La Liga F se topa con la realidad de las cuotas: el arbitraje sigue dejando bastante que desear
Una norma hace que los equipos arbitrales de las competiciones femeninas estén compuestos íntegramente por mujeres
Este fin de semana se juega la quinta jornada de la temporada 2023/2024 de la Liga F. En poco más de un mes, la polémica arbitral estás más que servida. A la ausencia del VAR en la primera competición liguera femenina del fútbol español se le suma una realidad incontestable: las árbitras no están a la altura. O, por lo menos, la gran mayoría. A pesar de cobrar más que muchas jugadoras de la liga, las colegiadas protagonizan acciones controvertidas jornada tras jornada. Algunos errores arbitrales decantan la balanza en los encuentros, y el enfado empieza a ser notable entre muchas de las futbolistas.
Denuncias de las futbolistas de la Liga F
Dos de las jugadoras de fútbol más destacadas de esta Liga F que han puesto a las árbitras en el centro de la diana son Virginia Torrecilla, del Villarreal, y Lola Gallardo, del Atlético de Madrid.
La primera, tras una derrota de su equipo contra el Real Madrid por la mínima y en el minuto 90 de partido. El gol de Signe Bruun ante el Villarreal (1-0) estuvo precedido por una acción polémica. La colegiada Ainara Andrea Acevedo Dudley no pitó falta de la madridista Teresa Abelleira sobre la grogueta Kayla Mckenna, algo que ha colocado a la árbitra perteneciente al Comité de Árbitros de Cataluña en el punto de mira. Si hubiera pitado esa falta, quién sabe si el encuentro habría acabado como estuvo casi todo el tiempo de juego: en empate.
«Es una vergüenza que pase esto estando ella al lado, y sobre todo acabando la acción en gol. Quizá a otros equipos no les importe tanto, pero para nosotras salir puntuando en un campo tan difícil es fundamental», denunció la futbolista en X.
En el caso de la capitana y portera del Atlético, Lola Gallardo, esta hacía referencia a un falso fuera de juego que derivó en la anulación de un gol de su equipo. Concretamente, una acción en la que Ana-Maria Crnogorčević centraba el balón para que Rasheedat Ajibade enviara el balón al fondo de la red.
En esta ocasión, la acción no tuvo mayor repercusión porque no cambió el resultado final del partido: victoria del Atlético de Madrid contra el Sevilla. Eso sí, las hispalenses igualaron el partido, aunque finalmente las colchoneras pudieron remontar el marcador y llevarse la victoria. La denuncia de Gallardo se centraba, más que en la árbitra, en la ausencia de tecnología en la competición. «Nos jugamos mucho cada fin de semana, necesitamos VAR. No nos olvidemos de que somos una liga profesional», denunciaba.
Dos causas del pésimo arbitraje
Estos dos ejemplos son solo dos acciones más que escenifican el pésimo arbitraje de la máxima categoría del fútbol femenino español. En casi todas las jornadas hay polémicas arbitrales, algunas con mayor incidencia que otras. ¿Cuáles son las causas de este despropósito arbitral?
Para los expertos en la materia hay, a grandes rasgos, dos motivos tras ello. Por un lado, como hemos comentado, la ausencia de VAR. Es difícil que se implemente esta tecnología pronto, ya que logística y económicamente es, de momento, inviable para la mayoría de los clubes de la Liga F. Ni siquiera la mayor parte de las instalaciones actuales permitiría su puesta en marcha. Por lo tanto, este es un problema al que, de momento, no se le puede dar solución. Otras grandes competiciones femeninas sí cuentan con VAR. Por ejemplo, las fases finales de la UEFA Women’s Champions League y de la Copa de la Reina. También disponen de VAR los torneos de selecciones nacionales como la Eurocopa o el Mundial.
La otra razón tras el despropósito arbitral tiene que ver con la falta de formación de las árbitras. Un problema de más fácil solución, pero para el que se necesita inversión. De dicha inversión debería encargarse el Comité Técnico de Árbitros (CTA), un organismo dependiente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). La relación entre la RFEF y la Liga F es tan mala, o casi, como la de la federación con la liga masculina. Una falta de entendimiento que quedó de manifiesto, especialmente, en la huelga de las árbitras que mantuvo parada la competición a principios de la pasada temporada.
Una norma para que más mujeres lleguen a la élite
Solo el 7% de las licencias arbitrales en España pertenecen a mujeres. Un claro desequilibrio que, a la larga, provoca que menos mujeres lleguen a la élite arbitral. Hasta hace unos años, la primera categoría femenina –la Liga Iberdrola, competición no profesional que organizaba la RFEF– era arbitrada principalmente por colegiados de Segunda B y Tercera división, con la participación de las mujeres en posiciones menos protagonistas del arbitraje, como las bandas.
Para poner coto a esta situación desigual, en la temporada 2017-2018 se promulgó una norma que dictaminaba que solo las mujeres podrían arbitrar la máxima categoría. La regla buscaba promover la igualdad de oportunidades y fomentar la participación de las mujeres en todos los aspectos del deporte rey.
Esta normativa fue promovida por el Comité Técnico de Árbitros (CTA), entonces bajo la presidencia de Victoriano Sánchez Arminio, y encabezada por Marisa Villa, coordinadora de la sección femenina de dicho organismo. Villa fue la primera mujer colegiada en el fútbol español, y cuenta con una destacada trayectoria como exasistente internacional. El contexto era muy diferente al que tenemos hoy, ya que por aquel entonces aquella no era una competición profesional. La Liga F lo es y muchos reclaman que quien la arbitre esté a su altura. La decepción, eso sí, no aplica a todas las árbitras. Hay algunas, como Marta Huerta de Aza y Guadalupe Porras, que cuentan con actuaciones prestigiosas y premiadas con grandes campeonatos internacionales.
El debate continúa abierto: ¿cómo atajamos el problema arbitral de la Liga F? ¿Cuándo se tomará una decisión, cuando sea demasiado tarde? ¿Es la imposición de cuotas la razón de este despropósito, o solo una de tantas? Hay quien apunta a una solución híbrida: que quien arbitre la competición lo haga por sus méritos, no por su sexo. Aunque se promueva, eso sí, la presencia de mujeres. Lo que está claro es que la primera competición femenina profesional de la historia de España merece algo mejor.
C