Gil Marín llora y el Atleti mama
¿El Atlético de Madrid no adultera la competición con los comunicados de su máximo dirigente?
Nunca unas quejas arbitrales obtuvieron un rédito tan inmediato. Desde que se filtraran a los medios (Marca) las palabras de Miguel Ángel Gil Marín tras el derbi madrileño en las que acusaba al Real Madrid de «adulterar la competición» mediante videos arbitrales en la televisión del club «realizados por forofos que saben que si no dicen este tipo de cosas perderían rápidamente su trabajo», los colchoneros se han visto beneficiados en todas y cada una de las acciones polémicas en las que han estado involucrados en los partidos posteriores.
Ni que decir tiene que las duras afirmaciones, no desmentidas, por el consejero delegado del Atlético de Madrid, sentaron a cuerno quemado en la casa blanca y enturbian aún más (si cabe) las maltrechas relaciones entre las directivas de los dos clubes más grandes de la capital de España. Un vínculo ya de por sí tocado tras la espantada del Atlético de Madrid de la Superliga para situarse del lado de Alexander Ceferin y la UEFA.
Acercamiento que, por cierto, acabó con la investidura de Gil Marín en el comité ejecutivo de la ECA (Asociación de Clubes Europeos) como mano derecha de su presidente Nasser Al-Khelaifi.
Sorpresa y desconcierto en el Madrid
Cuando trasciende el off the record realizado por Gil Marín desde México, en el Real Madrid reina la sorpresa y el desconcierto. La sorpresa, porque los blancos se sienten ampliamente perjudicados por tres acciones en el derbi que caen del lado del Atleti: la falta a Bellingham previa al gol de Morata, la no expulsión de Giménez y el fuera de juego posicional que le pitan a Rüdiger.
Y el desconcierto porque en Concha Espina tienen fresco como hace menos de un año, en el mes de enero, Gil Marín sacó un durísimo comunicado contra el colectivo arbitral tras sentirse agraviado por los colegiados en el Real Madrid-Atlético de Madrid de la Copa del Rey. En aquel extenso llanto, el mandatario atlético ponía en duda «décadas» de arbitrajes contra el Real Madrid.
Cuesta descifrar por tanto la actitud de Miguel Ángel Gil Marín. ¿El Atlético de Madrid no adultera la competición con los comunicados de su máximo dirigente? ¿Por qué no saca escritos a título personal sobre el #BarçaGate y el caso Negreira, en el que son parte ampliamente perjudicada? ¿Se pronunciará algún día ante los ataques a Vinicius del grupo ultra que sigue anclado tras la portería del Metropolitano? Se aceptan bíblicas notificaciones respondiendo a estas cuestiones que todo futbolero de bien se plantea.
Llorar y mamar
En lo que llegan las explicaciones, podemos distraernos con lo acontecido tras la famosa filtración de Gil Marín. Partido inmediatamente posterior al derbi en Pamplona. Osasuna empata de cabeza en un córner por mediación de David García. El trencilla Martínez Munuera no da validez al gol al considerar que Aimar Oroz ha dado un manotazo a Witsel. Revisando la acción repetida se aprecia como el defensor atlético Giménez es quien empuja a Oroz y fruto de esa inercia el pamplonica choca con Witsel. Munuera, curiosamente, no lo aprecia así y anula el gol rojillo. Jagoba Arrasate, técnico osasunista, es expulsado con tarjeta roja por quejarse. El Atlético de Madrid gana el partido.
En la siguiente jornada el Cádiz visita el Civitas Metropolitano. Los del Cholo se llevan la victoria con un doblete protagonizado por Ángel Correa. El futbolista argentino, que teóricamente sufría un esguince de rodilla por una entrada de Bellingham en el derbi se recupera milagrosamente y guía a su equipo hasta la remontada. En el Madrid se quedan estupefactos. ¿El motivo? Las redes sociales colchoneras habían publicado un tuit señalando a Bellingham y colocándolo en el centro de la diana como el causante de la lesión de Correa esa misma semana.
También en Champions
Esto no acaba aquí. Llega la Champions frente al Feyenoord y al Atleti se le conceden dos goles de Morata con compañeros en fuera de juego posicional (Saúl y Griezmann). El mismo fuera de juego posicional que si le pitó a Rüdiger Alberola Rojas en el derbi y que supuso la anulación del gol del empate de Camavinga. Un criterio al gusto dependiendo de la competición.
Para concluir con esta gran «racha arbitral» de los de Gil Marín nos falta por analizar lo de este domingo ante la Real Sociedad. Una mano de Morata después de un remate de cabeza de Brais que va en dirección a la portería es solventado con un «sigan» por parte de Munuera Montero. Situación radicalmente opuesta la del minuto 89 cuando Carlos Fernández de espaldas y tratando de incorporarse al juego observa como le pitan mano por hacer «un penalti como una catedral» según desvelaron los compañeros de Movistar al leer los labios a Munuera Montero mientras se explicaba a pie de campo. Griezmann convierte la pena máxima y los de Simeone logran los tres puntos.
Tras el encuentro, Mikel Oyarzabal, capitán de la Real Sociedad, declaró que «los comunicados deportivos de los clubes someten a los árbitros a presión» en clara referencia a las efectivas declaraciones de un Gil Marín que ha descubierto con satisfacción que si llora, comunicado o filtración mediante, su Atlético de Madrid mama.