Alcaraz pierde en segunda ronda del US OPEN, su peor resultado en un Grand Slam desde 2021
Al de El Palmar le ha pasado factura el apretado calendario que tuvo hasta la final de los Juegos Olímpicos
La carga de partidos que Carlos Alcaraz tuvo hasta los Juegos Olímpicos le ha pasado factura en el US Open. El murciano ha perdido en segunda ronda ante Botic van de Zandschulp en tres sets (6-1, 7-5 y 6-4), igualando así su peor participación histórica en un Grand Slam, que data de 2021.
En concreto, Alcaraz no cosechaba un resultado tan malo en uno de los cuatro torneos grandes del tenis desde Wimbledon de 2021. En aquella temporada, la primera en la que el de El Palmar dio visos de que podía ser un gran tenista, llegó a segunda ronda en Australia, tercera en Roland Garros y, además de esa segunda ronda en la hierba londinense, sumó una gran participación en el US Open alcanzando los cuartos de final.
Terrible noche para Alcaraz
Fue una noche absolutamente desafortunada, terriblemente dolorosa y llena de impotencia para el murciano, que desde el inicio pareció fuera del partido tanto mentalmente como por su juego. En cambio, Van de Zandschulp, sin títulos en su carrera (solo dos finales y ambas perdidas en Múnich) y tras perder sus dos precedentes anteriores contra Alcaraz, se regaló un día inolvidable y la victoria más importante de su vida.
Esta inesperada eliminación de Alcaraz en Flushing Meadows llega después de que en el Masters 1.000 de Cincinnati, su reaparición hace un par de semanas tras los Juegos Olímpicos, perdiera en su estreno ante el francés Gael Monfils, estrellara su raqueta en el suelo (un gesto inaudito en su trayectoria) y asegurara que había sido “el peor partido” de su carrera.
Tenía la lección aprendida, pero aun así Van de Zandschulp sorprendió con un inicio chispeante, mirando de tú a tú al español y combinando con mucho acierto secas derechas, golpes cortados, dejadas y subidas a la red.
El arranque dejó varios puntos espectaculares al público del Arthur Ashe Stadium, pero no le vino nada bien a Alcaraz, que concedió un break en su primer turno al saque y que empezó con deberes y un 3-0 en contra. El de El Palmar buscaba sensaciones, pero Van de Zandschulp se mantenía muy seguro con su saque y, en cambio, a Alcaraz se le empezaban a amontonar los errores no forzados. Al final llegó otra rotura para el neerlandés, que selló un set brillante y prácticamente perfecto en solo 30 minutos (6-1).
El mejor ejemplo de cómo andaban las cosas para Alcaraz es que no logró ni un solo golpe ganador en toda la primera manga. Serio entre puntos y precipitado con sus golpes, Alcaraz buscaba a Juan Carlos Ferrero en busca de respuestas cuando mandó una derecha al pasillo que le entregó otro break a Van de Zandschulp (2-1). «Calmado y positivo, calmado y positivo», le repetía su entrenador y por fin encontró un punto de luz devolviendo la rotura y soltando un «¡vamos!», directo al cielo de la Gran Manzana.
Parecía el momento propicio para la heroica pero no acabó de prender el fuego de la remontada y el partido bajó de pulsaciones sin que el neerlandés diera su brazo al torcer.
Al contrario, fue Alcaraz, apagado y sin rastro de su característico brío, el que volvió a atascarse con varios errores hasta perder su servicio con una doble falta y entregar el segundo set (7-5). Camino del baño entre sets, Alcaraz se señalaba a la frente mirando a sus preparadores: no estaba mentalmente, su cabeza estaba fuera del partido.
En su box, la escena y los rostros eran los de un funeral. En el Arthur Ashe, los fans miraban desconcertados sin entender qué estaba ocurriendo. «No dejamos de luchar ni una», pedía Ferrero, pero la velada parecía lejísimo de la épica.
Se despide Nueva York con lucha
Un nuevo break para el 3-2 dejó el camino franco para Van de Zandschulp, pero Alcaraz replicó con otra rotura y mostró una diminuta sonrisa que hizo creer a sus fans. Como si se hubiera quitado un peso de encima, Alcaraz firmó alguno de sus mejores puntos en ese rato y pidió apoyo a las gradas con la mano en la oreja. Fue un espejismo en una noche para olvidar para el español.
Van de Zandschulp, imponente y magistral de principio a fin, rompió su saque con un juego en blanco camino de una victoria increíble y Alcaraz, fundido mentalmente, bajó los brazos y dijo adiós a Nueva York pidiendo perdón a los fanáticos antes de perderse por los pasillos del estadio.