desgracia y toda responsabilidad ha quedado en manos del germano Niels Wittich, procedente del prestigioso certamen de turismos alemanes (DTM).
Pero tras el incidente de Alonso su papel puede quedar discutido. El balón pasa a la FIA, que en caso de ser tan apartado como Freitas, podría tener que echar mano de un cuarto director de carrera en poco más de tres años, quinto si sumamos al difunto Charlie Whiting al que sucedió el australiano Masi. A todo este jaleo, decisiones discutibles, directores destituidos, u otros acollejados por los propios integrantes de su equipo en Austin, hay que añadir el juicio a Red Bull. Ha quedado probado que los de azul se propasaron con el límite presupuestario y recibirán su castigo, y es un embolado legal cuyo dictamen fue retrasado ante el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, propietario de la marca energética.
Todo indica que los austriacos recibirán una fuerte sanción económica y verán limitadas sus horas de túnel de viento en el proyecto del año próximo. Tanto esto último, como una decisión final sobre el incidente de Alonso, es posible que se sepa antes del Gran Premio de México a disputarse este fin de semana en la capital azteca. Hasta entonces, Mohamed Ben Sulayem, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, ya tiene cosas en que pensar. Una de ellas que las erráticas decisiones de su personal no dinamiten en los despachos las machadas de los que se la juegan cada domingo. Alonso tuerce el gesto y prepara su cuenta de Instagram para soltarles a sus cuatro millones y medio de seguidores lo que le salga del alma. En su derecho está, que en las regulaciones de FIA no dice nada al respecto.