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Fórmula 1

La parada en boxes de Red Bull que se va a estudiar en las escuelas de negocios

Los mecánicos de la escudería Red Bull se marcaron un reto ante las cámaras: cambiar las ruedas de su coche a ciegas

La parada en boxes de Red Bull que se va a estudiar en las escuelas de negocios

Un momento de cambio de neumáticos a ciegas de Red Bull. | Red Bull Racing.

Parece mentira, pero es cierto. El equipo de Fórmula 1 de Red Bull ha logrado cambiar los cuatro neumáticos de sus monoplazas en 2,84 segundos. Este es más o menos el tiempo medio de las mejoras escuderías durante un Gran Premio. La particularidad en esta ocasión es que lo han hecho a oscuras, sin luz, sin poder ver nada; sus mecánicos trabajaban a ciegas. 

Si a la mayoría de los conductores, cambiar una rueda pinchada de su coche les parece una venganza de su destino, a los mecánicos de la Fórmula 1 les cuesta menos trabajo que cambiarse de camiseta; es más, tardan menos. Una parada en boxes promedia durante una carrera ronda los tres segundos cuatro ya es por encima de la media y cinco, una eternidad. El récord absoluto lo ostentan los chicos de McLaren, que este año lograron marcar un registro de 1,80 segundos en cambiar las cuatro gomas de Lando Norris en la carrera de Qatar. 

En el cuarto oscuro

La escudería Red Bull no solo gana títulos mundiales de velocidad, sino que cada año se lleva la palma en el plano publicitario. Nadie como los austriacos han entendido el valor de lo mediático, la imagen, y las acciones puntuales y llamativas. Hacen más por la F1 en términos promocionales que todo el resto de equipos juntos y una de sus especialidades son los vídeos. Nada más acabar la temporada 2023, y en los prolegómenos de sus celebraciones de fin de temporada, se marcaron un reto ante las cámaras: cambiar las ruedas de su coche a ciegas. No, no se estaban preparando para una carrera nocturna con un apagón de por medio, sino que publicidades aparte, querían ver el límite de su personal. 

En la sede del equipo en Milton-Keynes, dispusieron de un RB14, el modelo de hace cinco años, al que le han aplicado un motor eléctrico para este entrenamiento. Un mecánico pilotaba el coche a oscuras y equipado con un sistema de visión nocturna como los que usa el ejército, para colocar el monoplaza en su lugar… y no atropellar a alguno de sus compañeros. Delante y detrás, y por idénticos motivos de seguridad, los encargados de levantar el coche, también usaban el visor nocturno; nadie quiere ver cómo un coche de casi una tonelada cae sobre un compañero. El resto de los actores de esta oscura escena usaron su obligado casco protector con una tira de cinta americana sobre el visor; nadie podía ver nada. No es que tuvieran las luces apagadas, sino que con el opacado de la pantalla de sus cascos, sería objeto de prestidigitadores o mentalistas poder captar algo. Solo el oído les ayudaría, y tamizado por la amortiguación sonora de sus cascos integrales. Únicamente con la ayuda de cámaras infrarrojas podría ser plasmado todo el montaje. 

El piloto del coche, durante el reto. | Foto: Red Bull Racing

El resultado fue un sorprendente tiempo de 2,84 segundos en completar de forma exitosa la operación. Durante la grabación del vídeo, rodado durante una tarde, ejecutaron diez intentos. Fue el último en el que lograron hacerlo más rápido —sin ver— en más o menos el mismo lapso de tiempo en que lo consigue su más inmediato rival con las luces encendidas. Mercedes ha marcado un tiempo promedio de 2,81 segundos durante la temporada regular. 

Jugada publicitaria, lección global

En una jugada tan publicitaria y efectista como tangible, la veintena de mecánicos que participan en las paradas en boxes ejecutaron su misión a base de repetir mil y una veces una compleja operación que desencadena la llamada ‘memoria muscular’. Es la misma que desarrollan los francotiradores del ejército, o la que reflejó Charles Chaplin en su película Tiempos modernos. En la cinta de 1936, el humorista británico trabajaba en una factoría en la que sujetaba dos llaves con las que hacía girar dos tuercas durante todo su turno de trabajo. No hacía otra cosa, solo eso, una y otra vez. Por las noches, acostado en su cama, las dos manos replicaban, dormido, el mismo movimiento que sus extremidades ejecutaban despierto. Pues en la F1 es algo parecido: las manos de los mecánicos se dirigen solas hacia el lugar exacto. Un par de centímetros fuera de su diana, y una tuerca no se soltará, una rueda nueva no encajará con el buje, o puede que otra quede mal apretada, lo que puede conducir al desastre un par de curvas más allá. 

Los neumáticos de carreras se cambian por una razón sencilla: se corre más en pista, y el tiempo que se tarda en boxes, se ahorra sobre el asfalto, lo que añade otras posibilidades estratégicas. La apuesta es utilizar los compuestos que aporten más agarre posible, y de manera promedia se suelen detener al menos un par de veces, para usar tres juegos por carrera. Las primeras paradas en boxes, en los albores de la categoría, tardaban minutos. Con el tiempo se fue sublimando la técnica, y sobre todo, la forma de atacar la asignatura. La mejora constante de los procedimientos, el sistema de sujeción para hacerlo todo más eficiente, o el uso de pistolas de aire comprimido en lugar de herramienta manual son pequeños hitos. 

Uno de los que más hizo por revolucionar las paradas fue un médico finlandés, ya desaparecido, llamado Aki Hintsa. En Finlandia, cambiar las ruedas pinchadas de un coche es una materia de obligada ejecución; a varios grados bajo cero y con nieve alrededor, es una necesidad vital. El nórdico desarrolló un programa de entrenamiento específico para los mecánicos del equipo McLaren. Se los llevaba a su tierra, donde les montaba actividades específicas, los metía en saunas y acto seguido en piscinas con agua helada y los hacía dormir a horas muy concretas. Hintsa no elevó la calidad de los mecanismos, sino la de la parte humana de la jugada. Desde entonces, los equipos tienden a conceder un trato especial a este subequipo dentro del equipo. Tienen gimnasios específicos reservados para ellos, donde se entrenan sin nadie más a su alrededor; en Ferrari lo tienen dentro de la pista de Fiorano. En McLaren ejecutan cambios de ruedas dos veces a día; a las 11 y a las tres de manera programada. O en este último equipo les llevaron a los ensayos del Ballet Nacional de Londres para que aprendieran sus métodos de coordinación. Hasta se entrenaron con ellos en alguna ocasión. 

Lecciones de empresa

Hay varios ex directivos de equipos de Fórmula 1 que se dedican a dar charlas inspiradoras a empresas, pero sobresale uno: Mark Gallagher. Según el ex directivo de Jordan, Cosworth o Red Bull, las paradas en boxes son el epítome del trabajo en equipo. Sabedor de que una carrera de Fórmula 1 se gana añadiendo muchos ingredientes, la coordinación, la mejora continua en los procedimientos, la evolución técnica de los sistemas periféricos, o el ensayo permanente son reglas aplicables a la empresa moderna. 

Un equipo de F1 no pasa de ser una compañía de alta tecnología y corte aeronáutico que tiene una misión relativamente sencilla: ser más rápidos que el de al lado, y lo de las paradas en boxes es un elemento más. Igual que se evoluciona el coche, se ficha a un mejor piloto, o a un directivo más preparado, las paradas en boxes son el ejemplo perfecto del desarrollo interno de una organización. Gallagher lo explica en sus conferencias, «la gente de la Fórmula 1 hace cosas increíbles, pero son personas normales, como tú y yo, pero han llevado más allá los límites de todo esto. Se entrenan, lo ensayan, cambian las pistolas de aire por otras mejores, modifican las tuercas para que encajen más rápido, o inventan sistemas que recortan tiempo al conjunto». 

El conferenciante siempre muestra los pitstops en las carreras como un ejemplo de coordinación de individualidades que encaran un fin común. Con frecuencia, precisamente una simulación con monoplazas antiguos o en desuso es plantado ante ejecutivos bancarios, de empresas tecnológicas o compañías que quieren ejecutar programas del llamado ‘Team building’. Les visten con un mono, les dan unos guantes y los hacen competir con sus compañeros para realizar lo que ven los domingos por televisión. La pequeña sorpresa es que funciona, porque tienen que negociar entre ellos, ponerse de acuerdo, animarse, y por momentos olvidan rencillas y diferencias personales. Por fortuna para ellos no les piden un tiempo mínimo y les dejan ver lo que hacen, no como a los mecánicos de Red Bull. 

Dicen que los muy muy listos son capaces de hacer relojes debajo de una cama a oscuras. Pues a los del equipo de Max Verstappen ya sabemos que a oscuras, saben hacer su trabajo casi a la misma velocidad que con luz. No sería una sorpresa que el año que viene lo intentasen tirándoles encima un somier. Tampoco que fueran tan rápidos como en carrera, porque ya lo han demostrado.

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